Con los crespos hechos. Así podrían quedar quienes expedían certificado de defunción, hace apenas dos meses, al Partido Alianza Verde. Destempladas críticas a una supuesta incoherencia ideológica y política por la fusión de Verdes y Progresistas se propagaron para descalificar este acuerdo. Y los que sentenciaban, como única alternativa para los Verdes, abandonar su perfil independiente para ser vagón de cola de la política tradicional, fracasaron en su intento.
Aún hoy hay quienes descalifican que en una misma fuerza política convivan liderazgos como los de Enrique Peñalosa y Antonio Navarro Wolff o el Alcalde Gustavo Petro. Olvidan que los partidos ideológicamente monolíticos corresponden a sociedades y sistemas políticos dominados exclusivamente por la lucha de clases. Por Partidos que representan los intereses de una clase social contra otra. Que el mundo político de hoy constituye un escenario de contradicciones y confrontaciones de distintos órdenes. Que los asuntos ambientales, culturales, generacionales, de ética pública, de género y orientación sexual, entre otros son fuente de conflictos a partir de los cuales se alinderan y configuran apuestas políticas y se moviliza la ciudadanía. Y que hay un núcleo duro, políticamente hablando, que explica la existencia de la Alianza Verde y la confluencia de absolutamente todos sus líderes, sin exclusión alguna: la obsesión por la igualdad social y los derechos ciudadanos, el compromiso con el desarrollo sostenible y sustentable, la búsqueda de La Paz y la convivencia democrática y la lucha contra el clientelismo, la politiquería y la corrupción.
Pero los Verdes ha venido reafirmando su vocación independiente. Y han jugado sus cartas para mantenerse vigentes desde la orilla alternativa de la política colombiana. Y hasta han consolidado su pretensión de ser gobierno. En materia Presidencial insisten en construir una propuesta que se coloque por fuera del dilema entre el Santismo y el Uribismo. La consulta popular del 9 de marzo parece el mejor camino para escoger un candidato independiente que ofrezca una agenda para terminar la guerra y construir un posconflicto duradero y estable. Que culmine la negociaciones con las FARC y las adelante con el ELN y que le otorgue una dirección a temas vitales del país en un sentido de reconciliación nacional.
Otro gran acierto de los Verdes es la lista al Senado de la República. Han asumido la contienda parlamentaria con una importancia igual a la batalla presidencial. Han logrado construir una lista por La Paz abriéndola a sectores independientes y de izquierda que merecen un lugar en la política y en el parlamento. Han hecho un gesto de reparación política al incluir a los candidatos de la Unión Patriótica. Han incorporado a los sectores que lideraron el reciente paro agrario. Y han logrado una lista diversa, plural y decente. En su cabeza está Antonio Navarro Wolff, uno de sus presidenciables, quien se verá de tú a tú con las otras cabezas de listas. Y quien liderará una bancada que tendrá la responsabilidad de convertir la agenda legislativa en un pacto de paz.
Por fortuna los Verdes acertaron y le mantienen al país una oferta política que hoy está en condiciones de interpretar la indignación de una ciudadanía capaz de movilizarse contra todo tipo de exclusiones y arbitrariedades. Una ciudadanía dispuesta a la conquista de La Paz y capaz de asumir la defensa de la democracia.
@AntonioSanguino
La lista Verde
Dom, 15/12/2013 - 17:42
Con los crespos hechos. Así podrían quedar quienes expedían certificado de defunción, hace apenas dos meses, al Partido Alianza Verde. Destempladas críticas a una supuesta incoherencia ideológic