China, la grande

Lun, 12/10/2015 - 00:54


Todo el mundo habla de China. Desde hace
China1 Todo el mundo habla de China. Desde hace varios años se ha convertido en una verdadera potencia exportadora de bienes de consumo. El PIB es el segundo del mundo, creciendo al 9.92% en promedio anual desde 1989, todo por una gran reforma económica estructural encausada hace más de tres décadas. No hay un solo círculo empresarial que no hable de China y claro, del terror que es competir con productos de ese país por la competitividad de sus precios. Lo cierto es que me decidí a aventurar por un poco más de dos semanas y conocer algunas ciudades. Cuando visito lugares nuevos siempre me llevo algún libro de historia, me gusta mezclarme entre la gente, ando en bicicleta, camino sus parques, hablo con a la gente del común y me dejo sorprender. China es realmente fascinante. Es el primer país comunista que conozco, con 57 diferentes etnias que los hace particularmente diversificados. Comencé por Beijing con 23 millones de habitantes. Llegué el día después del muy conocido Desfile Militar que conmemoró los 70 años del fin de la II Guerra Mundial. En Europa acabó primero por la rendición alemana y más adelante en China con la rendición de Japón que alcanzó a matar alrededor de 60 millones de chinos, mayor que el genocidio de Stalin que se llevó por delante cerca de 21.5 millones de rusos, incluido el Holodomor o hambruna en Ucrania promovida por él mismo y que cobró la vida de 10 millones de personas. Lo que uno no se imagina es que los jóvenes chinos siguen considerando a Japón su principal rival. “Las cuentas no se han aclarado; Japón jamás ha pedido perdón a nuestro país por los delitos de guerra. Por el contrario, Japón manifiesta que ayudó al Estado Chino a hacer una limpieza social durante la guerra.” Eso me comentó una pareja joven, historiadores ambos, y que vivieron 6 años en los Estados Unidos. Sin embargo les pregunté, “¿Cómo puede un dictador comunista como Mao Zedong, el mayor genocida del siglo XX sobrevivir a su propia historia con 70 millones de muertes a cuestas superando la cifra de muertes de Hitler, Stalin y Pol Pot en su conjunto? Su respuesta fue simple: “Ah no! Mao es nuestro ídolo, un verdadero héroe; tenía coraje y humildad. Devolvió la soberanía y dignidad al pueblo y eso tenía que tener un precio. La Revolución Cultural fue lo que hizo que nuestro país despegara, sino, pregúntele a cualquier chino”. De Beijing seguí a Dalian, pequeña ciudad costera con la no despreciable cifra de 7 millones de habitantes, para asistir al Foro Económico Mundial de la región. Del Foro saqué varias conclusiones. América Latina está muy lejos del desarrollo sostenido que ha tenido Asia Oriental y Pacífico los últimos años. Mientras en Asia crece a un 7.2% del PIB, América Latina en un 0.5%. Mi padre de niña me decía: “Quieres ver qué tan rica es una nación? Mira su infraestructura y el empuje de su gente”. Y eso es así; tan solo hay que recordar el terremoto y tsunami del Japón en el 2011 con imágenes devastadoras y pérdidas de más de 270 mil millones de dólares. En dos años y medio lograron recuperar su infraestructura en un 85% y aprovecharon a hacer una inversión en tecnología de clase mundial, asegurando el uso eficiente de energía y sostenibilidad ambiental en las viviendas. Eso es pensar en grande, con verdadera planeación y en el futuro. Recuerdo cuando viví una época en Hirakata-Shi, una pequeña ciudad cerca a Osaka en los noventa. Si hay algo que recuerdo de los japoneses y asiáticos es que son disciplinados, se fijan metas serias, son constantes y meticulosos. El bien común está por encima del interés individual; cuidan sus parques; dan una gran importancia al civismo colectivo; respetan la naturaleza y admiran sus ancestros. Sin embrago, no todo es tan perfecto, porque los países por desarrollados que sean tienen cierto nivel de pobreza. En el caso de China traté de encontrar cifras de pobreza nacional, pero claro, es un gobierno comunista y esas cifras no se revelan de manera oficial. Algo encontré en The Economist (ref. Banco Mundial) que confirma lo de siempre; una nación que crece económicamente tan rápido después de haber sido pobre por décadas, debe tener todavía una desigualdad muy marcada, aunque con un crecimiento desbordado de la clase media. China central y occidental, cuya mayoría de sus ingresos provienen del agro, son más pobres que las ciudades costeras del este; no hay sino que observar la pobreza histórica de los habitantes del Tíbet. Después de Dalian seguí a Shanghái, con 26 millones de habitantes y con un dinamismo económico y cultural muy particular. Fantástico es recorrerla caminando el Bund y ver la influencia rusa y europea de años. En mi paso por el bello parque Fuxing un domingo de sol vi que es usual que la gente mayor diariamente jueguen cartas, canten en coros, toquen instrumentos al aire libre y bailen. Los profesores jubilados de danza y músicos enseñan a todo quien se cruce, incluyéndome. Es común ver hombres jubilados a los 60 y mujeres de 55 años. Mi última parada fue Hong Kong con 7.2 millones de habitantes. Es, sin duda, la ciudad más europea y moderna de China. Volver al capitalismo real y despertar me hizo recordar el libro Conscious Capitalism de un gran amigo y profesor de Babson College, Raj Sisodia: “1989 fue el año del levantamiento en la Plaza Tiananmen y la caída del muro de Berlín como símbolos evidentes del colapso del régimen comunista. El capitalismo y la democracia por fin finalizaron su batalla y ahora el debate está en qué tipo de democracia y en qué grado de libertad se asentarán las naciones”.  Coincido con Raj en que no hay un sistema que genera mayor prosperidad y mayor impacto en las personas que el capitalismo y la libre empresa, aún con las disyuntivas de Adam Smith. Durante mi regreso a Bogotá pensé en otras cosas que me sorprendieron de China. Las mujeres ganan más que los hombres en cargos parecidos y poco existe impunidad sobre los delitos sexuales. La religión menos predominante es la budista. Según ellos, el Dalai-Lama es una creación del Occidente. China se ha vuelto tan costoso, que desde hace un tiempo está contratando mano de obra en países como Brasil.
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