Un amigo en la pasada Navidad me obsequió esta novela, terminada de escribir en 1957, con un mensaje sencillo: es una obra portentosa, ojalá sea de su agrado. No sobra recordar que Ayn Rand, escritora ruso-norteamericana es una de las mayores exponentes de una corriente filosófica denominada Objetivismo, que promueve la defensa del emprendimiento individual, el egoísmo racional y el capitalismo básico. Empecé entonces su lectura con esa premisa y con algo de prevención. ¡Que equivocado! ES UNA NOVELA ACTUAL, con una postura intelectual y filosófica totalmente vigente.
Cada capítulo es un verdadero ensayo filosófico en donde se resalta que el individuo con vocación emprendedora es capaz de surgir en un mar de mediocridad. Aparece la lucha entre la libre empresa y el intervencionismo de Estado, dispuesto a aplacar los ímpetus en aras de la salvaguarda del bienestar público y la igualdad de oportunidades. Cuantas veces no hemos escuchado esta frase de cajón en el catálogo de nuestros gobernantes, pero que en la práctica se convierte, la más de las veces, en oprobiosos programas de beneficios para unos cuantos y prohijadores de la falta de empuje para construir una sociedad.
Siempre se habla del principio de distribución de la riqueza, pero se cae en el lugar común de expresar que aquel que ha conseguido fortuna, producto de su trabajo e iniciativa lícita, debe repartirla entre los más necesitados. Después de esta lectura, lo que hay que verdaderamente insistir es que todos los individuos tienen que producir riqueza para que haya más para todos; no es un pecado el recibir réditos por la invención, innovación, esfuerzo y sacrificio: por el contrario, es deseable y lícito.
En la novela, se plantea una huelga de empresarios y lo que ella trae como consecuencia; en cierta ocasión escuché, y ahora lo comparto plenamente, que el empresario es como un gran mayordomo que tiene una gran responsabilidad hacia los demás y que si él llega a fallar, la debacle será inmensa.
No quiero entonces decir que la Caridad y, ahora, la Responsabilidad Social Empresarial no sean válidos, ni tengan vigencia; al contrario, después de esta engolosinadora, si se me permite la palabreja, lectura de más de mil doscientas páginas, se observará que lo importante para la construcción de una sociedad civilizada es permitir libremente que la iniciativa del individuo emprendedor e innovador, CUAL ATLAS QUE SE LIBERA DEL PESO DEL MUNDO, no del especulador como sucede en estos tiempos, sea la autopista del crecimiento sostenido para que todos, sin excepción, seamos sujetos de tener riqueza y fortuna.
No en vano, está reconocido que La Rebelión de Atlas es una de las novelas de mayor influencia en la época de la postguerra, como un mensaje claro a las generaciones por venir.
La rebelión de atlas
Lun, 03/01/2011 - 04:00
Un amigo en la pasada Navidad me obsequió esta novela, terminada de escribir en 1957, con un mensaje sencillo: es una obra portentosa, ojalá sea de su agrado. No sobra recordar que Ayn Rand