El país con más desplazados internos en el mundo

Vie, 30/08/2013 - 15:10
Por encima de Irak y Sudán, Colombia es el país con más desplazados internos en el mundo con 5.3 millones de personas desplazadas, según el informe del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Intern
Por encima de Irak y Sudán, Colombia es el país con más desplazados internos en el mundo con 5.3 millones de personas desplazadas, según el informe del Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno. El documento presentado ayer en Ginebra atribuye al conflicto armado interno sufrido por Colombia desde el año 1960 la totalidad de estos desplazamientos. Pero vale la pena ahondar en las raíces del problema de desplazamiento y cuestionarse qué porcentaje de la población desplazada ha tenido que abandonar sus tierras por violencia y qué otro ha tenido que hacerlo por falta de oportunidades económicas para subsistir en el campo. Queda la duda, a partir de las políticas públicas y económicas adoptadas por los gobiernos pasados, de que sea meramente un tema de violencia. No es ilógico hacer la hipótesis y tratar de comprobarla en otra investigación más detallada, que el desplazamiento forzado en Colombia obedece más a la falta de oportunidad económica de productores de café, caña, arroz, banano, papa, algodón, maíz, tabaco, cacao, coca, trigo, cebada, yuca y fríjol, sin dejar atrás a los mineros. A principios de los noventas, siguiendo las recomendaciones del Consenso de Washington, el gobierno de  César Gaviria elimina los aranceles a los productos extranjeros, abre las puertas a los mercados internacionales y concentra la recursos, investigación y asistencia técnica en otros sectores diferentes al agro. Paralelamente, el antiguo Incora diseña el Sistema Nacional de Reforma Agraria y Desarrollo Rural que fracasa en el subsidio para la adquisición de tierras por parte de los campesinos. El campo queda atrás en la lista de prioridades de la agenda pública de los gobiernos y poco se escucha de las consecuencias que esto trae, un problema ajeno a una población condensada en las grandes ciudades del país. Entonces pasa el tiempo y con mucho esfuerzo diplomático se firman tratados de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea para aumentar la competitividad del país. Pero advierten los negociadores que el sector que más se va a ver afectado es el agro. Luis Carlos Villegas, expresidente de la Andi y ahora embajador en Washington; el exministro de Comercio Luis Guillermo Plata y exministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias explicaron cómo en todos los tratados hay ganadores y perdedores, y que en es esta ocasión los perdedores iban a ser las empresas del sector agrícola. Asumiendo ese sacrificio como si el país tuviera una ventaja comparativa para ofrecerle al mundo diferente a los productos tradicionales que siempre ha exportado (metales, café, petróleo y sus derivados) y que son los que mantienen la economía del país. Es difícil competir con agroindustrias subsidiadas por las economías más poderosas del mundo aspirando mejorar la competitividad del país, y es aún más difícil cuando los recursos de programas como Agro Ingreso Seguro, destinados a  preparar los campesinos para afrontar mejor la competencia y la entrada en vigencia de los tratados, son asignados a unas familias adineradas del país. Adicionalmente, el gobierno no trata de controlar los precios de los insumos (fertilizantes, venenos) para la producción agrícola, no se ponen precios de sustentación para evitar que las ganancias queden en manos de intermediarios, y no se facilita el acceso a crédito para los pequeños empresarios del campo que quieren empezar su negocio. Pero es aún más preocupante para el campesino que quiere subsistir en el campo la implementación rigurosa de resoluciones como la 970 que solo permite sembrar semillas certificadas por el Instituto Colombiano Agropecuario, hecho que impide al campesino volver a sembrar la semilla de su cultivo y lo obliga a depender de un oligopolio de compañías como Monsanto, Dupont y Synergy que controlan el mercado de semillas certificadas y de productos complementarios. Si a todo esto le sumamos que en 2014 habrá una reducción en la inversión hacia el campo de un 27% por parte del ICA, ¿cómo se pretende preparar al campesino y prestarle los recursos necesarios para afrontar la entrada en vigencia de los tratados de libre comercio que se avecinan? La lista de barreras económicas que tienen los campesinos para subsistir en el campo es muy amplia: la falta de infraestructura vial para sacar sus productos, los altos costos del transporte y la gasolina, los estándares de calidad y sanidad para la comercialización de los productos, la alta concentración de tierras por parte de un porcentaje mínimo de la población y un desbalance comercial de 16.5 % con una variación de 40.7 % en la importación de productos agrícolas, alimentos y bebidas (entre ellas el café) con respecto a abril de 2012. ¿Quién se atreve a vivir con semejantes adversidades, cuál es el incentivo de un joven para seguir en el campo? Teniendo en cuenta este inventario de obstáculos económicos, vale la pena cuestionarse nuevamente si el país tiene el mayor número de desplazados internos en el mundo por causa del conflicto armado o por la falta de oportunidades económicas para poder sobrevivir en el campo. La semilla de la guerra germina en el campo por la falta de oportunidades que obliga a las familias a desplazarse a las ciudades a buscar nuevas oportunidades exponiéndose al desempleo, el hambre, la violencia y la criminalidad, nicho perfecto de donde se nutren los grupos armados para perpetuar el conflicto, desplazar más gente y seguir agrandando el problema como una bola de nieve que en cualquier momento puede… explotó. cristobal.vasquez1@gmail.com
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