El plebiscito por la paz: un buen inicio

Mié, 11/11/2015 - 16:14
Los que nacimos antes de 1950 tenemos una idea positiva y esperanzadora del termino plebiscito, porque fuimos conscientes de la gran ayuda que este proceso eleccionario brindó a nuestra angustiada y
Los que nacimos antes de 1950 tenemos una idea positiva y esperanzadora del termino plebiscito, porque fuimos conscientes de la gran ayuda que este proceso eleccionario brindó a nuestra angustiada y amedrantada sociedad, cuando fue depuesto el dictador Gustavo Rojas Pinilla, y quedó en manos de los cinco generales la conducción política de la nación que lo sucedieron en la Presidencia. La Junta Militar permitió la implementación de los acuerdos que habían logrado los jefes políticos de los dos partidos: Alberto Lleras Camargo, a nombre del Partido Liberal, y Laureano Gómez Castro, del Partido Conservador, para poner fin a esa vergonzosa época conocida con el nombre de “la violencia”. En efecto, ellos se reunieron en las dos ciudades españolas donde residía Laureano Gómez en calidad de expresidente exilado. Fue en Sitges y Benidorm donde firmaron los acuerdos de Paz entre estas dos facciones políticas enfrentadas, allí acordaron la realización de un Plebiscito, que se llevó a cabo en Colombia en el año de 1957. Fue el origen del Frente Nacional, que puso fin a la violencia liberal-conservadora que tanto daño y desgracia había traído a nuestra nación. Recuerdo, siendo niño, haber ayudado a esa inmensa votación, acompañando a mi padre y a madre, quienes con mucha fe y esperanza convidaban a votar a las mujeres que lo hacían por primera vez en la historia de Colombia. Ellas eran conscientes en que su activa participación traería nuevos vientos, como fue la irrupción de la mujer en la actividad política nacional. El triunfo de quienes estábamos por el plebiscito fue arrollador y así se abrió una nueva etapa en la vida colombiana, la que fue recibida con muchas esperanzas por todos los liberales, que padecían el peso de la violencia. Por estas razones me parecen bien orientadas las reflexiones que le escuché al Ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, planteadas en una nutrida rueda de prensa, cuando dijo: el propósito del Gobierno es que el Congreso discuta y apruebe antes del 16 de diciembre del presente año, las modificaciones que necesita la figura del plebiscito, para que a través de su implementación, la sociedad colombiana se pronuncie a favor o en contra de los acuerdos de Paz concertados en los diálogos de La Habana entre las Farc y el Gobierno Nacional, en el primer semestre del año 2016. Cuando a la Paz le salen tanto enemigos gratuitos y algunos muy virulentos como el periodista Juan Lozano, que sin ninguna consideración, se atrevió a titular su columna de opinión en el diario 'El Tiempo' “El plebiscito tramposo”, pienso yo: es hora de reflexionar serenamente, desde los espacios de la izquierda democrática para unificar esfuerzos y poner al otro lado de la creciente los acuerdos que se aprueben en La Habana. El plebiscito es una herramienta fundamental, pues permitirá a toda la sociedad colombiana entender qué es lo que está en juego y decidir con su participación salvar la oportunidad de lograr la paz de una vez por todas, con la aprobación que harán los colombianos a comienzos del año entrante. Luego de superada esta primera y gran emergencia de lograr el silenciamiento de los fusiles, iniciado el complejo proceso del posconflicto al que le dio paso el plebiscito, se podrá comenzar una discusión más serena y ponderada, acerca de la posibilidad de realizar una nueva Asamblea Constituyente, ya sin los afanes de una guerra irregular que toca las puertas de los campos y ciudades. A pesar de los altibajos que se viven en la mesa de negociación de La Habana, y el que no haya sido consensuada esta iniciativa aún, no le resta su validez histórica, así, los negociadores deben seguir buscando los puntos fundamentales de convergencia política, para sacar adelante el objetivo central de la Paz, y de este modo no dejar espacio para que desde el Centro Democrático se apueste cada vez más duro al agotamiento del oxígeno político de los diálogos para cortarle sin consideración alguna la cabeza a la paloma de la Paz. Por eso decimos, los negociadores deben continuar en un esfuerzo sostenido por lograr los acuerdos, y en este sentido, el plebiscito por la Paz, sigue siendo muy buena iniciativa que hace uso de las herramientas que brinda la Constitución política, en la construcción de ese sueño anhelado: Colombia un Estado Social de Derecho y de Justicia, en franco compromisos con los Derechos Humanos. EX.EMBAJADOR DE COLOMBIA EN EUROPA. VICE.PRESIDENTE COMITÉ PERMANENTE DE DEFENSA DE LOS DD.HH. (CPDH).
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