Mi demanda ante la CIDH

Jue, 29/10/2015 - 16:01
A un mes escaso de cumplir 26 años de vergonzosa impunidad en la masacre Avianca y luego de más de un año de trabajo arduo, ayer presenté mi petición ante el Sistema Interamericano de Derechos Hu
A un mes escaso de cumplir 26 años de vergonzosa impunidad en la masacre Avianca y luego de más de un año de trabajo arduo, ayer presenté mi petición ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, en busca de una respuesta eficaz, seria y definitiva sobre la verdad, justicia y reparación a las familias de las víctimas de este horrendo crimen, que logramos declarar de Lesa Humanidad en 2009, cuando estaba a punto de prescribir. Las peticiones o demandas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tienen que ser muy bien estructuradas y sobre todo fielmente sustentadas. Por este motivo y desde hace más de un año, en que vengo anunciando que iba a acudir a esta importante jurisdicción supranacional, he estado trabajando sin descanso en la confección del escrito de petitorio, en recabar las pruebas, en el estudio de jurisprudencia y pronunciamiento de las sentencias de las altas cortes colombianas y de las providencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en soportar la negligencia y el silencio cómplice de la Fiscalía General de la Nación en ese homicidio múltiple, y en general en hacer una tarea bien hecha que de nuevo nos dé resultados y avances. Como bien lo recordarán en 2009 el logro fue la declaratoria de Lesa Humanidad, luego la participación desde ese año en la manufactura legislativa de la Ley 1448 de 2011, que, una vez sancionada, demandé por inexequible hasta llegar al recurso de súplica ante la Corte Constitucional. Posteriormente en primera instancia la Unidad de la Dra. Paula Gaviria Betancur, me negó el derecho a ser reconocido como víctima del conflicto armado; en septiembre de 2013, luego de una ardua e injusta pelea jurídica con la Unidad Administrativa Especial para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, obtuve dicho reconocimiento en derecho, pues era evidente la revictimización de esta entidad y su intención discriminatoria hacia las víctimas del narcoparamilitarismo. Ya no podían seguir violando mis derechos sistemáticamente. Les quedaba muy difícil con todas las pruebas y la contundencia del recurso de reposición y en subsidio de apelación, seguir negando el carácter y derecho que como víctima me asiste en los términos de la Ley 1448 de 2011 y de los instrumentos humanitarios de orden internacional. Tanto así que la señora directora y en nombre su “talentoso y competente” equipo jurídico, se disculpó conmigo por ese “error”. En el entre tanto he tenido que sortear todo tipo de aberraciones judiciales y administrativas, perdí la cuenta en el número de acciones, derechos de petición, solicitudes de intervención de órganos de control, columnas en este importante medio, señalamientos, entrevistas, trinos, y por supuesto oraciones al Creador para no desfallecer. Pues bien, así ha sido y gracias a Él, hoy con orgullo y firmeza escribo estas líneas compartiendo la demanda contra el Estado colombiano tanto por acción como por omisión ante la CIDH, en la masacre más cruenta que haya vivido Colombia en toda su historia de violencia. Pero no todo es malo. Es muy gratificante que al momento de liderar una charla, participar en un debate, e inclusive dictando una clase de DDHH y DIH, todavía hay palabras de aliento, -tanto de gente del común como de importantes figuras,- que me impulsan a seguir en esta lucha humanitaria que por injusta y sempiterna que parezca, tendrá que dar resultados y deberá ser consecuente su final con el esfuerzo y el trabajo incansable por honrar la memoria de quienes amamos y fueron borrados de un plumazo criminal de manera inescrupulosa, sin pensar en el dolor de las viudas, los huérfanos y las personas de bien que trabajaban honestamente por un mejor porvenir para sus familias; de quienes construían patria. Empieza pues un nuevo camino. Un trasegar jurídico internacional que genera gran expectativa e ilusión en encontrar la luz en la tiniebla jurídica que hoy nos han ofrecido tan generosamente nuestra Fiscalía, las altas Cortes y demás autoridades dizque “competentes”. Instituciones que queriendo y sin quererlo han promovido descarnadamente la impunidad y la revictimización de nuestra pesadilla humanitaria. En este nuevo proceso cuento con la fuerza y el amor del Señor, con el amor de mi madre, de mi adorada novia y el cariño y reconocimiento de mis alumnos y amigos. No puedo negar que a veces llorando como un niño al ver la indolencia de este gobierno y la falta de solidaridad con las víctimas, en donde solo cabe la pelea de dos gallos que se quieren clavar sus espuelas hasta lo más profundo del desangre político, he pensado en decir: ya no más. Pero no puedo. Mi compromiso con mi padre asesinado por los narcoterroristas, con mi familia y mi lealtad con las víctimas que represento, sencillamente me lo impiden. Las víctimas no soportan más estas medias tintas a las que han sido sometidas por un gobierno cómplice que enreda a incautos con un espurio proceso de paz. La gente de bien que con entusiasmo lucha a diario por obtener justicia, ya está cansada y va llegando a un límite al que no quisiéramos llegar: a estallar y a más violencia. Pero esto lo propone el sistema actual. Por mi parte emprendo este sendero de la justicia internacional, con la convicción de un trabajo bien hecho y de la mano de Dios. ¡Colombia! Nos veremos en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos. #nomasmentiras. Abrazo cálido. Seguimos trabajando. @colconmemoria
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