
En la refriega política por el sexo de Gina, o mejor, por el asunto de las cartillas para impartir educación sexual en las escuelas (la ministra dice que no existen y los uribistas que miente), el desencanto fue general.
Quizá la única frase sobresaliente –distinta a “soy lesbiana”, de Gina Parody- la pronunció la escritora Yolanda Reyes, gran escritora para niños, que acaba de publicar un libro para adultos sobre el tema de la adopción.
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Reyes dice que el debate y las cartillas son una especie de pre-Icfes sobre el plebiscito, pero que el fondo de la cuestión es que “la escuela tiene que ser un territorio que debe abrirse a la diversidad, debatiendo los prejuicios existentes”.
-“En el país nunca se había hablado sobre la escuela y la educación, más allá de si mi hijo quiere vestirse de niña”, asegura la autora de “Qué raro que me llame Federico”, que lanza este jueves la editorial Penguin Random House, “que hurga en la herida del problema de la filiación, del abandono y de una de las decisiones más trascendentales que alguien puede tomar: la de adoptar un hijo” (Piedad Bonnett).
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La profesora universitaria Claudia Dangond dice que el debate no debe centrarse en si el ministro es hombre, mujer o algo distinto, razón por la que considera que la discusión en el Congreso fue triste y pobre. –A no ser (explica ella) que la estrategia hubiera sido asumir de víctima y ponerse sobre las cuerdas.
-El funcionario público no puede bajarse a ese nivel. Su preferencia sexual no es lo que interesa. La oportunidad de profundizar en la educación sexual fue una ocasión perdida, opina Dangond (hija del gran historiador Alberto Dangond, una reconocida biblia del conocimiento).
El senador José Obdulio Gaviria (Centro Democrático) dijo en Todelar que el debate fue desviado, porque el sexo de la ministra no era lo importante sino las políticas públicas. –Lo demás es falaz. Nadie hizo consideraciones sobre el sexo de Gina, anotó.
La representante María Fernanda Cabal acusó al senador Armando Benedetti de “mensajero encargado de lavarle la cara a los errores del gobierno” y –en desarrollo de ese papel- torpedear el debate con la ministra.