Luis Eladio

Lun, 27/08/2012 - 01:00
Tengo la suerte de ser amigo de Luis Eladio Pérez. Y de celebrar su nombramiento como embajador de Colombia en la hermana República del Perú. No queda duda del acierto del Presidente. Porque sustit
Tengo la suerte de ser amigo de Luis Eladio Pérez. Y de celebrar su nombramiento como embajador de Colombia en la hermana República del Perú. No queda duda del acierto del Presidente. Porque sustituir a quien se encuentra procesado por vínculos con organizaciones paramilitares por una víctima directa del holocausto de nuestro conflicto en nuestra representación diplomática en el vecino país es un gesto de aplaudir. Es mostrar a otra sociedad el rostro muchas veces oculto de nuestra barbarie. Y las sensibilidades que la condición de víctima despierta. Pero Luis Eladio no es cualquier víctima. Y no lo digo por su trayectoria pública. Porque este Ingeniero de Petróleos, medio pastuso y medio bogotano, terminara extrañamente adicto sin remedio a la actividad política, primero como Concejal de Pasto, luego como Gobernador de Nariño en dos ocasiones, Representante a la Cámara y Senador. Adicción que lo llevara a aspirar de nuevo a Senador después de su tortuoso y largo secuestro, en la lista del movimiento Compromiso Ciudadano por Colombia liderado por Sergio Fajardo, integrado luego al Partido Verde. Digo que no es cualquier víctima porque ha vivido en el vértigo de la muerte sin perder la vitalidad. Sobrevivió a su largo cautiverio en manos de las Farc. Y sobrevivió a tres graves comas diabéticos ocurridos durante su secuestro y a una grave afección cardíaca ya en libertad. Pero sobre todo sobrevivió al odio y a la humillación de seis años y medio de privación de su libertad en los campos de concentración farianos. Y salió, como el más entusiasta de los activistas, a liderar la lucha por el Acuerdo Humanitario. Quizás el camino menos cruento para lograr la libertad de los que había dejado en la selva en manos de sus captores. Y la ventana, en aquel tiempo, para un acuerdo de paz. No era que sufriera del “síndrome de Estocolmo”. Porque criticando sin piedad la barbarie de las Farc, invitó al Presidente Uribe a darnos la oportunidad de la paz. No faltará quien piense que su designación como embajador sea una triquiñuela politiquera. No saben que Luis Eladio fue vicepresidente del Parlamento Andino. Que durante su ejercicio  como Senador centró su labor en la Comisión de Relaciones Exteriores, de la cual fue presidente. Y que fue cónsul en Paraguay. Una congresista verde ha invalidado su nombramiento porque no representa a su partido. Alguien sin autoridad moral porque milita con cuatro camisetas, pero que tiene razón. El Presidente no entregó la embajada del Perú a un partido. Escogió a Luis Eladio por su valor simbólico como víctima de un conflicto al que debemos por fin poner punto final. Sospecho que el Presidente Santos no se queda en los símbolos con Luis Eladio. Que él representará cabalmente, como buen embajador, los intereses de Colombia en Perú. Pero que ocupará un lugar destacado en la partitura de la paz que se está confeccionando. Movilizando apoyo internacional. Y eso me hace más contento de ser su amigo. Y de festejar su nombramiento.
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