Los árboles fantasma de Peñalosa

Mar, 05/02/2019 - 04:15
Finalizando 2018 el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, anunció en medios de comunicación y redes sociales oficiales la realización de una “megaplantatón” donde ciudadanos y funcionarios se
Finalizando 2018 el alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, anunció en medios de comunicación y redes sociales oficiales la realización de una “megaplantatón” donde ciudadanos y funcionarios sembrarían, hombro con hombro, un total de 13 mil árboles en un solo día: 17 de noviembre. Tal como registraron los medios, la jornada en efecto se realizó en las condiciones anunciadas y el alcalde creyó haberse anotado un tanto a favor ante la opinión pública. Así, desde su cuenta de Twitter dio parte de victoria anunciando que se había cumplido la meta del día. Pero la situación fue otra. Según información solicitada mediante petición al Jardín Botánico de Bogotá, en realidad la jornada entregó apenas 1.427 individuos nuevos al arbolado de la ciudad. A pesar de la evidente incongruencia en los números, el alcalde no estaba mintiendo, no exactamente, pero sí acomodó las cifras para dar impresiones engañosas. Lo que ocurrió en realidad es que, para alcanzar la meta prometida, se metieron en las cuentas de ese día especial, el trabajo cotidiano que entidades como la Secretaría de Ambiente cumplen dentro de su función misional. Así, entraron a inflar las cifras de la Megaplantatón los 8.862 árboles que se habían plantado en las zonas de restauración y otros 500 en zonas de humedales. Es decir, individuos que no se encuentran dentro del arbolado urbano en espacio público y que, en todo caso, no fueron plantados el mismo día de la anunciada megaplantatón. Este caso es un ejemplo elocuente del manejo poco riguroso que el alcalde da a las cifras y resultados de su administración, en este y otros temas. También sirve como explicación de las razonables dudas que expresa la ciudadanía sobre el verdadero alcance de las plantaciones que la Alcaldía dice haber realizado en la ciudad. Cuántos árboles se plantan realmente Según la Matriz Ciudad de Indicadores del sector ambiente, Peñalosa recibió el primero de enero de 2016 una cantidad de 1.232.980 árboles. Pasados dos años y medio de su administración, el registro oficial de árboles, contenido en el Sigau, contaba con 39.530 entradas nuevas. No todas ellas se corresponden a árboles recién plantados, puede tratarse en algunos casos de árboles nuevos que no habían sido reportados a tiempo, o viejos que no habían sido contabilizados antes. Pero vamos a quedarnos con ese número como referencia. Según cifras entregadas por el Jardín Botánico, hasta final de octubre de 2018 en esta administración sólo se han plantado 21.625 árboles en espacio público de uso público. Los demás, eran árboles pertenecientes a predios privados (9.216) y replantes (8.813). Estos últimos son árboles que murieron y tuvieron que ser plantados nuevamente. Con lo cual, los estarían contando dos veces. Así que, sumando peras y manzanas, algunas de ellas dos veces, da un total de 39.654. Una cifra cercana a la que da el Sigau. Contradiciendo estas dos fuentes, el alcalde Peñalosa, en noviembre de 2018 dijo públicamente que se habían plantado 184.592 árboles y que se están realizando compensaciones de árboles talados a razón de ocho individuos nuevos por cada uno que desaparece. Esa incongruencia entre las cifras ya comienza a arrojar dudas sobre el origen y confiabilidad de las declaraciones del alcalde. Pero no es la única fuente de sospechas. Para completar el número del alcalde, es posible que haya incluido en sus cuentas las “especies nativas” plantadas por la Secretaría de Ambiente (89.135) y los “individuos vegetales” plantados por el Jardín Botánico (58.912), en zonas de restauración ecológica. Voilà, ya tenemos 187.701 individuos, pero plantados tanto dentro como fuera de la ciudad, en espacio público y en predios privados y contando dos veces los replantados. Desagregar estas cifras no es una cuestión de celo excesivo, es importante hacer la distinción porque la discusión central son los árboles urbanos en espacio público, que inciden directamente en la salud y la calidad de vida de los ciudadanos. Y los que corresponden a estas características son sólo 21.625, según la entidad que los plantó. Hay una razón por la que fueron puestos entre comillas “individuos vegetales” y “especies nativas”. Se trata de juegos de palabras que permiten dar la impresión ante la opinión pública de que se está hablando de árboles, pero pueden no serlo. Así, se están incluyendo en las cuentas arbustos y plantas de jardín como veraneras, herbáceas como espadilla y guaba, y especies como el cervetano, una especie de baja altura, propia de los cerros orientales. Esto no es obligatoriamente una irregularidad, de hecho es plausible repoblar los cerros con especies que le son propias y embellecer la ciudad con pasto y jardinería (aunque no sean árboles). Pero, como afirmación, es engañosa. Y son especies que juegan papeles distintos a los árboles. Pero estas son las primeras dudas que surgen, faltan las de fondo. La multiplicación de los árboles Ahora viene una parte, digamos, extraña. Se solicitó al Jardín Botánico el inventario de su material vegetal y se encontraron nuevas incongruencias. Según el Jardín, el 77% del material utilizado en las plantaciones era propio del Jardín Botánico, producido y mantenido en sus viveros La Florida y Túnel de Propagación. Se trataba principalmente de especies nativas como Chicalá Amarillo (13,6%) y Ligustrum (15.6%), las dos más comunes. El restante 23% del material vegetal se compró a terceros como Servicios Ambientales San Marcos y Ecoflora SAS. Llama la atención que casi la mitad de los árboles que se han comprado a la segunda empresa pertenecen a sólo dos especies que para la Alcaldía funcionan muy bien, aunque no son nativas: Liquidámbar (25.6%) y Guayacán de Manizales (21,2%). Pero lo realmente extraño es que, entre el material vegetal propio y comprado a terceros, del inventario del Jardín Botánico sólo han salido hacia las plantaciones de la Alcaldía 42.778 individuos, pero el alcalde afirmó que se han plantado 184 mil. La pregunta inevitable que surge en este punto es: ¿Cómo aparecen plantados unos árboles que nunca salieron del Jardín Botánico ni de sus proveedores? Vista la confiabilidad de las cifras del alcalde, sólo una inspección directa podría decirnos si realmente existen y cuántos de ellos se encuentran todavía en pie. Para completar, hace pocos días surgió un nuevo problema para cuadrar caja. En sus más recientes declaraciones, el alcalde Peñalosa subió la apuesta y ya no habla de 184.592 si no de 276.214 árboles plantados en esta administración. Es decir, que en los dos meses que hay entre noviembre de 2018 y enero de 2019, el Jardín Botánico debió plantar 91.622 árboles nuevos. No hay seguridad de que el Jardín Botánico tenga la capacidad institucional y logística para lograr esta proeza, así que podría tratarse de la recurrida estrategia de acomodar las cifras, llevada a extremos delirantes. De todas formas, sólo el burgomaestre puede sacarnos de la duda. Descompensaciones Una de las principales exigencias ciudadanas que se ha recogido durante las manifestaciones en todos los barrios y estratos de la ciudad, es que las compensaciones se realicen en el mismo sector donde han sido realizadas las talas. Algo de la más sencilla lógica que no parece estar ocurriendo. Como ya lo hemos visto, no todos los individuos que se plantan se quedan dentro de la ciudad, con lo cual se pierden los beneficios directos que podían prestar para los ciudadanos. Pero incluso las plantaciones que se realizan dentro de la ciudad no siempre corresponden con el lugar donde se realizaron las talas. De esta forma, ahora hay localidades donde se presentan valores negativos con respecto a su situación inicial. Es el caso de Chapinero, donde la Contraloría ha encontrado que ahora cuenta con 665 árboles menos y Antonio Nariño donde hay un déficit de 566 árboles. El Jardín Botánico asegura que esto se debe a un problema de espacio disponible, pero en el sector ambiental hay dudas al respecto porque no parecen estar primando las consideraciones ambientales. Es decir, que sí habría espacio, pero desde cierta visión del paisajismo, no es de buen recibo ver árboles muy juntos. Otra de las peculiaridades que arrojan dudas sobre la idoneidad de las plantaciones que se realizan es que algunas entidades distritales no parecen estar siguiendo las recomendaciones del Manual de Arbolado Urbano. En petición extendida al IDRD, esa entidad aseguró que su Subdirección Técnica había solicitado la tala de 433 árboles entre septiembre de 2016 y enero de 2018. Pero de ellos, sólo 45 requerían compensación y los restantes 388 árboles “no requieren compensación”. Sumado a esta aparente anomalía, es conveniente abordar un tema del que poco se ha hablado en esta discusión sobre la pérdida de cobertura vegetal en la ciudad: las compensaciones por zonas verdes endurecidas. La resolución 0456 de 2014 establece los lineamientos y procedimientos obligatorios para compensar las zonas verdes que se pierdan por el desarrollo de obras. Entre otros aspectos, señala que se deberá evitar la pérdida de zonas verdes en el espacio público, que cuando estas ocurran deben compensarse de manera simultánea a las obras y que se debe incluir desde los diseños, el uso de materiales permeables. Se preguntó de manera oficial a la Secretaría de Ambiente por las compensaciones realizadas desde 2015 a la fecha y la respuesta fue breve: no tienen registros de que se haya hecho una sola de tales compensaciones. Ahora cabe preguntarse qué pasa con los árboles que sí se plantan dentro de la ciudad. Diversas fuentes consultadas en el sector forestal señalan que lo normal es tener tasas de supervivencia cercanas al 90%. Es decir que, en condiciones normales, el 10% de los árboles sembrados no prosperan y deben ser replantados. Fuentes internas del Jardín Botánico y cálculos que han hecho organismos de control, apuntan a que en la actual administración esa tasa ha descendido a niveles preocupantes. El cálculo más optimista es que el 36,4% de los árboles que siembra el Jardín Botánico, terminan muertos. Si se aplica esa tasa a los 21.625 árboles plantados en espacio público de uso público el resultado es decepcionante. Todos estos datos demuestran que los ciudadanos tienen buenos motivos para desconfiar del tratamiento que se está dando al arbolado urbano y, sobre todo, de las declaraciones públicas del alcalde. En medio de esta discusión, no es de mucha ayuda la negativa sistemática del alcalde a escuchar y dialogar efectivamente con la ciudadanía y a comunicar sus acciones. Es posible que Peñalosa encontrara menos resistencia, en este y en otros temas, si no mostrara tanta desconfianza en la inteligencia de los ciudadanos, o tan desmedida confianza en su propia inteligencia, según como se le mire.
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