Desde que está funcionando el sistema de transporte denominado transmilenio, he intentado no hacer uso de él por varias razones, pero entre todas, la más importante es porque vivo en el centro de Bogotá e intento no salir de esta zona. Claro, para los que sufren de mala memoria, no recuerdo un solo día en que estos buses rojos no pasen como latas de sardinas y que entrar a una estación y subirse a un bus de estos no fuera una verdadera travesía, esto para aquellos que piensan que todo es culpa del actual alcalde; y para aquellos que pierden la memoria tan fácil como cambiarse de color de camiseta, es importante recordar que los grandes robos y estafas por culpa de este nefasto sistema son gracias al dueño del cemento (pavimento en parques y bolardos en potreros).
Pero debo confesar algo, por aquello del fin de año y esas cosas que envuelven a las comunidades creyentes y rezanderas: me alegra mucho que por fin un burgomaestre se atreviera a reducir la tarifa de este servicio, quitarle un dineral a la plutocracia para entregarle una libra de papa a los más necesitados no es populismo como algunos se han atrevido a decir, hacer eso es pensar en la transformación social.
De igual forma, desde hace casi veinte años que vivo en el centro de Bogotá he sido víctima de lo que para algunos son las tarifas de estrato tres, no tenemos el suficiente dinero para las vacaciones en parís, pero que oso irse a Melgar; somos una clase media arribista (no uribista) que no se beneficia nunca de nada. Y claro, esta vez no pudo ser la excepción, pero son cosas que uno piensa que acá en este país tercermundista y subdesarrollado nunca pasarán, pues resulta que durante el primer año del actual alcalde de Bogotá se garantizó el mínimo vital para los estratos uno y dos; dicen algunos sabios oligarcas que este alcalde está acabando el precioso líquido, que esos indios de estratos uno y dos van a desperdiciar el agua y además se van a emborrachar con el dinero que se les regalara; pero ¿qué más podemos esperar de una clase social que pretende vivir y comer con el trabajo y sudor de la gente?.
Llego la hora de confesarme, por el espíritu navideño que aún se encierra en mí: Yo realmente me alegro mucho por esas familias que hoy pueden comprar una bolsa de leche a la semana con los veinte mil pesos que se están economizando en el servicio de agua, está comprobado que en la mayoría de las familias este descuento o subsidio, como lo quieran llamar, es un acierto del actual alcalde. Es necesario recordarle a la ciudadanía que nunca en la vida, por lo menos lo que yo recuerdo, un servicio público había tenido una reducción.
En el tema de basuras y esa mentada crisis que los medios de comunicación se inventaron, y que a pesar del duro golpe político que podía representar para el alcalde, éste lo soluciono a favor de la sociedad, es necesario entender que la ciudad no contaba con un sistema de recolección de desechos amigable con el ambiente y que además incumplía lo estipulado por la Corte; sumado a lo anterior es necesario tener en cuenta que las cantidades alarmantes de “basura” que llegaban al relleno sanitario Doña Juana causaban problemas de salud y con el agravante que este relleno no soporta más. Y pues es necesario sumarle que la sociedad bogotana nunca olvidara el mes de diciembre del 2012, pues aprendió a reciclar y a cuidar un poco el planeta.
Para recordar un poco, no fue hace mucho tiempo, debo decir que para tener un servicio respetuoso y decente por parte de las empresas prestadoras de este servicio fue necesario que toda la comunidad se quejara ante diferentes instancias para que estos vándalos cambiaran esos camiones gigantes que dañaban las calles de La Candelaria, con tutelas, quejas y reclamos logramos que cambiaran a unos camiones que no atentaran contra el adoquín, además que los costos de este servicio han sido exagerados desde que la empresa privada se metió al negocio, algo que no debemos olvidar.
Es claro que yo en lo personal no me beneficio ni del mínimo vital, ni de la rebaja en los pasajes de transmilenio, por otro lado es una obligación de toda nuestra generación tener una relación amigable con el ambiente y gracias a esta administración la ciudad entera está pensando en esto, pero es importante resaltar que agradezco que por fin un alcalde de Bogotá pensará en los más pobres y no como lo hizo Lucho con discurso de hijo de lavandera pero queriendo almorzar todos los días en el club, NO, lo importante de esta administración es que se da la pelea por encima de su capital político en defensa de los más necesitados, por eso yo me la juego por Petro.
Adenda: Los editores de Kienyke me han pedido dos textos y una reseña biográfica para EVALUAR la continuidad del Blog. Entonces muchas gracias por acompañarme durante este tiempo.
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