La mano negra que rondó a Valledupar

Mar, 09/08/2011 - 09:00
Estoy convencido que a “la mano negra”, que ha venido advirtiendo el presidente Santos, por desgracia para la música, le gusta el vallenato. Recuerdo que antes de que en buena hora Franc
Estoy convencido que a “la mano negra”, que ha venido advirtiendo el presidente Santos, por desgracia para la música, le gusta el vallenato. Recuerdo que antes de que en buena hora Francisco Santos en su calidad de vicepresidente de la República, prendiera las alarmas por la “parapolÌtica”, el Festival Vallenato era concebido por las mayorías, como lo que debe ser: un evento cultural que se realiza todos los años en Valledupar, donde los grandes exponentes de la caja, guacharaca y acordeón, interpretan los mejores merengues, sones, paseos y puyas, para representar un patrimonio de los colombianos como lo es el vallenato. Pero eso tan bonito, al parecer, no era lo que allí pasaba. Hasta antes del escándalo de la parapolítica, Valledupar en el marco de su festival, era el destino premium de muchos lagartos y políticos –unos cuantos de ellos bastante corruptos, como se ha visto-, que entendían la necesidad de asistir a esa ciudad, porque de lo contrario no les tocaba nada del pastel político del país.  Mientras en la Plaza Alfonso López, la cultura hecha acordeón se fajaba, en los solares debajo de palos de mango de reconocidas casas de Valledupar, comiendo sopa de chivo y tomando Whisky, las charlas eran de grueso calibre en donde se tranzaban negocios y acuerdos políticos que terminaban en nombramientos, votos y contratos.   La “mano negra” seguro que gozó esos días.  Pobre vallenato, música hermosa de la cual soy seguidor. ¡Que “pecao”! con los juglares como Alejo Durán, Leandro Díaz, mi ídolo Farid Ortiz.  Para rematar la cultura Chinú se volvió negocio de los empresarios más jóvenes de la historia, a punta de sombrero vueltiado y manillas de caña flecha, y el vallenato lloró, cuando uno de los Zuleta a todo pulmón en un concierto después de un “ay hombe” gritó: “Que viva la tierra paramilitar”. Mientras tanto al otro lado, en el Pacífico colombiano, en Cali, en el mes de agosto, todos los años por un fin de semana: chirimías del Chocó, currulaos de Buenaventura, alabaos de Guapi, patacores de Timbiqui, fugas del Norte del Cauca, y cantaoras del Patia, gestaron la maravillosa muestra musical del litoral. Estoy hablando del Festival del Musica del Pacifico “Petronio Álvarez”, en honor a aquel juglar desconocido, empezaron las gentes del Pacífico a reunirse en el Teatro al aire libre Los Cristales por allá por el año de 1996, la gente no cabía, el talento de los artistas generaba la alegría de los asistentes, y una creciente molestia de los vecinos estrato seis, que residían cerca de la concha acústica. Para no hablar de racismo diré que por “intolerancia”, la élite del Oeste de Cali, mediante una Acción Popular por hacer un daño, creó un coloso. El alcalde actual Jorge Iván Ospina reivindicó a los que votaron por él para ganarle a “Kiko” Lloreda, y les entregó la Plaza de Toros de Cali. Entonces, sin matar ningún animal, sin reportar ni una sola muerte violenta, sin peleas, sin robos, sin accidentes, el fin de Semana del Petronio es el evento más taquillero de la historia de éste escenario. Evento que llegó al punto, por capacidad, de tener que dejar por fuera de la plaza al doble de los asistentes, quienes nunca se han alterado, en una muestra de civismo extraordinaria. Me resulta triste y vergonzoso que semejante evento, no esté en la retina de los colombianos, será porque aquí no viene la “mano negra” si no que hay una mano e’ negros, enseñándole su cultura del Pacífico y pacífica a todo el que venga.  Será por eso que en Cali del 25 al 30 de diciembre se ha dicho: “estamos en feria”. Pero ahora ha tomado fama decir que el último fin de semana de agosto “estamos es en Petronio”. El Petronio significa que: negros y no negros tomamos viche, arrechón, tumbacatre, nos emborrachamos pero nadie pelea; comemos piangua, pargo rojo, cazuela y de postre cocadas. Que todos, incluido los cientos de extranjeros que asisten en grupos, consumimos “marimba a la lata” elevándonos en total paz, e igualdad, esta marimba es tan fuerte que fue declarada por la Unesco: Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Hablo del piano de la jungla, hecho de chonta, y no de ningún psicotrópico; hablo de la música del Pacífico, la que nos dio un Grammy con Choc Quib Town, la que está quitando niños a la violencia, la que está cambiando los ídolos narcos o corruptos del pacifico, por los nuevos capos de la música como: Tostao, Goyo, y Slow. Los invito al Petronio Álvarez el último fin de semana de agosto, que esta vez gracias a la gente del pacifico, y a Jorge Iván Ospina será en el renovado y hermoso estadio Pascual Guerrero; vengan y disfruten lo que los gringos y europeos pagan con gusto por consumir: cultura, igualdad y paz, donde  nunca permitiremos que venga mano negra alguna, porque aquí lo que hay es una mano e’ negros dando amor, maestros de la reconciliación, y dueños del sabor.
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