Desde hace más de un año abandoné las canchas de fútbol como consecuencia de la ruptura de mis ligamentos cruzados, pero no dejo de verlo por televisión. Es emocionante ver a los jugadores colombianos en las grandes ligas mundiales del balompié, así tengan partidos regulares en algunas ocasiones. Debo admitir que el torneo local no me emociona mucho, que soy hincha “tibio” del Atlético Nacional, que en Bogotá le hago fuerza a Santa Fé y que me he llevado un montón de “levantadas” por ser un rolo hincha de un equipo paisa.
En varias ocasiones lo he dicho: la pelota, la pecosa, la cariñosa o como la quieran llamar se ha encargado de unir a grandes y chicos, azules y rojos, contentos y bravos, hombres y mujeres.
Si: hombres y mujeres. Tanto, que en cientos de países existen los equipos femeninos de fútbol. Y pues Colombia no podría ser la excepción; nosotros también tenemos grupos profesionales de mujeres, integrados por “calidosas” que nos han dado alegrías. Pero esas “alegrías”, al parecer, no interesan a quienes rigen los dominios del deporte en nuestro país.
Y ni qué decir de las conseguidas por la Selección Nacional Femenina de Fútbol…
Que levante la mano el que nunca, pero nunca, se ha jugado “un picadito” con mujeres. Créanme: es supremamente divertido. Y más cuando ellas, virtuosas de los cariños “balompédicos”, hacen regates, túneles, pases y le pegan al balón con una potencia digna de Roberto Carlos o Adriano.
Mi experiencia con estos oncenos o quintetos de barrio ha sido especial. Confieso que uno de mis primeros juegos fue por cautivar a alguna de ellas. Y organicé algunos cotejos, como estrategia, con las más “bonitas” que no son tan virtuosas y a las cuales se les puede tomar del pelo sin que se molesten. Digamos que esta maniobra hace parte de la conquista ochentera, cuando jugar fútbol en la cuadra de la casa era permitido y no había riesgo de hacerlo hasta altas horas de la noche.
Las “escasas” del manejo experimentado del balón son generadoras, sin mala intención, de sendos golpes en las canillas, pellizcos, rasguños y uno que otro moretón. Pero si uno quiere seducir algo debe arriesgar. En palabras de mi mamá: “al que le gusta, le sabe”. La estrategia funciona, pero el precio a pagar es alto.
Tras años de patear balones, y con una evolución notoria del juego (no del mío), mi segundo contacto con futbolistas femeninas fue en el año 2010, cuando trabajé como periodista en el Canal Capital. Por cuestiones del azar terminé haciendo parte el equipo técnico del quinteto integrado por las reporteras del noticiero. Tuvimos a una delantera “de ensueño”: pateaba con las dos piernas, tenía más gambeta que cualquiera de sus compañeros de redacción y vivía el fútbol de una manera apasionante. Que bonito era verla jugar, pero que triste era ver a la portera del equipo contrario cuando le tocaba rechazar los balonazos de nuestra compañera.
Mi tercer contacto fue gracias a la tele y las redes sociales. Las “niñas” (como son llamadas cariñosamente y no con intención de denigrarlas o minimizarlas) que vemos a través de estos medios son unas estrellas. En Colombia viven muchas de ellas; y como “muchas de ellas” han tenido ejemplar desempeño pues se han ido a jugar a otros países. ¡Qué buena vaina! Podemos armar equipo y ganar torneos.
Y efectivamente, así ha pasado. Pero cuando han triunfado, las han denigrado y minimizado. ¿Ejemplos? Tengo dos:
Primero:
El dos de diciembre de 2018 fue un día histórico para el fútbol femenino colombiano: Atlético Huila ganó la Copa Libertadores. Óigase bien, o en este caso, léase bien: LA COPA LIBERTADORES. Las “superpoderosas” empataron 1 a 1 con Santos, de Brasil, en el partido final y el título fue definido por penales. Ese onceno fue comandado por Yoreli Rincón, una “gigante” mediocampista de un metro con 68 centímetros de estatura que se encargó de ser “la 10” del equipo y de convertirse en una de las figuras del torneo continental.
Las “peladas”, como dirían en la Costa Atlántica, se ganaron 55 mil dólares por ser las campeonas. Y la Conmebol, rectora del fútbol suramericano, decidió dar el dinero al equipo masculino del Atlético Huila. La denuncia fue hecha por Rincón, días después de ganar el trofeo. Al parecer, “el chivatazo en video hizo mella” y la plata se la dieron a las niñas.
Tras lo sucedido, las deportistas reclamaron la existencia de la liga femenina en el país que, hasta el momento, se encuentra en veremos porque, según la Dimayor (División Mayor del Fútbol Colombiano), “la liga femenina tendrá “carácter obligatorio” solamente para los clubes que en la categoría masculina hayan asegurado para 2019 su participación en los torneos internacionales de la Conmebol; es decir, las copas Libertadores y Sudamericana”.
Segundo:
Este ejemplo está “de campeonato”. Melissa Ortiz e Isabella Echeverry, integrantes de la Selección Colombia, denunciaron que no les pagan; que no les dan vuelos internacionales; que los uniformes que utilizan son viejos y usados; que la Fedefutbol ha “cortado” jugadoras por hacer este tipo de denuncias y que un empleado intentó venderle “su propia camiseta” a Isabella. Ellas dicen que ya no tienen miedo de hablar. Les dejo el enlace de la denuncia:
https://twitter.com/MelissaMOrtiz/status/1097564511769366528
La explotación, el chantaje y los malos manejos también hacen parte del fútbol femenino en Colombia. ¿Qué les pasa a los directivos? ¿No se han dado cuenta de que en otros países estos equipos enaltecen el nombre de las naciones?
Mi hija mayor destrozó un balón, en menos de tres meses, de tanto darle patadas. Y lo sigue haciendo; profesa su pasión futbolera en los descansos del colegio. ¿Qué tal que fuera deportista profesional? Estoy seguro de que sería maravillosa.
Entonces, ¿por qué no apoyar a estas virtuosas? Creo que ya es hora de que los directivos se amarren los pantalones y les entreguen a estas futbolistas lo que se merecen.
¡No hay derecho!
Un picadito con las niñas
Mar, 19/02/2019 - 06:48
Desde hace más de un año abandoné las canchas de fútbol como consecuencia de la ruptura de mis ligamentos cruzados, pero no dejo de verlo por televisión. Es emocionante ver a los jugadores colomb