Colombia se la juega toda

Mié, 16/05/2018 - 05:28
Nuestro sufrido país vuelve a recobrar la esperanza perdida, la misma que surgió a comienzos de este siglo cuando apareció en el horizonte político un líder de la magnitud de Álvaro Uribe, en un
Nuestro sufrido país vuelve a recobrar la esperanza perdida, la misma que surgió a comienzos de este siglo cuando apareció en el horizonte político un líder de la magnitud de Álvaro Uribe, en uno de los momentos más críticos de su historia. Ahora, dieciséis años después, es en Iván Duque en quien confiamos los colombianos para que nos guíe por un camino de prosperidad, esta vez sin reverso. ¿Estaremos a la altura de este reto o nos dejaremos apabullar por las siniestras fuerzas que pretenden seguir detentando el poder después de ocho años de desastres? La oposición es mayoría y decidirá quien será el próximo presidente, de eso no hay duda, y tenemos el deber de hacer respetar la voz del pueblo que es la nuestra. Hemos presenciado como el ejercicio del poder se convirtió en lo más abyecto en manos de Juan Manuel Santos, un personaje de las más bajas condiciones morales e intelectuales que ha ocupado ilegítimamente la presidencia desde un funesto 7 de agosto de 2012. No podemos permitir que la posta se la pase a uno de sus compinches, como ocurrió en Venezuela cuando Chávez condenó a su pueblo a ser gobernado por alguien que lo superara en incompetencia y perversidad. ¿Qué mayor castigo podría recibir Santos que el de verse obligado a entregar la presidencia en las manos de un estadista de las mejores condiciones, cuando está condenado a cargar con el lastre de ocho años de mal gobierno de los que quedan evidencias suficientes para que la historia lo califique como el peor mandatario de Colombia superando a tantos tan nefastos? Y qué alivio sentiría si fuese alguien peor que él quien gobernara el país por cuatro, ocho, doce o los años que le venga en gana, como lo ha proclamado sin pestañear un tal Petro, cuya presidencia, Dios no lo quiera, sumiría al país en la mayor de las miserias. Con Duque las cosas van a ser muy diferentes y nuestro deber es protegerlo. Se ha recorrido un largo camino para lograr la proeza, como oposición, de tener las mayores probabilidades de ganar las elecciones. No sé si estemos plenamente conscientes de la gravedad de este momento. Colombia se la juega toda: o perecemos como nación o resurgimos de las cenizas dejadas luego de que un gobierno corrupto e inepto que se puso a jugar con fuego. En diez días tendremos una oportunidad que no podemos dejar pasar, si nos descuidamos las consecuencias serían irreparables. No podemos confiarnos al saber que estamos en la mira del mundo, somos únicamente nosotros quienes determinaremos el futuro de Colombia como nación libre. Por nuestros hijos, por nuestros nietos, por nosotros mismos asumiremos este reto como si nos jugáramos en él la vida. Con cuánta esperanza nos estarán viendo los hermanos venezolanos pero también con cuánta prevención habiendo ellos sufrido las consecuencias de no haber tomado plena consciencia del significado de unas elecciones y, en 1999, haber optado por la peor opción. Contar con un candidato de lujo como lo ha sido Iván Duque durante esta campaña, sorteando toda clase de obstáculos para ganarse el cariño del pueblo en cada rincón del país, presentando un programa claro de gobierno -porque esto no es cuestión de ideologías sino de ideas aplicables- y haciendo promesas que son recibidas con jubilo por un pueblo que conoce de primera mano las desgracias que acarrea el ser mal gobernado y las grandes ventajas individuales y colectivas de tener en la presidencia a una persona justa, noble, trabajadora y capaz.
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