¿Cuánto podemos beber habitualmente?

El Tiempo publicó hace dos semanas una nota sobre un estudio (“Siete de cada diez colombianos han consumido licor en el último año”) realizado en Colombia y América Latina por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales con sede en Costa Rica sobre consumo de alcohol. Como en toda investigación hay resultados que deben analizarse con cuidado: “El consumo per cápita de alcohol, en general, es de 6.3 litros por año…mucho más bajo que en Europa, donde es de 13 litros”. Pareciera que estamos ante una paradoja colombiana: bebemos menos que los europeos pero sufrimos los mismos o peores efectos como accidentes automovilísticos, violencia familiar y enfermedades asociadas al alcoholismo. Podríamos adelantar una primera conclusión, no es que bebamos más sino que bebemos mal. Aunque nos sorprenda, consumir 6.3 L o 13 L de alcohol al año no es beber en exceso. Correspondería a 17 ml diarios en Colombia y 36 ml en Europa. Ambas cifras de consumo diario por habitante, en Colombia y en Europa, estarían en lo aceptado como consumir alcohol con moderación, entre 16 y 40 ml diarios aproximadamente. Más no en todos los casos, pues podríamos beber esa cantidad en corto tiempo y circunstancias equivocadas: en atracones o parrandones (lo que se llama “binges” en inglés), en pandillas o grupos violentos, en la adolescencia temprana, antes de conducir, durante el embarazo o en momentos de despecho y depresión. Desgraciadamente todo lo anterior parece ser frecuente en nuestro país. Hay dos preguntas relacionadas al consumo de alcohol que nos gustaría considerar: ¿desde cuándo bebe el hombre? ¿Qué es beber con moderación y cuáles son sus beneficios?  Se han encontrado vasijas para la fermentación de bebidas desde el Neolítico, 10.000 años atrás. Tabletas sumerias muestran grupos de hombres bebiendo todos juntos de un mismo recipiente. Se han rescatado recetas egipcias para la cerveza. Hace un tiempo leí que se había intentado seguir una de ellas en nuestros días y el resultado fue una cerveza floja (bajo contenido alcohólico) de mal sabor. El vino también debe haberse descubierto en los alrededores del Mediterráneo, por lo menos desde los días de Noé como narra la Biblia. Entonces el hombre consume alcohol desde la antigüedad, sobre todo en grupo y con preparaciones de baja graduación. La destilación que produce bebidas espirituosas es un hallazgo medieval. Su popularización se debe a los árabes, los monjes cristianos y algunos médicos como Arnau de Vilanova. Estos licores destilados llevan a la producción de la llamada aqua vitae, agua de la vida en latín, con muchos derivados, entre ellos nuestro aguardiente. El llamar aqua a estas bebidas alcohólicas nos lleva a una explicación del porqué el hombre las prepara y consume en distintas culturas a través del mundo y la historia. Los condimentos en la comida de algunas civilizaciones de los ríos como India se usaron para controlar un poco la contaminación bacteriana de los alimentos.  En esas poblaciones eran frecuentes las enfermedades como el cólera transmitidas por el agua. Algunos investigadores han propuesto que similarmente se usó el alcohol para conservar el agua por más tiempo.  Entonces ese nombre medieval para ciertos licores (agua de la vida) tiene un profundo significado. Pero si diversos grupos humanos produjeron bebidas alcohólicas y se adaptaron a su consumo, debemos pensar que hay algo beneficioso en su consumo.  Pues sí.  La curva de mortalidad asociada al alcohol tiene forma de U.  En otras palabras, se registra mayor mortalidad en abstemios estrictos, hasta un 20% en diversos estudios, y también aumenta al extremo opuesto en quienes consumen alcohol en exceso: un 40% de accidentes están asociados a beber, además de otras enfermedades causadas por alcoholismo crónico como cirrosis, pancreatitis, avitaminosis, depresión y suicidio. El secreto está entonces en  beber con moderación.  En quienes así lo hacen se ha encontrado disminución de enfermedad coronaria, derrames cerebrales, stress e hipertensión arterial. Esta es la llamada “paradoja francesa”, distinta a la paradoja colombiana que mencionamos arriba: los franceses tienen los mismos factores de riesgo para infarto de miocardio que los ciudadanos del Reino Unido pero menos eventos coronarios, y esto se ha explicado por los hábitos de consumo de alcohol en Francia. Entre nosotros un consumo diario moderado sería: 1 o 2 cervezas en mujeres, 2 o 3 en varones. 1 o 2 vasos de vino, medida de bar de licores espirituosos, por ejemplo, en cócteles.  Subrayemos el “o” de las anteriores recomendaciones. Ya dijo Dorothy Parker sobre los martinis: “son como los senos femeninos, uno es poco, dos es suficiente, tres es demasiado… Después de tres me encuentran bajo la mesa, con cuatro bajo el dueño de casa”.  Entonces hay límites, y en Inglaterra también se aconseja no consumir por 3-4 días si los hemos sobrepasado.  Beber con moderación parece recomendable y saludable.  O como se dice en francés: “¡À votre santé!”