Como muchos colombianos me emocioné hasta las lágrimas el sábado pasado cuando Nairo Quintana en los últimos mil metros se levantó en los pedales y dejó atrás al Inglés Froom y al Español Rodríguez para llegar de primero en la penúltima etapa del Tour de France.
Se me olvidó el Catatumbo, los cafeteros, las Farc, el ELN, las equivocaciones del gobierno, el paro minero y todos los males juntos, aún los propios. Fue una mañana de catarsis, de dicha colectiva, de entender que los pequeños también tienen la fuerza para triunfar, pueden sacar victorias imposibles y crecer hasta volverse gigantes.
Fue un triunfo inesperado, sólo algunos pocos Boyacos que habían seguido su trayectoria personal confiaban en que este humilde campesino de Cómbita llegara tan lejos, pero lo que nadie creía era que fuera a producirse una victoria tan temprana y de tanta magnitud. Así que cuando el nombre de Quintana comenzó a sonar en el Tour como mejor novato, pensábamos que con eso ya era bastante y que tendría seguramente un futuro promisorio, pero el sábado, ah, ese día fue demasiado. O mejor, esa última semana del Tour fue toda una grata sorpresa.
Ha sido un año maravilloso para el deporte colombiano, en especial para el ciclismo. Primero Mariana Pajón nos regaló la medalla de oro de los olímpicos y dos miembros más del equipo tuvieron plata y bronce; después, hace muy poco, Rigoberto Urán se coronó segundo en el Giro de Italia y, ahora, Nairo se queda con tres premios en una misma carrera, y antes se había coronado campeón del Tour de l´Avenir. El sábado quedó Subcampeón, mejor novato y campeón de la montaña y en esas tres condiciones subió tres veces al podio en los campos Elíseos de Paris.
Lo más llamativo de estas glorias de nuestro deporte es su inteligencia. Además de compartir juventud, tamaño y humildad usan la cabeza para controlar sus emociones, para desarrollar estrategias y seguir las indicaciones de sus entrenadores. Y con eso nos dan un mensaje claro: para competir y ganar hay que ser inteligente, disciplinado, límpio y valiente.
Tenemos que mirarlos con respeto y orgullo. Aprender de ellos y consolidar su herencia porque hay dudas de cómo se están dando las competencias en Colombia. Hector Habad FacioLince se refirió a eso en su columna de El Espectador en la que manifiesta dudas sobre la limpieza de la vuelta a Colombia, por ejemplo. Mientras en Europa parecería que se dejó atrás el uso habitual del dopaje y se implementan métodos rigurosos de control, aquí podría no estar sucediendo lo mismo.
Los triunfos de Nairo, Mariana y Urán han sido limpios, como deben ser todos los triunfos. De manera que es hora de que la federación entre a revisar los protocolos de control para que no seamos refugio de corredores que ya no tienen cabida en Europa y sobre todo para que el triunfo de nuestro ciclistas consolide un deporte más lmás profesional y con más apoyo. Porque madera, gente con capacidades como Nairo, es lo que sobra en nuestra tierra, especialmente en ese campo prodigioso de Boyacá.
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¡Grande, Nairo!
Mar, 23/07/2013 - 01:05
Como muchos colombianos me emocioné hasta las lágrimas el sábado pasado cuando Nairo Quintana en los últimos mil metros se levantó en los pedales y dejó atrás al Inglés Froom y al Español Rod