Los viajes son aventura, descubrimiento, sabiduría. Son belleza interna y externa. Son milagros y detalles cotidianos puestos a tu servicio. El mundo se confabula con tus planes para darte de su enorme variedad de experiencias. Te pone un nuevo menú cada día, y por más planes que hayas hecho, te invita al cambio, a lo novedoso, a encuentros inesperados.
Paseaba con mi hijo por alguno de aquellos barrios chinos en una remota ciudad. Llamó nuestra atención un pequeño y agradable establecimiento donde ofrecían degustación de té. Muy complacidos, luego de probar deliciosos té de diversas variedades salimos, no sin antes llamar mi atención una bandeja con galletas chinas, de aquellas que traen un mensaje en su interior. Una de dichas galletas era como si me dijera, tómame, tómame. La tomé y el mensaje decía: “aprende a ampliar tus horizontes día a día”
A eso fui al viaje, a ampliar mis horizontes, en la relación con mi hijo, en el entendimiento de la raza humana, en el compartir con gente muy diversa un instante de sus vidas. En mi capacidad de creación, más allá de lo usual. En observar y asombrarme con lo nuevo en otro lugar, para aprender de aquello que para otra gente es lo cotidiano.
Igual sucedió en otro viaje reciente, en el cual los cambios de planes estuvieron en el cotidiano, fueron inesperados, múltiples y cada uno trajo vivencias que ni hubiéramos pensado con mi esposa cuando hicimos los planes originales. Acabamos en un carrusel emocional impactante y novedoso.
Y todo ha repercutido en una sensación de vivir y degustar cada instante por lo que es y no más allá de lo que es. En un bienestar de mente despejada, de cuerpo relajado y el alma renovada.
Amplías tus horizontes cuando tomas un tiempo y espacio para lo nuevo, para algo por fuera de la rutina. Puede ser un tiempo tan corto como unos segundos para mirar a través de tu ventana y observar un detalle de la vida, que te pasa desapercibido usualmente, o puede durar lo que duran unas cortas vacaciones de una semana o cambiando tu quehacer para el resto de la vida, como cuando te mudas de ciudad o trabajo.
Generalmente amplías tus horizontes con solo unos segundos de estar muy atento a lo que te rodea. Puedes practicarlo ocasionalmente o volver esta actitud, de observador, parte integral de tu existencia. Asombrarte con frecuencia, degustar la vida entera.
Cuando no esperamos que un momento de placer se prolongue más y más, a veces deseando que sea indefinidamente, sino que con facilidad soltamos este momento y pasamos al siguiente momento, ya sea de otro nuevo placer o de dolor, ampliamos los horizontes al dejar que la vida nos presente su menú amplio e infinito, sin forzar lo que debe sucedernos.
Ampliar los horizontes en salud y enfermedad es tener la valentía de enfrentar el dolor y el sufrimiento en todos sus matices, aplicando la sabiduría para encontrar los muy diversos recursos que la medicina te ofrece para curar y sanar. ¿Puedes reconocer en este momento cómo amplias tus horizontes para tu salud en Mente y Cuerpo?