Día 1
Migración en el aeropuerto Ben Gurión nos tomó 40 minutos. Recogimos el carro que habíamos alquilado para los 7 días de nuestro viaje, pero las filas eran eternas y el servicio muy malo. Ahí perdimos casi 3 horas. Por la situación entre Israel y Palestina, los israelíes bloquean las vías del territorio palestino en el GPS y se aseguran de asustar a los turistas que, si llegaran a manejar en territorio Palestino y el carro se daña o lo “retienen”, el seguro no cubriría ni daños ni pérdidas. Pensé: si, claro, como no.
Salimos del aeropuerto camino a nuestro hotel en Jerusalén. El viaje en carro es de 50 minutos, o sea, la distancia entre Tel-Aviv (oeste de Israel) y Jerusalén (este de Israel) es de 1 hora en carro. Una vez llegamos, nos bañamos y nos fuimos a caminar y a buscar dónde comer.
Recorrimos unas quince cuadras y llegamos a un restaurante llamado Katy’s; un lugar pequeño y muy acogedor, con unas 5 mesas para 5 personas cada una y un bar completo. Las entradas por cuenta de la casa incluyeron un plato de hummus, aceitunas negras, queso feta, pan recién horneado y ensalada. Yo ordené hígado en salsa dulce y mi esposo un filet mignon en salsa de setas, el valor total de nuestra cuenta 25 dólares. Eran ya las 10 de la noche y nos fuimos a dormir. Tomamos un taxi, que, a propósito, salió en 3 dólares.
[caption id="attachment_718504" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/ Kienyke.com[/caption]
Día 2
Evidentemente viajar a Israel y no ansiar conocer Palestina es inimaginable. Así que nos levantamos a las 7 de la mañana y nos recogieron a las 8 a.m. Por solo 160 séquels o 40 dólares aprox. por persona. Fuimos a Belén y Jericó; el tour incluía el viaje de ida y regreso, y almuerzo.
Nos recomendaron intensamente traer nuestros pasaportes, pero se me olvidaron en el hotel. Lo cierto es que cuando me preguntaron por ellos en el puesto de control, mi esposo me miró furibundo y les respondí que se me quedaron en el hotel, pero viniendo desde Colombia no nos podíamos perder de conocer estos lugares; me sonrieron y me exclamaron: ¡desde tan lejos!
Llegamos a Belén; en árabe Bait-Lahem (casa de la carne) y en hebreo Bait-Láhem (casa del pan). Lastimosamente amurallada por los israelíes para evitar la ocupación palestina y el intercambio comercial. Desde que nos subimos al bus, el guía, quien era un joven judío, dijo que no iba a hablar de temas políticos.
Cuando llegamos a Belén nos cambiaron de bus porque en el que veníamos tenía placas de Israel, y ya estábamos en territorio palestino. Ahí dejaron a nuestro guía judío tomándose un café palestino y nos llevaron a recorrer Belén, con un guía palestino.
Nuestro guía cristiano nos dijo que tampoco iba a hablar de temas políticos; curiosamente, ni el israelí ni el palestino dejaron de hablar de sus consternaciones políticas e historias. En Belén fuimos a la Iglesia de la Natividad, a la Capilla de la Gruta de la Leche, al Monasterio de Gran Laura de San Sabas y vimos de lejos la Mezquita de Omar. En Belén, musulmanes y cristianos ortodoxos conviven pacíficamente.
Eran ya las 11 de la mañana y nos trasladaron a Jericó, la ciudad más antigua del mundo y donde Jesús, entre muchos otros milagros, le devolvió la vista a un ciego. Está localizada cerca al río Jordán y manejando hasta allá se puede sentir el cambio de presión en los oídos. Jericó hace parte del West Bank, lo cual quiere decir que pertenece a Palestina, o como le llaman los israelíes (y solo ellos), la Autoridad Palestina. En ese momento se estaban llevando a cabo excavaciones de una ciudad recientemente descubierta 3 metros bajo tierra, y por esta razón no pudimos caminar sino por ciertos sectores. Aquí nos presentaron una película durante 20 minutos sobre la historia de Jericó, reafirmando el por qué Jericó es territorio palestino y no israelí. Jericó es un lugar tranquilo y la gran mayoría de los residentes son musulmanes, palestinos.
Era ya la hora del almuerzo y nos ofrecieron servirnos una sola vez de un bufé de comida palestina: pollo al horno, chuzos de carne estilo árabe, arroces, papas y ensalada de pepinos y tomates con hierva buena.
Al regresar a Jerusalén nos dejaron cerca de la Puerta de la Torre de David, caminamos al muro de los Lamentos y entramos a la mezquita de Al-Aqsa. No dejan entrar a todo el mundo, pero me fui hablar con el máximo Jeque Jordano a su oficina, quien muy amablemente nos concedió la entrada. ¡Mágico!
[caption id="attachment_718500" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/Kienyke.com
Muro de Los Lamentos[/caption] [caption id="attachment_718501" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/ Kienyke.com
Mesquita de Al Aqsa[/caption] Día 3 Por el jet-lag ya estábamos despiertos a las 4am; así que nos fuimos a buscar manaish, un pan horneado con orégano árabe y semillas de sésamo, queso o carne para desayunar. Gastamos 3 dólares con café incluido. Manejamos hacia Masada; uno de los lugares donde Herodes construyó un palacio fortificado sobre el tope de una montaña en el desierto de Judea. Se puede subir a pie o teleférico, pero la temperatura y la intensidad del sol no se prestan para la travesía a pie. Bajamos de Masada y buscamos Ein Gedi, una reserva natural en medio del desierto, con dos caminos para subir la montaña. Me impactó ver una judía del ejército, vestida de civil, pero en servicio, subiendo la montaña con un Galil que pesa más o menos 4 kilogramos. De bajada, nos lavamos nuestras caras en el manantial y tomamos unas fotos. Manejamos unos 25 minutos a lo largo del Mar Muerto hasta llegar a nuestro hotel. Herods Dead Sea es uno de los pocos hoteles localizados sobre el camellón del Mar Muerto del lado israelí, así que de inmediato nos equipamos con bloqueador, sombrero y vestido de baño y nos fuimos a flotar por horas y a comer almendras, olivas y manzanas. Pero ya llegaba la noche y era Pésaj (pascua judía). [caption id="attachment_718503" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/Kienyke,com[/caption] Durante esta época se retira del mercado y de los hoteles –incluso para los turistas– los alimentos derivados de cereales como el pan. No obstante, el menú lo reemplazan con otros mil bocados, delicatessen y Matzo, un pan preparado sin cereal. El bufé contó con 300 platos de origen israelí y comida internacional, así que cenamos y nos fuimos a dormir. Día 4 Con ayuda del GPS y pasadas dos horas llegamos a Eilat, en el sur de Israel y en la frontera con Jordania. Almorzamos en Mmamam Beach, y pasamos el día en el Mar Rojo. Desde la playa del lado israelí se podía ver la frontera y la bandera jordana gigante zarandeándose con el viento. Decidimos regresar a las 5 de la tarde, y teníamos 4 horas de camino hasta Tel-Aviv. La carretera es segura y pasa muy cerca de Gaza, pero hay un camino como el Alto de la Línea en Colombia que no debimos manejar de noche sin conocerlo previamente. [caption id="attachment_718502" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/ Kienyke.com[/caption] Día 5 Caminamos hacia Jaffa, la ciudad antigua ubicada en el sur de Tel Aviv. Estando ahí, reservamos una excursión y recorrimos la ciudad a pie con un guía que nos cobró por 4 dólares por persona. Almorzamos en el balcón de uno de los restaurantes en la ciudad antigua con vista al mar Mediterraneo. Regresamos de noche a nuestro hotel, empacamos y dejamos todo listo antes de irnos a conocer Nazareth y Haifa. Día 6 La manejada dentro de Israel es muy conveniente y como turistas, mi esposo y yo siempre queremos disfrutar, pero ahorrar lo que más se pueda. El país es muy seguro, pero la gente no viaja por temor a las noticias en los periódicos. Sin embargo, yo siempre pienso, ¿cuál es la probabilidad de morir en un atentado terrorista? Pues, si pasa, pasa, pero parte de nuestra fe es aceptar nuestro destino. Manejamos hacia Nazareth, entramos a la iglesia de la Anunciación, a la Iglesia de San José y al mercado viejo, donde compré 1 kilo de aceitunas que viajaron conmigo de regreso a casa. [caption id="attachment_718498" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/ Kienyke.com[/caption] [caption id="attachment_718499" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/kienyke.com[/caption] Llegando a Haifa unas horas después, almorzamos en el único restaurante que estaba abierto, Elkheir Druze Cuisine, dado que era Pésaj y todo estaba cerrado. El restaurante está localizado en una loma y desde la ventana la vista es considerablemente encantadora. Pedimos 3 platos fuertes para compartir entre mi esposo y yo, y el restaurante ofrece como 7 aperitivos incluidos en la orden. El dueño, quien estaba ahí asegurándose de engordar el caballo con su ojo, nos atendió como si fuéramos invitados a su casa. Al final nos ofreció postre, pero estábamos muy llenos y dijimos que no; sin embargo, nos sirvió café y postre y no nos cobró. Nos dijo que no nos podíamos perder de sus postres, ¡y sí que tenía razón! Día 7 Viajamos de regreso a nuestro hogar a lidiar con el jet-lag y otros demonios. Así me despido, hoy desde Israel y Palestina, mañana desde algún otro lugar.
Muro de Los Lamentos[/caption] [caption id="attachment_718501" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/ Kienyke.com
Mesquita de Al Aqsa[/caption] Día 3 Por el jet-lag ya estábamos despiertos a las 4am; así que nos fuimos a buscar manaish, un pan horneado con orégano árabe y semillas de sésamo, queso o carne para desayunar. Gastamos 3 dólares con café incluido. Manejamos hacia Masada; uno de los lugares donde Herodes construyó un palacio fortificado sobre el tope de una montaña en el desierto de Judea. Se puede subir a pie o teleférico, pero la temperatura y la intensidad del sol no se prestan para la travesía a pie. Bajamos de Masada y buscamos Ein Gedi, una reserva natural en medio del desierto, con dos caminos para subir la montaña. Me impactó ver una judía del ejército, vestida de civil, pero en servicio, subiendo la montaña con un Galil que pesa más o menos 4 kilogramos. De bajada, nos lavamos nuestras caras en el manantial y tomamos unas fotos. Manejamos unos 25 minutos a lo largo del Mar Muerto hasta llegar a nuestro hotel. Herods Dead Sea es uno de los pocos hoteles localizados sobre el camellón del Mar Muerto del lado israelí, así que de inmediato nos equipamos con bloqueador, sombrero y vestido de baño y nos fuimos a flotar por horas y a comer almendras, olivas y manzanas. Pero ya llegaba la noche y era Pésaj (pascua judía). [caption id="attachment_718503" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/Kienyke,com[/caption] Durante esta época se retira del mercado y de los hoteles –incluso para los turistas– los alimentos derivados de cereales como el pan. No obstante, el menú lo reemplazan con otros mil bocados, delicatessen y Matzo, un pan preparado sin cereal. El bufé contó con 300 platos de origen israelí y comida internacional, así que cenamos y nos fuimos a dormir. Día 4 Con ayuda del GPS y pasadas dos horas llegamos a Eilat, en el sur de Israel y en la frontera con Jordania. Almorzamos en Mmamam Beach, y pasamos el día en el Mar Rojo. Desde la playa del lado israelí se podía ver la frontera y la bandera jordana gigante zarandeándose con el viento. Decidimos regresar a las 5 de la tarde, y teníamos 4 horas de camino hasta Tel-Aviv. La carretera es segura y pasa muy cerca de Gaza, pero hay un camino como el Alto de la Línea en Colombia que no debimos manejar de noche sin conocerlo previamente. [caption id="attachment_718502" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/ Kienyke.com[/caption] Día 5 Caminamos hacia Jaffa, la ciudad antigua ubicada en el sur de Tel Aviv. Estando ahí, reservamos una excursión y recorrimos la ciudad a pie con un guía que nos cobró por 4 dólares por persona. Almorzamos en el balcón de uno de los restaurantes en la ciudad antigua con vista al mar Mediterraneo. Regresamos de noche a nuestro hotel, empacamos y dejamos todo listo antes de irnos a conocer Nazareth y Haifa. Día 6 La manejada dentro de Israel es muy conveniente y como turistas, mi esposo y yo siempre queremos disfrutar, pero ahorrar lo que más se pueda. El país es muy seguro, pero la gente no viaja por temor a las noticias en los periódicos. Sin embargo, yo siempre pienso, ¿cuál es la probabilidad de morir en un atentado terrorista? Pues, si pasa, pasa, pero parte de nuestra fe es aceptar nuestro destino. Manejamos hacia Nazareth, entramos a la iglesia de la Anunciación, a la Iglesia de San José y al mercado viejo, donde compré 1 kilo de aceitunas que viajaron conmigo de regreso a casa. [caption id="attachment_718498" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/ Kienyke.com[/caption] [caption id="attachment_718499" align="alignnone" width="1024"] Foto: Salua Kamerow/kienyke.com[/caption] Llegando a Haifa unas horas después, almorzamos en el único restaurante que estaba abierto, Elkheir Druze Cuisine, dado que era Pésaj y todo estaba cerrado. El restaurante está localizado en una loma y desde la ventana la vista es considerablemente encantadora. Pedimos 3 platos fuertes para compartir entre mi esposo y yo, y el restaurante ofrece como 7 aperitivos incluidos en la orden. El dueño, quien estaba ahí asegurándose de engordar el caballo con su ojo, nos atendió como si fuéramos invitados a su casa. Al final nos ofreció postre, pero estábamos muy llenos y dijimos que no; sin embargo, nos sirvió café y postre y no nos cobró. Nos dijo que no nos podíamos perder de sus postres, ¡y sí que tenía razón! Día 7 Viajamos de regreso a nuestro hogar a lidiar con el jet-lag y otros demonios. Así me despido, hoy desde Israel y Palestina, mañana desde algún otro lugar.
@donajodona