Llevaba meses sin escribir en este blog. Las ocupaciones de la vida diaria, el sol y la lluvia, los días que pasan, todos tan iguales, hacen que la vida se quede sin aire, sin respiración, sin inspiración. Pero no olvidé este espacio. Recordaba que el tiempo pasaba, que llevaba tiempo sin escribir nada. Pero como lo dije algún día, escribir es un ejercicio que parte de emociones profundas, de un desencanto macabro o de una felicidad inmensa, y nada de eso, confieso, había pasado en estos últimos meses. Seguí escribiendo, por supuesto, porque escribir es la razón de mi existencia. Otros temas ocuparon mi cabeza..
Aparte creo que escribir, por profesión o por gusto, debe partir de un impulso certero del alma. Aunque llevo años sentada frente a un computador, o de una simple hoja de papel, , creo que los periodistas cometemos el error de sentirnos tan indispensables que creemos que es mejor salir “ al aire” con cualquier tontería, con tal de sentir a nuestra fanaticada viva elogiando nuestro ego, que preferir el silencio como una cuota respetuosa con quien ose de leernos. En esta profesión hay que ser delicados, pienso, y preferí estos meses callar, en vez de insultar la inteligencia y el tiempo de varios.
Lastimosamente, no siempre sucede así. Hombres y mujeres, ávidos de fama y reconocimiento, salen al ruedo (para seguir con el tema del momento) a escribir lo que haya que escribir con tal de llenar una columna con X caracteres para que los alaben o los critiquen, sin necesidad de más. No estoy de acuerdo. De hecho me indigna leer algo y pensar “este tenía algo qué decir y por cumplir salió del paso” el valor del silencio es a veces indispensable, no para que nos extrañen, sino para preguntarnos qué debemos decir, para conectarnos con nosotros mismos y decir algo que por lo menos valga la pena para alguien.
En un país donde una uña puede formar un alboroto, tampoco es difícil escribir cualquier tontería y parecer genios. Algunos llenan una hoja con adjetivos pomposos y zalameros, y el “tuerto es rey”. O algunos simplemente arman polémicas con una carta de renuncia criticando sus miserables empleos haciendo alarde de su sapiencia (soy un genio en medio de tanta basura). Pero peor que eso (si es que puede haber algo peor) es que ahora mujeres utilizan estos medios para exhibir su intimidad de manera vulgar, obvia y estúpida para ganar adeptos, poco inteligentes por demás. Es lastimoso ver mujeres escribiendo, en columnas dispersas y trinos repulsivos, sus intimidades más profundas, exponiendo sus impulsos sexuales para provocar a cientos de anónimos que no tienen nada mejor que hacer que imaginarlas desnudas mientras que en medio de la excitación más profunda van contando sus fantasías absurdas y clichés. Y no, amigo lector: esta tendencia no ocurre en los sitios porno o en los chats calientes de esta infinita red: ocurre en los medios de comunicación más leídos del país, en Facebook, en Twitter, y aparecen, sin usted llamarlas, por esos lares. Llámelas sextwitteras, con confianza. Siga usted.
Todos mienten en la red (ya lo dije alguna vez) pero estas mujeres, llamadas sabiamente “sextwitteras” mienten con un propósito: ganar fans y enamorados enfermos, que se realizan a cada orgasmo, que las imaginan como Venus cachondas esperando el siguiente suspiro para gemir de placer. Una práctica bastante vieja, por demás, pero que algunos novatos no parecen ver. O no quieren ver. O no les interesa ver.
La sextwitteras están ahí, para que usted las siga, las persiga, las alabe y las humille: todo lo permitirán. Se sentirán “dignas” de vez en cuando, rechazarán sus cumplidos asquerosos pero igual nunca permitirán que huya: su ego las controla y por más ofensivos que sean sus halagos hacia ellas, siempre querrán que se quede. Ah, y por demás, dirán alguna grosería para sentirse grandes, dirán que son bisexuales para que usted las imagine besando a la vecina y contarán su romance perpetuo con su consolador: la fórmula perfecta. Estímulos obvios, calenturas fáciles, Samanthas Jones a la caza.
No estoy en contra del lenguaje que utilizan. En la intimidad todo se vale. Estoy en contra de los medios en los que lo comunican. Es diferente. Me parece vomitivo ver a tantas anónimas publicando trinos provocadores con pensamientos pueriles, groserías de cantina, experiencias narcóticas, analogías tristes y fantasías comunes que no se las creen ni ellas. Todas dicen lo mismo pero en sentido contrario, citando a la Miss. Igual todas son iguales. A veces me pongo a pensar si no es la misma persona trinando con diferentes nombres, todo por saciar un apetito.
Pero ellas están ahí, igual, esperándolo, para que las siga, para que las suba al cielo a cambio de un poquito de placer. Intercambio de favores ¿ Cómo se llamaba eso?
Puede que esta columna sea una tontería más. No será tan atractiva, por supuesto, para usted: habrá notado que no hay ningún “ gonorrea” por ahí, ni tampoco le conté mi última fantasía. Jamás lo haría. . Tampoco me interesa la vecina (de hecho me hace la vida imposible, pero eso es otro cuento)... ¿entendió?
"Sextwitteras"
Vie, 13/01/2012 - 16:54
Llevaba meses sin escribir en este blog. Las ocupaciones de la vida diaria, el sol y la lluvia, los días que pasan, todos tan iguales, hacen que la vida se quede sin aire, sin respiración, sin inspi