Todos los días más de 2.6 millones de bogotanos se mueven por las troncales de Transmilenio para dirigirse a su trabajo y regresar a sus casas. Muchos de ellos, afirman que no montan, sino que sufren el Transmilenio. Existe en los usuarios del mismo una insatisfacción generalizada respecto al servicio.
Hasta hace seis años, Transmilenio era la joya de la corona de las entidades públicas. En las mediciones de la organización “Bogotá Como Vamos” siempre era calificada de forma muy positiva. Sin embargo, en la última evaluación la insatisfacción con el servicio se incrementó a niveles del 80%. Los ciudadanos reclaman un cambio sustancial en todos los frentes.
¿Por qué se llegó a esta grave situación?
Porque desafortunadamente en los últimos doce años no se hicieron las inversiones en infraestructura de troncales de Transmilenio para mover a la creciente población de la capital. Hace 18 años se había proyectado 22 troncales de Transmilenio con una longitud de más de 450 km que debería haber llegado a todos los puntos y zonas de la ciudad movilizando más de 3 millones de pasajero día.
Sin embargo, solo se construyeron 125 km, los cuales fueron desbordados por una demanda creciente de ciudadanos. El sistema colapsó porque no se hicieron inversiones nuevas y se permitió el deterioro de su flota y de su infraestructura de portales y estaciones. Este caos se trasladó en un rechazo de los usuarios al sistema por su hipercongestión.
Si los gobiernos de izquierda hubieran seguido el plan inicial, ya estarían construidas las troncales de Transmilenio por la Avenida 68, la Avenida Boyacá, la Avenida Cali, la Calle 13 y la Calle 72. Se pusieron a debatir que si Metro o Transmilenio y no hicieron nada. Solo se avanzó en la Troncal de la Calle 26, que cayó en las manos del carrusel de la contratación y casi no la terminan.
Bogotá requiere un sistema de transporte intermodal que incluya Metro, Transmilenio, metrocables, bicicletas y taxis eficientes y dignos. La administración de Enrique Peñalosa ha presentado un plan ambicioso: obras para desatrasar la ciudad en materia de infraestructura de movilidad, privilegiando el fortalecimiento del transporte público.
La solución estructural para tener una movilidad sostenible en la ciudad es la construcción del Metro y también de las nuevas troncales de Transmilenio. Ya se contrataron los diseños de la Avenida 68, la Avenida Ciudad de Cali y prontamente de la Avenida Boyacá, de modo que puedan iniciar su construcción a finales del 2018. Todas estas troncales estarán interconectadas con la primera línea del Metro. Estas obras darán otro aire a la movilidad de la ciudad y se espera reduzcan el nivel de saturación del sistema.
A pesar de estos esperanzadores anuncios y planes, la ciudadanía no da más y reclama mejoras evidentes y contundentes en el corto plazo, no quieren un sistema que los siga maltrata, que es inseguro e ineficiente.
La administración actual ha avanzado en un tema fundamental, reducir el déficit financiero del sistema para poder mejorar la operación. El ex alcalde Petro decretó subsidios en horas valle, que sumado a una decisión populista de no incrementar las tarifas cada año, generó un déficit financiero de más de $700 mil millones de pesos anuales. Una bomba de tiempo que puso en riesgo a todo el sistema de movilidad de la ciudad.
El alcalde Peñalosa ha tomado decisiones impopulares como incrementar las tarifas para reducir el déficit financiero y mejorar la capacidad de inversión y operativa del sistema. Además se aprobaron recursos para solucionar la quiebra de los pequeños operadores del Sitp.
La gerencia de Transmilenio reporta más de 400 acciones para mejorar el servicio en los dos últimos dos años, pero los indicadores de servicio y satisfacción no incrementan, por el contrario, empeoran. Algo no se está haciendo bien y los ciudadanos en esta encuesta de percepción de “Bogotá Como Vamos” muestran una insatisfacción generalizada, que incrementó en el último año.
De hecho, como los ciudadanos asocian directamente a Transmilenio con el alcalde Peñalosa, su inventor y defensor, impacta y afecta negativamente la imagen del Alcalde y su gestión. Va a ser muy difícil que Peñalosa recupere confianza de la ciudadanía sino se ven mejoras operativas concretas de Transmilenio en el corto plazo. Ya no hay tiempo de espera, los bogotanos reclaman mejoras ya.
Una de las mejoras más notorias y urgentes es el recambio de los buses. Ya cumplieron su ciclo, han debido ser renovados desde hace tres años. Transmilenio debería acelerar la licitación para tener una nueva flota operando desde mediados del próximo año. Buses más modernos, con tecnologías más limpias y no contaminantes en las calles, se convertirían en la mejor muestra de que Transmilenio si está cambiando.
La prioridad del presupuesto de inversión para todas las entidades distritales en el año 2018 debería ser un revolcón a Transmilenio. Son cinco las problemáticas que pudieran ser abordadas en este año que viene; la inseguridad, la falta de frecuencia de rutas, los accesos a las estaciones, el mal funcionamiento de las puertas, los colados y la falta de cultura ciudadana al interior de estaciones y buses.
El alcalde Peñalosa debería convocar a sus principales secretarios, en particular al de Seguridad, Movilidad, Cultura, IDU y al IPES a ejecutar un plan de choque para hacer un programa conjunto que supere las problemáticas que son más sensibles para los ciudadanos.
Hay que tener indicadores muy claros de estas mejoras y sobre todo, crear un diálogo permanente en estaciones, portales y buses para entender problemas concretos que puedan ser resueltos. Estos cambios diarios y sostenidos permitirán recobrar la confianza y legitimidad del sistema, mientras se terminan las obras de las troncales que van a solucionar estructuralmente la saturación de Transmilenio.
Bogotá fue ciudad modelo en movilidad con Transmilenio. Hoy el sistema sufre una crisis, no podemos dejar de lado un sistema que demostró los beneficios para tener un mejor transporte público para la ciudad, pero hay que comprometerse en dar un revolcón en el servicio. Un Transmilenio renovado, moderno y digno, que vuelva ser el orgullo de todos los bogotanos.
Diego Molano
Concejal de Bogotá.