Así venía el cansado proceso de dialogo por la Paz realizado en La Habana-Cuba, entre el gobierno del Presidente Santos y los delegados de las Farc. Tan sediento de buenas acciones y gestos que le permitiera resistir la cantidad de críticas que le hacían por todas partes, como consecuencias de la desastrosa táctica guerrillera al emprenderla contra los oleoductos y nuestro maltrecho medio ambiente, indispensable para nuestra supervivencia en la tierra. La preocupación inicial le dio pasos a la angustia real de la posibilidad de ruptura del proceso de Paz, como ya había ocurrido en los gobiernos de los presidentes Betancur, Gaviria y Pastrana. Las palabras expresadas por Humberto de la Calle, jefe del equipo negociador del gobierno, cayeron como un balde de agua fría sobre las cabezas de los colombianos esperanzados y amantes de la paz, cuando le dijo al curtido periodista Juan Gossain, en entrevista que le concedió a los medios el día domingo 5 de julio, “Es probable que un día las FARC no nos encuentren en la mesa”. Con esta escalofriante sentencia el gobierno notificaba a la opinión nacional, internacional y a las guerrillas de las Farc, que nos encontrábamos en el punto más frágil del proceso y que solo acciones verdaderamente significativas podrían enderezar un proceso de dialogo que ha mostrado síntomas de agotamiento crónico.
La reacción no se hizo esperar. Cuba y Noruega, los dos gobiernos de la comunidad internacional que más han ayudado a vivir y progresar este complejo proceso de Paz, juntos con Venezuela y Chile, salieron ante la opinión pública a demandar y casi a suplicar que era necesarios gestos de Paz que recompusieran la agotada situación de los diálogos, como establecer un acuerdo de cese al fuego bilateral, y en la mañana del miércoles 8 de julio los colombianos recibimos como “agua para el sediento” el anuncio de las Farc, desde La Habana-Cuba, un nuevo cese unilateral del fuego a partir del próximo 20 de julio de 2015 y durante un mes.
El jefe del equipo negociador por parte de las Farc, Iván Márquez fue claro al decir que recogían el espíritu del llamado de los países garantes del proceso con la esperanza de facilitar la concreción del cese al fuego bilateral y definitivo. Además, expresó su deseo de contribuir al desescalamiento urgente del conflicto armado para evitar el sufrimiento al pueblo colombiano y mostró la necesidad de implementar medidas de construcción de confianza que lleven a un acuerdo de cese al fuego y de hostilidades bilaterales definitivas, así como otros acuerdos sobre los derechos de las víctimas. Además, ratificó su disposición a poner fin a la guerra y continuar con el proceso de Paz.
El portavoz adjunto del Departamento de Estado de los EE.UU., Mark Toner, celebró el anuncio del alto al fuego unilateral decretado por las Farc. De igual manera la Organización de las Naciones Unidas –ONU– calificó de muy favorable el cese al fuego anunciado por las Farc “Se trata de un primer paso muy significativo hacia el desescalamiento de las hostilidades” dijo. Del mismo modo el Presidente Juan Manuel Santos valoró la nueva tregua unilateral de las Farc aunque los conminó acelerar los Diálogos de Paz para llegar pronto a los acuerdos definitivos.
No deja de ser preocupante que ciertas facciones políticas donde sobresale el Centro Democrático estén dedicados todo el tiempo a sabotear los esperanzadores avances que se logran construir en los diálogos de La Habana. Esta es una confrontación que ni ellos, que se dedicaron todo el tiempo y todos los recursos pudieron terminar por la vía militar, lesionando de paso, seriamente los Derechos Humanos de muchos colombianos. Es hora de decirles, con el respeto de usanza, que le permitan al señor Presidente Santos conducir su política de Paz en el interior del país, ya que tan buenos y plausibles resultados ha logrado frente a las conocidas dificultades de fronteras con los países hermanos.
Dado lo anterior, corresponde a todas las partes involucradas en el proceso hacer un especial esfuerzo de entendimiento, entre ellas las Farc, quien debe tomar conciencia de que su único camino real para lograr el objetivo social de: mejores condiciones de vida para los campesinos y sectores más desprotegidos de la sociedad, es incursionar en el mundo político, y desde allí convocar, aglutinar y liderar procesos de verdadero crecimiento integral del desarrollo colombiano, donde se articulen de manera armónica propuestas que respondan a necesidades urgentes de hoy, cuyo enfoque solo se puede hacer desde una concepción ecológica, porque si examinamos cada uno de los derechos fundamentales de la Constitución Colombiana, su atención de fondo requiere no solo la ecología de los recursos de la tierra, sino además la ecología humana, pues ambos hacen parte de un mismo sistema. Permítanme soñar a las Farc como movimiento político, con un proyecto de nación saludable que articule y otorgue igual atención a: la sustentabilidad ecológica, a la justicia social, al desarrollo económico y al engrandecimiento personal de cada colombiano, cuatro factores que se necesitan y fortalecen entre sí. El poder situarse por fuera de cualquier interés capitalista, le puede permitir liderar con fuerza objetivos altruistas que trascienden los límites nacionales, incluso regionales para ubicarse a nivel de las necesidades planetarias.
El país confía en que la madurez política de las Farc les permita solucionar con altura las graves dificultades inherentes a una negociación de esta magnitud. Los ojos del pueblo colombiano y de la comunidad internacional están puestos sobre los diálogos como caminos esperanzadores hacia la Paz. Es deber no defraudarlos.
Exembajador de Colombia en Europa.
Vicepresidente del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH).
Como agua para el sediento
Jue, 09/07/2015 - 14:46
Así venía el cansado proceso de dialogo por la Paz realizado en La Habana-Cuba, entre el gobierno del Presidente Santos y los delegados de las Farc. Tan sediento de buenas acciones y gestos que le