Existen 45 millones de razones por las cuales la guerrilla de las FARC debe responder, reparar, pedir perdón y pagar con cárcel y dinero, una por cada colombiano, por lo menos.
Dejando de lado, si es posible hacerlo, los crímenes, las torturas, el secuestro, las tomas, las minas, la producción y venta ilegal de coca, la zozobra y el miedo que generaron durante décadas en Colombia, me referiré solamente a los tres mil niños, ¡¡TRES MIL!! que reclutaron ilegalmente entre 1992 y 2012, de acuerdo al informe de la Fiscalía y Justica y Paz.
Una generación de colombianos que no conoció la escuela ni los juegos infantiles, que no durmió con el beso de su mamá en las noches, que no sabe qué es familia porque solamente conocen malos tratos, hambre, trabajos forzados, manejo de armas, dolor y muerte.
“Diana, de 17 años, nacida en Mesetas (Meta), contó que apenas tenía quinto de primaria cuando a su caserío llegó el comandante Irson y que se fue a la selva porque quería vivir el mismo estilo de vida de los jefes guerrilleros. Pronto se dio cuenta de que no iba a ser así e intentó fugarse varias veces. La primera vez capturada y reprendida; la segunda fue llevada a un consejo que le impuso como pena 300 viajes de leña, cavar 15 huecos para basura, reescribir 60 páginas del reglamento de las Farc y abrir 35 metros de trinchera con pozos para tiradores. Finalmente, pudo entregarse al Ejército” (El Espectador, 16 de septiembre, http://www.elespectador.com/noticias/judicial/unos-3000-ninos-reclutaron-farc-articulo-446581).
Alguien nos puede explicar ¿Cómo se repara esta ignominia? ¿Cómo se devuelve la infancia y la juventud a tres mil personas? ¿Cómo se secan las lágrimas de miles de madres, padres, hermanos y familiares?, ¿Cómo se recupera la vida arrebatada a inocentes?
De acuerdo a la ley, todo reclutamiento de un menor de edad es forzado, es decir, si el menor lo hace por su supuesta voluntad, porque le ofrecen dinero o porque está aburrido en su casa, es reclutamiento forzado. El informe destaca casos de niños de ocho años reclutados por las FARC en 31 de los 32 departamentos colombianos (seguramente les dio pereza ir a San Andrés para estas labores).
Si el narcotráfico nos heredó un generación de sicarios, lavaperros y delincuentes armados, de la cual vivimos hoy los estragos en la mayoría de las ciudades colombianas, ¿Qué será de estos jóvenes, en su mayoría de pequeños municipios o sectores rurales, a quienes les masacraron sus sueños, se les violentó y obligó a cometer delitos atroces?
Seguramente necesitaremos miles de psiquiatras y sicólogos que los apoyen, igual a sus familias, a los vecinos, en fin, a poblaciones enteras que se sumieron en el horror y la zozobra mientras perdían a sus hijos en la guerrilla, eran obligados a plantar ilícitos y no sabían si estarían vivos al día siguiente. Nuestros campos fueron campos de concentración para muchos pobladores, donde las tomas, los secuestros, el reclutamiento, la miniextorsión, la ley del silencio y el miedo aún no terminan.
No quiero enterarme mañana, por cualquier medio, que el gobierno creará “centros de atención sicosocial” para estos tres mil jóvenes. NO. Recluirlos y aislarlos (para que no nos hagan daño, como no) no es la solución. Hay que ser más incluyentes, más generosos y creativos en las soluciones para los pobladores que padecieron tantos horrores y en especial para niños y jóvenes a quienes se les arrebató la infancia.
Y que la guerrilla, tan concentrada en La Habana, dedique unos minutos a pensar cómo puede resarcir a tres mil jóvenes a quienes les arrebató la vida, el hogar, los sueños, los juegos y la ilusiones. ¿Serán capaces?
No quiero enterarme mañana, por cualquier medio, que la guerrilla considera que estos jóvenes “lo hicieron motivados por los ideales guerrilleros”. NO. Adoctrinar, entrenar e ilusionar a la infancia con falsas promesas para reclutarla luego como carne de cañón es un crimen de lesa humanidad. Y hay que reparar y pedir perdón de rodillas, y pagar con bienes, dinero y tiempo de cárcel el martirio vivido.
Como dice Leonardo Cuesta, un campesino cacaotero de Vistahermosa (Meta), en el maravilloso documental del Plan de Consolidación Integral de La Macarena: “Decir cesó la horrible noche, queremos poder cantar el himno completo”
A propósito: este Plan de Consolidación, realizado entre 2007 y 2011 en seis municipios de La Macarena y bajo la batuta de Álvaro Balcázar Vanegas, es el mejor laboratorio de post conflicto con que cuenta el gobierno colombiano. Valdría la pena que el modelo se replicara en otras regiones. Para quienes no lo conocen: http://www.vimeo.com/channels/pcim
No hay que inventar soluciones, el modelo ya existe, las lecciones aprendidas y los éxitos se encuentran documentados y los habitantes de la región de La Macarena son los mejores difusores de lo que allí se logró, con la articulación del Estado, la cooperación y la sociedad civil.
Y que cese la horrible noche.
¿Usted cree que las Farc le van a pedir perdón al país?
Mar, 17/09/2013 - 00:06
Existen 45 millones de razones por las cuales la guerrilla de las FARC debe responder, reparar, pedir perdón y pagar con cárcel y dinero, una por cada colombiano, por lo menos.
Dejando de lado, s
Dejando de lado, s