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Me instalo frente al computador a escribir mi columna semanal y coloco White Night, el CD que ayer me regaló el gran músico alemán Stephan Micus. Su portada es una hermosa fotografía de Yamamoto Masao.
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Mientras escucho a Micus recuerdo que el tema de mi pasada columna fue Venezuela, motivado por una extraña intuición que me llevó a imaginar que el primero de mayo caería la tiranía. No estaba delirando: si se tenía preparada esa caída que lamento no se haya hecho realidad. Se concretará pronto porque no hay marcha atrás.
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A Micus le divierte escuchar los breves encontrones que tenemos con mi hija Ana sobre asuntos políticos. Hace año y medio, en su primera visita, vio con gracia como padre e hija discutían con relámpagos de frases intercambiados que terminaban en largos silencios debido a un viejo acuerdo de no hablar de política.
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ECM acaba de producir White Night, con las más recientes creaciones de Stephan Micus, y de lanzar un libro con una selección de portadas con extraordinarias fotografías en blanco y negro de fotógrafos de distintas partes del mundo en el que se incluye una de las 24 dedicadas a Micus.
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Muchas de las producciones de esta disquera fuera de serie las conocí gracias al programa sabatino Trapecio de Carlos Heredia y algunas se quedaron acompañándome en el taller mientras pintaba. Una de ellas fue la banda Sonora de El Retorno, película rusa con música de Andrei Dergatchev que dio título a una exposición que realicé hace más de diez años y acompañó mi obra pero no a mí mientras pintaba. En cambio la música de Micus sí y por largo tiempo. Algunos de mis cuadros se llaman Escuchando a Micus.
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Ayer me visitó Micus. Su manera dulce de hablar y actuar hace que no me percate de su monumental figura. Con sus casi 2 metros y su gran corpulencia logra, a través de su música, introducirse en el alma de quienes la escuchan.
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Se sentó largo rato en una de las terrazas de mi casa a contemplar el cielo y las montañas de este lugar de La Calera mientras el sol pegaba fuerte en su ya muy bronceado rostro. Lleva un mes en Colombia y ha vivido una que otra aventura en el Orinoco, el Pacífico y los páramos colombianos que tanto aprecia.
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Hará cuatro años que Ana buscó a Micus para acordar los derechos de Sarah, una de sus más conmovedoras composiciones, incluida en la película En el Taller. Supo que era alemán y vivía en Mallorca, que su padre fue un artista que pintaba también escuchando su música. Micus le dijo que quería venir a Colombia, lugar que no conocía a pesarde haber estado en más de 50 paises alrededor de la tierra.
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El bello auditorio de la Universidad Nacional será el lugar en donde, por primera vez, voy a escuchar a Micus en vivo luego de tantos años pasados con su música habitando mi taller de Bogotá.
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A Micus le preocupa que el auditorio no se llene. Piensa que el sentimiento compartido entre muchos intensifica la experiencia estética y espiritual de sus conciertos. Le digo que su música es tan íntima que no requiere de multitudes pero no logro tranquilizarlo con eso.
Asistamos a este especial evento que tendrá lugar el martes 7 de mayo en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional a las 7:00 P. M.
