Al oído de Duque

Mié, 27/06/2018 - 13:06
Usted, señor presidente electo, tiene por delante enormes responsabilidades y arduas tareas, pero a la vez cuenta con capacidad y con algunos recursos que pueden ayudarlo. Pasada la celebración del
Usted, señor presidente electo, tiene por delante enormes responsabilidades y arduas tareas, pero a la vez cuenta con capacidad y con algunos recursos que pueden ayudarlo. Pasada la celebración del triunfo obtenido, y al cabo de un año de agotadora campaña, comienza inmediatamente una etapa preparatoria para alistar su equipo y fijar las prioridades inmediatas: la de empalmes y nombramientos clave. En eso está concentrado actualmente y solo cuenta con un mes. Al tomar posesión en agosto comenzará la etapa de los primeros cien días, es decir hasta finalizar el año, período clave para entender cómo se recibe el país de manos de la administración Santos y cómo se orientarán las principales iniciativas de su mandato. Es justo decir que la antorcha que recibe en esta carrera de relevos tiene dificultades, pero también logros que vale la pena mantener. Desde una mirada prospectiva, la transición entre usted y Santos no tiene por qué ser difícil y traumática: en primer lugar, por las personalidades tranquilas de ambos y luego porque comparten muchos objetivos y principios sobre lo fundamental. Me imagino que lo más complicado será la discusión sobre el manejo del posconflicto y de los acuerdos del Teatro Colón, punto que marcó las principales diferencias entre el Gobierno que expira y su campaña. Ojalá ese asunto se supere de la mejor forma, pasando la página, porque el país no puede seguir gastando otros cuatro años en el problema de las Farc: es urgente entrar en otras materias para olvidar los años aciagos del conflicto. Finalizado el primer tiempo comenzará el verdadero Gobierno, el enfrentamiento de grandes desafíos y de algunos problemas que se heredan. Las relaciones entre los poderes públicos son un asunto complicado en donde no bastan las buenas maneras, puesto que hay diferencias de fondo. En el Congreso usted cuenta con mayorías en las bancadas de los partidos tradicionales, ahora castigados por el electorado, y de su propio partido, el Centro Democrático, con un liderazgo claro del expresidente Uribe. En una primera legislatura no será complicado sacar adelante proyectos de ley interesantes y quizás algunas reformas más sensibles. Por otra parte, las Altas Cortes parecen intocables a pesar de los escándalos que las han puesto en la picota pública: se jugarán todo para mantener el poder adquirido en los años anteriores y no parece que estén dispuestas a ceder un ápice. No hay que olvidar que las elecciones de contralor y, más tarde, de fiscal y procurador son decisiones de mucho cuidado en donde no cabe equivocación. Los medios de comunicación seguirán los acontecimientos y la dirigencia económica estará presta a colaborar si no se tocan sus intereses. Es preocupante lo que puede suceder con la opinión pública y con los movimientos sociales en las regiones, y en ello, señor presidente electo, no se puede descuidar un minuto. Petro ya anunció su estrategia de guerra política y la calificó como “resistencia civil”, lo que significa que lo tendremos en permanente labor de agitación, que es lo que mejor sabe hacer; además, existen muchas circunstancias favorables al desorden, al descontento y a la desobediencia, que le facilitarán adelantar su empresa opositora, en el campo, más que en el Congreso. Usted seguramente tendrá un Gobierno efectivo: es un dirigente técnico, sereno, abierto al diálogo, inteligente y tiene la energía propia de la juventud. Lamentablemente no le corresponderá gobernar un país normal y tranquilo, sino uno en permanente agitación y con graves problemas estructurales, y si no va más allá de lo que se denomina un “buen gobierno”, se abrirán en 2022 las puertas del poder a fuerzas populistas inescrutables. A usted, doctor Duque, le corresponderá iniciar procesos de cambio más profundos en la lucha contra el narcotráfico, en la creación de una senda de mayor equidad, en la resolución del conflicto del medio ambiente y su explotación, en frenar de tajo la corrupción, en definir una política seria para el agro, en la derrota de las bandas rurales y urbanas, y en la creación de un ambiente de optimismo colectivo. Son tareas de fondo para momentos difíciles y constituyen el lado flaco del establecimiento político y económico. Hay otros asuntos importantes que se pueden manejar. La economía está débil y necesita empuje, pero ello se logrará implementando políticas ortodoxas —en lo que Colombia es buena—, tal vez con algunos alivios tributarios, y permitiendo que el sector productivo privado haga bien su tarea. Las relaciones exteriores tienen su punto más débil en Venezuela, que es un régimen debilitado y dislocado, lo cual exige prudencia y manejo de parte suya. De igual forma, las obras públicas deben continuar con el mismo impulso, no se puede desatender la educación y la salud debe refinanciarse. En los demás frentes basta con hacer un buen gobierno. Más de diez millones de electores le han dado a usted un respaldo incuestionable para adelantar tareas audaces y de fondo, pero los más de ocho millones que acompañaron a Petro son una voz de alerta, que le da al país un corto margen de cuatro años para iniciar o adelantar cambios de fondo en varios frentes. Confiamos en su carácter, su talante y su juventud para que a partir del próximo 7 de agosto comience un período de cambios sustanciales y, además, se haga un buen gobierno.
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