Casi toda la verdad

Vie, 26/11/2010 - 00:05
El libro de María Isabel Rueda, que arranca con un título honesto, termina diciendo una  verdad. Es el fiel reflejo de lo que se cuenta en Colombia, de cómo se cuenta y hasta dónde se cuenta. Los
El libro de María Isabel Rueda, que arranca con un título honesto, termina diciendo una  verdad. Es el fiel reflejo de lo que se cuenta en Colombia, de cómo se cuenta y hasta dónde se cuenta. Los periodistas entrevistados cuentan evidentemente su verdad, y justamente no toda su verdad. Pero acaso hay alguien ¿que hoy le apueste a la verdad? Será iluso, ingenuo, tonto o soñador. Pero, en honor a la verdad, que hoy exista alguien que crea que su interlocutor o su informador le va a contar la verdad y nada más que la verdad, como se recitaba en los juicios de las películas americanas, no es fácil. ¿Verdad que no? Es que la gente se ha acostumbrado a la mentira como verdad. Aparece un testigo que va a denunciar a alguien para que le rebajen su pena, pues sin pena ni gloria volverá verdad su verdad, su acomodada verdad; la que le interese y le dé rebajas, que le dé medios, figuración y hasta notoriedad. Esa que casi siempre es mentira, cuando no verdad a medias o medio verdad, pero casi nunca verdad a secas. Aparece un libro escrito sobre un capo, una confesión de un narco, una autoentrevista de un paramilitar, una reseña de una periodista victimizada y sencillamente lo que van a contar es sólo lo que no los incrimine, no los deje mal parados con sus séquitos, o los exculpe. Siempre será otro el de la motosierra, otro el que mandó matar, otro el que traficó, lavó o distribuyó o engañó. Puede creerse que haya quien vaya a decir la verdad de las chuzadas, la de la yidispolítica, la de la terna para fiscal, la de las fiestas con narcos, la de las cuatrimotos,  la de Job, la de las zonas francas. ¿Alguien cree que los Nule están diciendo la verdad o sólo parte de ella?. Y, por supuesto, el representante Olano irá a decir la verdad o sólo un poquito o será casi toda la mentira. Los Moreno, incluyendo a Don Bernardo (y excluyendo a Pedro Juan porque ya ni siquiera se dice la Otra Verdad) ¿irán a decir toda la verdad o casi toda, o casi ninguna? ¿Las parejas se dicen la verdad, los amigos, los socios, los novios? Creo que si seguimos preguntando por la verdad nos quedarían algunas mamás y los niños, y eso hasta cierta edad, cuando no han conocido el valor de la mentira. El jugo que se le saca aunque sea costoso en el fondo de la conciencia. La verdad no existe porque la mentira se impone, se vende más, se acepta más, y, obviamente, renta más. Yo sinceramente creo que nadie hoy por hoy dice la verdad. Esa que uno se imaginaba como sagrada cuando Cristo decía a sus discípulos: en verdad en verdad os digo que tal cosa, o cuando la Santísima Trinidad nos informaba que se trataba de un sólo Dios verdadero. En este país del Sagrado Corazón, de Macondo, de Uribistas y antiuribistas alguien espera ansiosamente la verdad como antesala de la reparación o preámbulo del olvido o anuncio del perdón. La verdad sea dicha ahí manece. Las víctimas se quedarán sin verdad, porque los victimarios saben vender muy bien sus mentiras. Siempre hay quien las compre, quien las necesite y quien las utilice contra un enemigo. El asunto de verdad es serio. La verdad se nos quedó en los escudos de los colegios, lux et veritas, decían con altivez. Pero como la verdad duele, la verdad hace daño, la verdad engendra el odio, nada es verdad y otras tantas frases mentirosas se tomaron el mundo, pues las que hacían alusión a la verdad con cierta ilusión como: la verdad os hará libres, por la verdad murió Cristo, en el vino está la verdad, en la naturaleza está la verdad, la verdad lo conquista todo, la verdad vence, la verdad es hija del tiempo, quedaron relegadas por la realidad, que también es la verdad y no nos queda otro camino que aceptarla. Aunque algunos románticos canten todavía como Facundo Cabral, vuelve abajo, porque abajo... está la verdad. Ya que todavía cantamos y todavía soñamos podemos aspirar a decir como dijo alguien Soy amigo de Platón pero lo soy más de la verdad. Aunque la verdad es relativa, diría Eistein
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