Chávez y las izquierdas

Lun, 11/03/2013 - 01:03
Puede parecer una herejía. Que no se venere con toda plenitud la vida y obra del presidente Hugo Chávez podría ser un pecado para buena parte del univers

Puede parecer una herejía. Que no se venere con toda plenitud la vida y obra del presidente Hugo Chávez podría ser un pecado para buena parte del universo de la izquierda latinoamericana. Pero una cosa es el pesar por su muerte y la solidaridad con sus millones de seguidores, y otra muy distinta negarse a una lectura crítica de su legado. Proponernos no caer en la tentación religiosa de endiosar a nuestros líderes.

Por fortuna la izquierda no se agota en Chavez. El chavismo solo representa una de sus expresiones. Como “Socialismo del Siglo XXI” se autodenominó. Y justo es reconocerle sus aciertos.  Su vocación por la igualdad social se tradujo en una redestribución relativa de la casi inagotable renta petrolera venezolana. No pudo superar el carácter rentista de la economía, pero con ella financió su agresiva política de asistencia social. Las famosas misiones en salud, alfabetización y alimentación, así como las inversiones en vivienda popular, permitieron el acceso a millones de venezolanos al disfrute de derechos sociales.  Porque la Venezuela heredada por Chávez vivió una experiencia de Estado de Bienestar que no alcanzó para incluir a quienes sobrevivían distantes de la economía petrolera, mientras buena parte de las rentas del negocio de los combustibles quedaban en manos de las élites o en la cadena de la corrupción estatal. Pero tuvo también Chávez la virtud, como el populismo latinoamericano, de conectar con la política a grandes masas urbanas y rurales. Una especie de politización de la sociedad que se expresa en registros históricos de participación electoral como los acontecidos en su última elección. Solo que no corre aún por cuenta de un sistema de partidos, como en las democracias modernas. Hasta ahora ha sido un torrente popular que circula alrededor de su carisma y liderazgo personal. Liderazgo de alcances continentales que combinó la idea de la solidaridad internacional, tan cara a las izquierdas, con un estilo altanero ante Estados Unidos y sus aliados. Chávez no se quedó solo en la ayuda económica a los países amigos. Dedicó esfuerzos inmensos en promover una institucionalidad internacional propia a través del ALBA y Unasur. A la izquierda chavista le falta lo que le sobra a la izquierda democrática de América. También es justo decirlo. Porque mientras el chavismo surgió de un arrebato golpista, las otras izquierdas del continente vivieron un proceso de construcción política y social de alcances históricos. Las experiencias del Partido de los Trabajadores del Brasil o del Frente Amplio de Uruguay o del Partido Socialista de Chile, revelan un gusto por los proyectos colectivos y una desestimación de los personalismos. Un gusto también por la moderación y un respeto por los principios y pilares de la democracia liberal que la salva de los autoritarismos que tanto daño le han hecho a los sueños de sociedades más justas. Una izquierda que asume la tarea de construir sociedades de clases medias, de erradicar todo tipo de discriminación y de acatar la división y el equilibrio de los poderes públicos. Y que asume las causas verdes como una lucha por la justicia intergeneracional. El principal desafío del Chavismo, después de Chávez, es precisamente convertir los ríos de gente que acompañan su féretro en una fuerza política democrática.
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