Aliviando remedos de vida

Dom, 18/12/2011 - 00:02
Reseña crítica del libro “La acabadora” de Michela Murgia
 
“Hay pensamientos que como l
Reseña crítica del libro “La acabadora” de Michela Murgia
 

“Hay pensamientos que como los ojos de las lechuzas, no soportan la luz diurna. Sólo pueden nacer de noche y cumplen la misma función que la luna, necesaria para cambiar de sentido mareas en algún recoveco invisible del alma” M.M.

Una exquisita novela de prosa inteligente, de largas frases cargadas de significación, en donde no tiene cabida el relleno intrascendente. El estilo de la escritora con sus densas frases, por momentos imbuidas de un agradable barroquismo, obliga al lector a la reflexión e incluso relectura de algunas de ellas en procura de aseguramiento de comprensión de lo escrito. Gran contento para quienes amamos este tipo de elaborada construcción prosística.

La autora de esta novela, Michela Murgia, así como esta su primera novela, “La acabadora”, es aún poco conocida en el mundo hispanoparlante, sin embargo, es de gran reconocimiento en Italia en donde se ha hecho acreedora a numerosos premios, siendo el Campiello 2010 el más representativo por ser el mayor galardón literario italiano.

El telón de fondo de la novela es el pequeño pueblo de Soreni en la muy italiana Cerdeña, rebosante en los años 50 de gran tradición y supersticiones religiosas. Maneras y habladurías provincianas, que no por tanto lejanas de la trascendencia que inspiran la historia contada y sus temas colaterales. Extendidas costumbres que cual preceptos dogmáticos se aceptan y acatan sin discusión.

La gastronomía local está también muy presente en las diferentes escenas, es imperativa la degustación de platos típicos sardos con ocasión de las diferentes fiestas y eventos, allí se alimentan hasta los muertos en su día. Se toma el tiempo la escritora en describir con poética minucia la elaboración y receta de algunos platillos que elaboran las mujeres del pueblo; los saborea uno, aún sin conocerlos: los amaretti, la aranzada, los culurgiones, los gueffus, los pabassinos, los pirichittus y las tiliccas: gran variedad de caramelitos, dulces y amasijos de fina y larga elaboración. Qué sabor se respira en estas hojas del escrito.

Bonaria Urrai, a quien la guerra dejó esperando a su prometido hasta convertirla en solterona, es la protagonista. Mujer de cómoda situación económica y de profesión costurera; ya de madura edad, decide tomar a Maria Listru como fill' e del alma como dicen los italianos para significar "hija del alma", bonita manera de nombrar a una hija adoptiva: “Así se llaman a los hijos engendrados dos veces, por la pobreza de una mujer y por la esterilidad de otra”, precisa el texto.

El tema de la adopción está muy presente en este libro y en particular el caso en que el hijo que se adopta está ya en uso de razón y por tanto es consciente del proceso, así no se le solicite su consentimiento; conjugado esto al hecho de que quien adopta es ya una persona de edad. El relato muestra una relación simbiótica entre dos menesterosos: uno, el adoptado con (o por) precariedades materiales, y el otro, el adoptante a quien el destino le negó la maternidad, y que necesitado de ayuda y compañía decide procurar amor (¿bienestar?) a otro ser.

El otro tema tratado tiene relación con el título mismo del libro: "Acabadora"; palabra aquí utilizada para calificar a la comadrona que se ocupa de hacer pasar a mejor vida a esas personas desahuciadas que permanecen con la vida suspendida entre el dolor y la desesperanza. La acabadora se encarga, con el consentimiento de las familias, de dar sosiego a esos cuerpos atascados en un crítico estado de salud, acabando voluntariamente con sus precarias existencias. El empujón definitivo. Labor necesaria y apreciada por esta comunidad sarda, al tiempo que vista con un cierto recelo, como todo aquello que es portador de muerte; es el carroñero que limpia y cuya función se percibe necesaria pero del que se desconfía porque se sabe que a veces actúa sobre la presa no del todo aún muerta; una especie de mal necesario. Esta mujer, Bonaria Urrai, que guarecida en su toquilla negra, ave macabra, ronda en las noches con el objetivo claro de acabar con alguna vida que se niega a partir en medio de una irreversible y desgarradora enfermedad.

Inherente a esta temática, se narra la muerte con sus ritos locales ancestrales, vemos aquí desfilar los preparativos, las plañideras, las attittus (reuniones fúnebres hechas para llorar y contar las gestas del difunto).

Nos enfrentamos aquí al tan controvertido tema de la eutanasia. ¿Cuándo practicarla? ¿En qué condiciones? ¿Quién toma la decisión? Pregunta que el lector no faltará de hacerse y de reflexionar a la luz de su personal cosmovisión y ética. El libro se contenta con presentar el facto, sin ningún juicio, así como el zoólogo da parte de la existencia y de los hábitos del buitre.

Los dos temas que dominan la trama de esta novela, adopción y eutanasia, recaen sobre el mismo personaje: el central (Bonaria Urrai). El primero, de índole noble se ve seriamente empantanado por el segundo, porque el altruismo que se le atribuye a aquél se eclipsa ante lo aciago del segundo. Y es justamente en este contexto de dualidad que se desarrolla el conflicto, ese que perturba a Maria desde que descubre la sombría actividad de su madre adoptiva.

Este libro está escrito en tercera persona como queriendo generalizar las costumbres de un pueblo, da parte de hechos particulares pero que conducen a reflexiones más elaboradas y universales. Lectura recomendada ampliamente.

“– ¿Cuándo termina el luto, tía? (pregunta Maria a Bonaria)

 – Menudas preguntas haces... Cuando acaba el dolor, acaba el luto.”

¿Cuál dolor? ¿Aquél de ver a un cercano padecer inmisericordemente o el que produce el recuerdo del desaparecido?

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