Quisiéramos compartir la euforia por la firma del TLC–USA pero no tenemos motivos. Por eso el Ministro de Agricultura en un acto de sinceridad técnica, reivindica las preocupaciones que formulamos desde el inicio del proceso en torno a las iniquidades que se estaban configurando para el sector pecuario en los tratados comerciales. Aunque el Ministro ha salido a poner la cara, es claro que las explicaciones a las “ingenuidades” –como él llama a los errores cometidos en los acuerdos– tendrán que darlas los líderes de los equipos negociadores, especialmente, Hernando José Gómez, quien hoy ejerce como director del DNP.
Y es que pese a la buena oferta ganadera y a la certificación como país libre de aftosa, la actividad ha sido gran perdedora. Para la muestra un par de botones. En 2013 cuando entre en vigencia el TLC-USA, llegarán a nuestro mercado: lactosueros, leches líquidas o cortes finos de res sin restricciones. Pero, además 6.400 toneladas de carnes industriales y vísceras, 5.000 de leche en polvo, 2.100 de quesos y 1.900 de otros productos lácteos. Solo para el primer año, en adelante podrán sumar 5% más y sin desmontar los subsidios internos a sus productores. En contrapartida, nosotros eliminamos el SAFP y, hoy, cruzamos los dedos para que algún día acepten nuestro estatus sanitario y nos permitan el ingreso de los productos.
La negociación con la Unión Europea nos dejó un panorama más gravoso en lácteos. En 2013, a las 9.000 toneladas que estamos importando, se sumarán 10.900 toneladas que le concedimos al Viejo Continente entre quesos, leche en polvo, lactosueros y derivados lácteos. Con una connotación adicional, la salvaguardia que se habilitó a nuestro favor sólo puede activarse cuando la sobreoferta haya deprimido irreparablemente los precios internos al productor. Ellos nos recibirían 5.600 toneladas en carne y desgravarán en 7 años sus aranceles de leche, pero condicionado al lleno de sus requisitos sanitarios. Con el TLC con Suiza, hay poco que decir, salvo las 500 toneladas de queso concedidas sólo para el primer año.
Gracias al tratado con Mercosur, en nuestras góndolas ya encontramos carne argentina. En cambio Colombia no ha podido llevar un kilo a estas plazas. Desde agosto Canadá empezó a hacer uso de los contingentes que le permiten poner en Colombia 5.250 toneladas de carne sin arancel, pero en contrapartida, nuestra carne –exenta de aranceles de manera inmediata– está “vetada” por restricciones sanitarias. Los lácteos fueron excluidos del acuerdo. ¿Cuál es el balance neto? El “acceso preferencial” otorgado por Colombia en los TLC permitirá que en esta década ingresen al país, vía contingentes sin arancel, un total de 33.731 toneladas de leche en polvo y 15.259 de queso, más un volumen estimado de 10.000 de lactosueros. Esto es equivalente al 24% de la producción formal, casi 6 veces nuestros inventarios naturales y 8 veces la enlechada de 2009. Y nosotros con los mercados cerrados por admisibilidad sanitaria.
La única noticia alentadora es la postura del Ministro de Agricultura: por un lado, la promesa de que el sector agropecuario no volverá a ser un comodín en los nuevos TLC que se están negociando con Corea y Turquía. Y por otro, que “hay tiempo para recobrar lo perdido y ponernos a tono a fin de sacarles jugo”. Lo que de plano indicaría que el gobierno está dispuesto a superar, en tiempo récord, lo que no hemos hecho desde 2004 en materia de agenda interna y, especialmente, en el frente sanitario. No nos queda más remedio que creerle señor Ministro. A fin de cuentas, “después del ojo afuera…”.