Daniel Coronell, Twitter y la protesta digital

Mié, 05/06/2019 - 11:12
El 13 de octubre de 2009, la Revista Semana tituló: “El Tiempo despide a la columnista Claudia López”.  Luego dijo en su artículo: “La columnista criticó la
El 13 de octubre de 2009, la Revista Semana tituló: “El Tiempo despide a la columnista Claudia López”.  Luego dijo en su artículo: “La columnista criticó la forma como el diario cubrió el tema de Agro Ingreso Seguro y señaló el aparente conflicto de intereses entre el periódico y el candidato Juan Manuel Santos”. Al final de la columna de López, se agregó el siguiente texto para comunicarles a los lectores la decisión. "EL TIEMPO rechaza por falsas, malintencionadas y calumniosas las afirmaciones de Claudia López. La Dirección de este diario entiende su descalificación de nuestro trabajo periodístico como una carta de renuncia, que acepta de manera inmediata". Semana no es el primer medio ni será el último que viva una controversia por sus decisiones editoriales y de personal. El debate siempre será álgido al verse comprometida la libertad de expresión de un columnista a la hora de criticar el medio en el cual publica. Los casos de López y Daniel Coronell han sido en todo caso muy sonoros y, más allá de lo bueno, lo arrogante y lo malo que se ha dicho de este último, ahora el episodio cuenta con un matiz muy especial: las redes sociales. Iracundos, miles han protestado por la decisión de Semana de no contar más con las columnas de Coronell. Esta protesta, además de la exposición de los mensajes iracundos, ha tenido como eco dejar de seguir las cuentas de la Revista.   En Twitter todos son jueces y esta no fue la excepción. Tras el temblor periodístico, la cuenta @RevistaSemana en Twitter perdió casi 40.000 seguidores en unos siete días. Suena mucho, pero ahora ‘solo’ tiene 4.170.000, aproximadamente. Es decir, menos del 1 % dejó de seguir la cuenta. ¿Es eso grave? Si cada uno de esos seguidores le pagara a Semana 10.000 pesos al mes por la suscripción, estaríamos hablando de 4.800 millones de pesos al año. Así sería muy grave. Pero lejos está eso de hacerse realidad.  En Twitter la gente tiene un espacio abierto de debate, pero también de emociones y opiniones, en algunos casos, sin fundamento. La protesta digital ha ido más allá. En Instagram, Semana perdió 7.000 seguidores en casi tres días, pero ya empezó a crecer nuevamente y está por los 818.000. Con el paso de los días, la tendencia en el número de seguidores se normalizará, aunque hay un daño que podría ser recalcitrante en términos prácticos y de negocio porque los suscriptores vigentes podrían no renovar la suscripción disgustados por el caso Coronell y será más difícil, sin duda, conseguir nuevos adeptos dispuestos a pagar porque ahora –quizás- no creen en el medio.   Se podrá decir que esta situación con Daniel Coronell le jugará muy en contra a la reputación de la Revista, aunque lo cierto es que también manchará al gremio porque el público actual suele generalizar. No solo afectará por la difusión digital que se esparció y que a diferencia de hace 10 años no existía con sus tendencias y hashtags, sino porque la gente en redes sociales le recuerda al mundo muy fácilmente lo que antes se publicó, lo que se dijo y lo que se respondió. Bienvenida esa ‘memoria’ digital. En el futuro, cada vez que Coronell publique sus columnas–donde sea y cuando sea que lo haga- muchos dirán de nuevo – a su manera- por qué se fue de Semana. Todos hemos servido calificativos a lo que tristemente pasó. Casi todo se ha dicho. Un medio tiene el derecho de contar con la gente que quiera; un periodista de trabajar donde guste. Muy poca gente puede vivir de una columna, dijo el propio Coronell. La amenaza final es, empero, para todos, porque si pierde el periodismo en realidad pierde la gente, la sociedad en sí misma. ¿Hay mejores periodistas que medios en Colombia? Hace poco, un colega me compartió semejante pregunta. El daño está hecho, pero hay que seguir remando, así sea contra corriente, contra la censura y la autocensura. En momentos en los que se añoran suscriptores digitales e impresos para hacer rentable el negocio –porque no hay que olvidar que esto es un negocio y no una fundación de caridad-, lo que pasó con Semana es un golpe que sufrimos en el periodismo, en su reputación. Hay algo claro y es que la gente cada vez más cuestiona y desconfía de las instituciones tradicionales –el Estado y la Iglesia, por ejemplo- y una relación tan cercana del periodismo con ellas es demasiado sospechosa para las nuevas audiencias. Eso, además de la mala calidad periodística, impedirá que una persona pague por contenido o suscripciones digitales hoy en Colombia.  Hay que tener demasiado cuidado porque vivimos épocas peligrosas, de polarización e incertidumbre. La credibilidad es como la confianza: te demoras años en conseguirla y la puedes perder en un minuto. Hasta en un tuit. Algunas posiciones sonoras del caso Daniel Coronell “Para mí, solo salió perdiendo ‘Semana’. Daniel es probablemente uno de los columnistas más influyentes del país; todos los medios van a querer su columna, y a donde se vaya la gente lo seguirá. Perder un periodista de esa talla tiene un costo muy alto para la revista, y eso no tiene sentido negarlo. Este es un final triste de una relación muy fructífera que, en mi opinión, le aportó mucho al periodismo colombiano durante dos décadas. Pero, como usted misma (María Isabel Rueda) dijo en La W, cuando se acaba la confianza en un matrimonio lo que sigue es el divorcio”: Felipe López, fundador de Semana, en El Tiempo. “El despido de Daniel Coronell de la revista Semana a través de una llamada de Felipe López no sólo es un rudo golpe a la libertad de expresión, sino una muestra de hasta qué punto pueden llegar las alianzas de los poderosos cuando se trata de callar verdades incómodas”: Piedad Bonnet, en El Espectador La revista Semana lamentablemente comprometió su credibilidad e independencia, y ahora tiene más problemas por resolver que antes de echar a Coronell, pues tendrá que escoger como su reemplazo a alguien que tenga la misma valentía y vocación de denunciar asuntos relevantes para el interés y la moralidad públicos, pero que a diferencia del columnista sacrificado no se atreva a enjuiciar a la revista. Tarea nada fácil”: Ramiro Bejarano, en El Espectador. “Frente a este episodio, creemos que reconocer públicamente los errores, en cabeza del director de la revista, Alejandro Santos, es necesario para aprender las lecciones del caso y fortalecer así nuestra manera de ejercer el oficio. Una postura autocrítica es quizá en estos momentos la mejor fórmula para mejorar el periodismo que hacemos en SEMANA. Este episodio nos duele aún más teniendo en cuenta que SEMANA ha sido quizá el medio que más ha denunciado en Colombia la corrupción en las Fuerzas Armadas”: Editorial de Semana. “En su editorial @RevistaSemana dice ‘lamentamos la salida de Daniel Coronell’, @DCoronell no ‘salió’ de Semana, a Coronell lo sacaron por tener el ‘atrevimiento’ de pedir en su columna una explicación que hoy finalmente la revista trata de entregar”: Félix de Bedout, en Twitter. “En un país como Colombia, los periodistas independientes no podemos terminar acuchillándonos entre nosotros mismos, porque quienes terminan ganando son los que se sienten expuestos con nuestras plumas. No nos podemos dar ese lujo. Como tampoco hay que ceder ante la dictadura de las redes que nos elogian un día para destrozarnos al día siguiente”: María Jimena Duzán, en Semana. “El jefe de un periodista no es el dueño del medio para el que trabaja, sino sus lectores; el patrimonio real de una empresa editorial no son sus bienes y utilidades, sino su independencia y su credibilidad. Y después de este incidente, ese patrimonio ha quedado abollado”: Daniel Samper Ospina, en Semana. “(…) esos tres errores sumados, el de la tardanza de la revista, el de la arrogancia del columnista, y el de la ira del fundador y dueño, le han hecho un gran daño a Colombia. Al golpear la credibilidad de una de las pocas publicaciones de prensa que todavía gozaban de alguna, nos dejan huérfanos, columpiándonos entre la propaganda de los poderes políticos y económicos y la irresponsabilidad de las libérrimas pero engañosas redes sociales. ¿A quién creerle? A nadie.”: Antonio Caballero, en Semana. “Cada quien es libre de pensar lo que quiera, pero de pésimo gusto llamar ‘arrogante’ a un periodista que trata de establecer la verdad. ¿Acaso no era eso el periodismo? ¿O es que reformaron las bases del oficio y no nos avisaron?”: Gustavo Gómez, en Twitter. “Los dueños de los medios van a tener que entender que su negocio no existe sin los periodistas y sus historias, pues estos son el alma de sus empresas. Porque el capital de un medio no consiste solamente en tener unas finanzas sólidas. No, lo más importante es la credibilidad, y esa no se compra ni con todos los billetes del mundo”: Vicky Dávila, en Semana. “No me cabe duda de que la columna de Daniel volverá más pronto que tarde en uno de los grandes medios escritos, así que no perderemos sus denuncias ni su rigor. Por eso, lo que ha pasado no lo lamento por él, que bien ganado tiene el prestigio que le permite ser escuchado sin necesidad de medios tradicionales, sino por los reporteros y por Alejandro Santos, su director, pues han sufrido una derrota que mina la credibilidad del medio en el que trabajan y su ardua lucha por sobrevivir. Algunos dirán que la opción era hacer como si nada, o sea, ¿pretenden que no se le respondiera semejante crítica a Daniel Coronell?”: Claudia Palacios, en El Tiempo. En Twitter: @javieraborda
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