La gran tragedia de la Sierra Nevada

Mié, 24/02/2016 - 16:46
La masacre de la cárcel Modelo, sucedió en el 2.000 y se pone de moda ahora. Quince años después todo el mundo se horroriza como si tres lustros con el tema dormido no fueran complicidad; mucho ha
La masacre de la cárcel Modelo, sucedió en el 2.000 y se pone de moda ahora. Quince años después todo el mundo se horroriza como si tres lustros con el tema dormido no fueran complicidad; mucho habíamos oído, incluso una periodista ya lo reseñó, pero solo ahora, una rueda de prensa de la Fiscalía puso de moda la tragedia. Los niños Wayuu llevan décadas muriendo por desnutrición. Solo ahora está de moda notarlo y el país no habla de otra cosa. Los Wayuu, como otras etnias sufren la tragedia del insoluble choque cultural en el que viven. Y lo que se pueda hacer para detener el desastre nutricional de la infancia indígena guajira quizá equivale a borrar lo que quede de sus usos familiares ancestrales. Otra cara de la tragedia. Una catástrofe de proporciones ciclópeas, que aun no esta de moda, es la de la Sierra Nevada de Santa Marta. Basta ver las fotografías aéreas para quedar atónito ante la devastación a la que ha sido sometida. Ahora que el intenso verano ha secado arbustos menores y gramíneas, quedó expuesta la masacre forestal acontecida en ese sistema montañoso que, para vergüenza nuestra, hoy está desnudo. De nada han servido las Corporaciones autónomas que “cuidan” el medio ambiente, ni los gritos de los ambientalistas, ni los viajes pantalleros de funcionarios, celebridades y presidentes a ponerse manillitas de aseguranza con los “mamos” de la Sierra, ni la verborrea de las autoridades indígenas hablando paja y diciendo que ellos son los guardianes de la Sierra. ¡Mentira! Mentira de todos. Sierra Nevada1   Nadie ha hecho nada. Y cada año caen derrotados por decenas de miles de motosierras, cientos de miles de arboles que se convierten en piezas de ebanistería y en carbón vegetal. Sí señores, los indígenas y los “colonos” hacen carbón con los árboles de nuestras sierras, paradójicamente entre los dos departamentos con los mayores yacimientos de carbón mineral del planeta. A la tragedia ambiental, que si se empezara a corregir tardaríamos 60 años en ver algún resultado, se suma la tragedia humana de las comunidades indígenas que son victima y victimarios de la sierra y de sí mismos. Los Kogui, Wiwa, Arzarios, Bíntukua, Iroka, Arhuacos, e incluso la neo-etnia Kankuama, han sufrido a lo largo de los años un proceso de degradación de sus costumbres, del que las victimas principales son los niños. El Cesar y la Guajira tienen los más altos índices de desnutrición infantil, pero cuando uno sustrae las cifras de las zonas que son Resguardos indígenas, la estadística cambia por completo. Es devastador ver tantos niños indígenas abandonados en la sierra, aún mas saber que los hombres adultos toman como “mujeres” a niñas de 12 años, a las que sus madres entregan para deshacerse de responsabilidades, y luego, esos “maridos” de ocasión las dejan tiradas con hijos y embarazadas, y van por otra y otra, causando la crisis actual de una población indígena desbordada demográficamente, en medio de la pérdida progresiva de sus valores familiares tradicionales. De ahí la alta mortalidad y desnutrición infantil y también la depredación de la Sierra, porque una población que ha estallado demográficamente tiene que vivir y producir. Para lograrlo se han comido literalmente su ecosistema. Al lado de la tragedia los avivatos hacen su agosto: Muchas fundaciones de avispados captan recursos para indígenas y medio ambiente y se llenan los bolsillos. Las Alcaldías que han “tercerizado” todo, hacen contratos con corporaciones que dan coimas, hacen nada y cobran mucho. Y como si fuera poco, algunos Cabildos indígenas aprovechan y se enriquecen con el dinero colombiano y de cooperación internacional que llega. Varios han comprado fincas fuera de los resguardos, camionetas de lujo, apartamentos, se emborrachan con prostitutas “bunachi”, y se dan vida de “capos” por cuenta de un dinero que no les pertenece personalmente. Esta nota incomodará a las autoridades indígenas de la Sierra. Para que el premio sea completo lo diré sin rodeos: la doble noción de autoridad bajo la que viven los pueblos indígenas de toda Colombia, sin controles efectivos, más la autonomía desbordada bajo cierta visión Hippy-Mamerta de la Corte Constitucional, y la ligereza de algunos legisladores que hacen normas para ser aplaudidos en foros internacionales, han causado esta devastación ambiental y humana que nos escandaliza hoy mirando la Guajira. Pero temo que casi todo esté igual. @sergioaraujoc
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