Las entrevistas a medias en los medios

Sáb, 03/02/2018 - 05:24
En esta época de candidatos es común que los medios los inviten para que expongan sus planes de gobierno con base en las preguntas que los periodistas les formulan. Pero también es común que las e
En esta época de candidatos es común que los medios los inviten para que expongan sus planes de gobierno con base en las preguntas que los periodistas les formulan. Pero también es común que las entrevistas se hagan a medias. Para ejemplo, esta historia. Cuando vi que la revista Semana (28 enero 2018), de la que soy suscriptor, entrevistaba a Rodrigo Londoño, antes Timochenko, candidato presidencial través de su partido Farc, me dije: “Debe ser suculenta”. Entonces, separé el tiempo necesario acompañado de un buen café, unas buenas galletas y una buena porción de papaya… Hice los preparativos convencido de que, por fin, un medio colombiano relevante iba a poner a hablar a Londoño sobre su programa para ganar la presidencia e implementar la revolución comunista, por la que su organización estuvo más de cincuenta años en armas. Indiqué en mi casa que no me interrumpieran por ningún motivo durante unos treinta minutos. Iba a estar subyugado por las preguntas y las respuestas. Siempre leo, de entrada, la primera pregunta y la última. Suelo creer que ambas anticipan una luz acerca de la vitalidad y el interés del contenido. “Para empezar, ¿cómo prefiere que le digan en esta etapa de su vida? ¿Rodrigo Londoño? ¿Timochenko?” fue la primera cuestión, y la última: “Y ya para terminar, ¿en qué va su salud?”. El café se expandía en un aroma cordial y las galletas se mostraban coquetas al lado de la porción de papaya, que parecía temblar ligeramente sin motivo aparente. Instigado por este panorama único, me enfrenté a las mil novecientas setenta y dos palabras de las treinta preguntas y contestaciones. Esperaba que las preguntas eran para Londoño “como candidato del partido Farc”, orientadas a lograr las claves concretas de su futuro gobierno comunista. Pero no: de las treinta, ¡sólo once! fueron para el Londoño candidato de la Farc. El resto, diez para el Londoño político y nueve para el Londoño excomandante de las Farc. Me sentí decepcionado porque los periodistas no hicieran seguimiento a ciertas respuestas. Por ejemplo: el entrevistado dijo que la Farc ofrece “un gobierno de transición para el cambio y la reconciliación”. Un aspecto de enorme importancia. ¿Qué diablos es “un gobierno de transición”, colegas periodistas? Quedó ahí. Igualmente cuando dijo que “el país se va a sorprender con la verdad” que emane de la Comisión oficial de la Verdad. ¿No importaba escarbar en esas palabras? ¿Cómo así? ¿A qué apunta tamaña profecía? Nada. En otro momento, Londoño afirma: “Pensamos en un modelo en el que se respeta la propiedad privada, pero se amplía a la solidaria, la social y la comunitaria”. Los periodistas se quedaron ahí. No hubo reacción: ¿cómo, en concreto, se lograría esa ampliación de la propiedad privada bajo un gobierno comunista? Nada. Lo mismo sucedió cuando sostiene que “hay que eliminar muchas de esas exenciones [tributarias] que se acercan a los cincuenta billones de pesos”, tema crucial para un gobierno y una sociedad. Tampoco tuvo ampliación. “Propondremos los cambios necesarios para permitir que se desarrolle la producción nacional”, dijo Londoño. Formidable. ¿Cómo? ¿Cuáles cambios bajo la sombrilla marxista-leninista? Los lectores nos quedamos en babia. Y un ejemplo final, para no fatigar: “Cualquier política que se adelante con fines de equidad –dijo don Rodrigo– será desarrollada en el marco del concepto de la función social de la propiedad que hoy protege la Constitución”. Respeto a lo que ordena la Carta. ¡Qué bien! ¿Cómo lo entenderá y practicará un apasionado de todas las formas de guerra? Por dedicar tan pocas preguntas al rol de candidato, la revista perdió una gran oportunidad de conseguir que el aspirante de las Farc y la Farc nos hablara en concreto, como comunista, de muchos temas vitales: las Fuerzas Armadas, el sindicalismo, la seguridad ciudadana, la seguridad nacional, la justicia, la educación, las libertades individuales y sociales, los medios y las redes, la actividad política, la corrupción, etc. En mi opinión, la mejor actitud de un medio demócrata es buscar que las respuestas de los aspirantes a gobernarnos no sean un amasijo de retórica. Los entrevistadores deben ser más “pilos” para no tragar entero y cumplir con su rol profesional de un modo riguroso y sabio. Les vendría bien hacerle caso a Tomás Moro: cuando iba a subir al cadalso para ser ejecutado, le dijo al verdugo: “Levanta tu espíritu, hombre, y no temas cumplir tu obligación”. Los entrevistadores no pueden dejarnos, en este caso a los lectores, con los crespos hechos y sorprendidos con la manera en que se prepara o conduce una entrevista. Observación para todas las entrevistas a todos los candidatos en todos los medios. Sería una lástima que Semana, al filo del tiempo, nos dijera a los suscriptores y lectores lo que afirmaba hace años la desaparecida revista International Management: “La información que usted tiene no es la que usted quería, la información que usted quiere no es la que necesita, y la información que necesita no la tenemos”… “Di papaya” al creer que era una “galleta” de entrevista. Con todo, esta semana renové la suscripción… INFLEXIÓN. Si Petro gana las elecciones, ¿las Fuerzas Armadas pasarán a llamarse “Fuerzas Armadas Revolucionarias del Común, FARC”?
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