El año que apenas comienza es determinante para el futuro de Colombia. Son muchas las cosas que están en juego, y del apropiado desarrollo y evolución de las mismas, depende en gran medida la sostenibilidad de nuestra maltrecha democracia y de una institucionalidad desvencijada como nunca antes. No quiero parecer apocalíptico, pero el 2015 será el punto de inflexión de un país que va rumbo al despeñadero: la suerte de la Patria estará definida, por las buenas y malas decisiones que tomen el alto gobierno y el Congreso en los próximos doce meses.
Nada más facilista que creer que todo está bien, cuando, en realidad, casi nada lo está: la inseguridad es una plaga que se extiende por todo el territorio nacional (el chikunguña es un juego de niños); la economía, que ha tenido hasta ahora un desempeño favorable, depende del precio de un petróleo, cada vez más volátil; la burbuja inmobiliaria empieza a reventarse, la crisis de la justicia es tan grande que da lo mismo que estén operando o en paro por meses, y la salud es un negocio de grandes intereses, mientras que la educación y el trabajo siguen siendo artículos de lujo; en fin, el panorama es oscuro y nada prometedor.
Las ansias del Gobierno por firmar la paz con la guerrilla han desplazado el orden de las prioridades. Ello, sin duda, es un gran error, que puede traer innumerables consecuencias. En Colombia todos los frentes son importantes y deben ser atendidos con igual dedicación, pues una paz duradera y sólida solo puede ser garantizada, si los administrados -sobre todo los vulnerables- encuentran que sus necesidades básicas son solventadas por el Estado. De nada servirá hacer la paz con las Farc, si las causas que dieron origen al conflicto siguen latentes, en ese caldo de cultivo que son la exclusión y la inequidad social.
Como de lo que se trata es de ser proactivos, debemos pasar de la simple crítica a las propuestas concretas. Sacar adelante al país no depende solamente de los gobiernos de turno: como ciudadanos, tenemos derechos, al igual que un sinnúmero de obligaciones, entre las que se cuentan plantear opciones que puedan garantizar un mejor presente y un mejor mañana para todos (incluso, la Constitución Nacional contempla la posibilidad de que se tramiten proyectos de ley por iniciativa popular).
Dicho lo anterior, considero, desde mi punto de vista, que se hace imperativo por el bien de Colombia, lo siguiente:
1. Firmar la paz en el primer semestre del año: entre más tiempo pase, menos credibilidad tendrá el proceso y será casi imposible que la ciudadanía acepte las concesiones que habrá que darle a la guerrilla, como por ejemplo que sus líderes no paguen un solo día de cárcel. El gobierno debe hablar con claridad: las Farc no se desmovilizarán, si ello implica que sus jefes sean encarcelados.
2. Para evitar el desplome de la economía, es necesario buscar otras fuentes de ingreso, distintas del petróleo. Siempre lo he dicho: somos un país agrícola y nuestro futuro está en el campo. Colombia puede ser la despensa alimentaria del resto del mundo; pero aun así ese sector está completamente inexplotado.
3. La reforma profunda de la justicia se hace impostergable: erradicar la politiquería, extirpar las roscas, hacer valer los méritos, exigir calidades excepcionales para ocupar los cargos y darle acceso y celeridad a quien recurra a ella sería lo ideal.
4. La inseguridad ha desbordado todos los límites: es hora de pensar en un proceso jurídico-político de sometimiento de las Bandas Criminales.
5. En cuanto a la salud y la educación, también son urgentes sendas reformas, que eviten que dichos derechos fundamentales dependan del arbitrio de mezquinos y miserables intereses particulares.
La tarea no es fácil, pero es claro que, sin sacrificio, no hay victoria.
La ñapa: en este nuevo año, los mejores deseos para ustedes y todos los suyos.
abdelaespriella@lawyersenterprise.com
2015: el año de las definiciones
Lun, 05/01/2015 - 03:26
El año que apenas comienza es determinante para el futuro de Colombia. Son muchas las cosas que están en juego, y del apropiado desarrollo y evolución de las mismas, depende en gran medida la soste