Peñalosa: La apuesta por la educación para un nuevo país

Vie, 21/03/2014 - 03:59
El candidato Verde Enrique Peñalosa se la ha jugado por una nueva Colombia, por un nuevo elector, por un nuevo concepto de política y por un nuevo ciudadano participante. Tiene claro que ellos son l
El candidato Verde Enrique Peñalosa se la ha jugado por una nueva Colombia, por un nuevo elector, por un nuevo concepto de política y por un nuevo ciudadano participante. Tiene claro que ellos son los aliados naturales para alquien que le apunta a un nuevo proyecto ciudadano y a una solución sostenible de país, frente a la crisis de credibilidad y de confianza ciudadana con la política tradicional. Escoger como fórmula vicepresidencial a una experta técnica en educación, Isabel Segovia, cuyo nombre hay que aprendérselo porque no es figurín político, ni se asocia a ninguna casta, ni se ubica en ningún rango de fervor popular como para manipular masas, refleja la audacia de Peñalosa al escoger una persona que garantiza más futuro de gobierno que presente electorero. No es el resultado de una búsqueda con la linterna de Diógenes a un personaje que produzca artificialmente votos. Sabe Peñalosa que cada vez más la mayoría de ciudadanos rechazan las prácticas politiqueras y las corruptelas políticas, sus mañas, sus trucos electorales y sus componendas mafiosas para perpetuar poderes, reemplazar caciques o remover fichas en un tablero tramposo. No es como algunos han querido hacer creer, que Peñalosa es una marioneta uribista o un camuflado agente del expresidente Álvaro Uribe. No resiste más esa pretendida desacreditación. No le interesó ser el candidato del Centro Democrático porque le apuesta a un proyecto diferente. Con el mote de Uribista o de proclive a Uribe bien le hubiera apostado a aceptar facilistamente este ofrecimiento y barrido en la consulta del Centro Democrático y hoy estaría en mejores posibilidades electorales que las de Oscar Ivan Zuluaga, como candidato de ese sector de oposición que mal que bien demostró controlar mas de dos millones de votos. Pero prefirió su independencia. Esa que lo llevó a ser alcalde sin el respaldo de partidos tradicionales y que lo hizo enfrentar al cabildo manipulado por la politiquería. Y escogió el camino más difícil. El de aceptar el reto de medirse en consulta como lo hizo hace cuatro años cuando perdió frente a Antanas Mockus. Sabe perder porque esa es la premisa clave de un buen ganador. Se aguantó el matoneo interno en su partido cuando pretendieron incluso sabotearle la consulta e incumplirle las reglas de juego pactadas. Tuvo la paciencia y la confianza del que sabe que en juego largo hay desquite y ganó la consulta que superó, aún contra la malquerencia y la marrulla de la Registraduría, los dos millones de votos independientes. Y se juagan la boca los derrotados verdes alimentando ilusamente la idea de que los votos fueron uribistas. Creen sinceramente que a Uribe o a sus seguidores les convendría votar por un candidato que apabullara de entrada a Oscar Iván Zuluaga, o se imaginan a los conservadores votando por alguien que opacara a Marta Lucía Ramírez en las primeras de cambio? La verdad, se necesita desconocer la realidad y optar por ser obtuso para no ver que hay un voto limpio, un voto indignado contra los cuatro años de no reformas, de no soluciones agrarias y de compra de legisladores; un voto que no quiere a la clase política tradicional y que se manifestó optimistamente en la consulta verde. Es un ciudadano nuevo, que se debate entre el voto en blanco y una alternativa no politiquera; que no cree en el Presidente Juan Manuel Santos, ni en la extrema derecha ni en la extrema izquierda. Es un ciudadano de centro que no quiere la reelección de Santos, que no le cree al gobierno de la mermelada y de las casitas de Germán Vargas Lleras que eligieron a Rodrigo Lara Restrepo, que no le gusta el abuso de poder del Procurador y que detesta las costosas excentricidades políticas y la mala administración de Gustavo Petro disfrazada de persecución. Es un ciudadano que le ha creído en su momento a Antanas Mockus, a Sergio Fajardo y hasta a Lucho Garzón; un ciudadano que simpatiza con las posturas solidarias y conciliadoras de Angelino Garzón. Porque a todos ellos los ha sentido cómo posibles alternativas a lo mismo de siempre. Es un ciudadano que le aterra el poder que ha adquirido Vargas Lleras porque lo ve incluso más facho que al propio Uribe. Solo que siente que éste aún se mantiene agazapado. Peñalosa se ha ganado en franca lid ese espacio que lo coloca como serio contendor del presidente Santos. Ha jugado limpio y eso hoy lo premian los colombianos. Es un voto limpio de unos ciudadanos que aún creen que por las urnas se puede buscar un cambio y que a pesar de que estas son siempre manoseadas, la fuerza de las ideas renovadoras puede arrasar aún con el árbitro en contra. Irónicamente los últimos en llegar a este camino que se avizora no sólo de llegada a la segunda vuelta presidencial sino como posible ganador final, son los de su propio partido. Pero esa es una bendición, como diría un cristiano de los que pululan hoy, que llegara al podio presidencial independiente hasta de los verdes porque, con algunas excepciones que los electores supieron premiar, este partido tiene que ir para reingenieria total. O reverdece o se pudre, o rejuvenece filosóficamente o se marchita, o se centra o será desbordado por la historia de los bordes. Peñalosa hoy es más grande que su propio partido y eso habla bien de la relación ciudadanos-candidato. Jugársela por lo alto como dice un analista entendido es de grandes ligas. Hoy Peñalosa, que ha aprendido la lección del cortoplacismo que significó haber recibido inoportunamente el apoyo de Uribe, quiere ser presidente pero no a toda costa. Quiere ganar en juego limpio porque confía en los ciudadanos mas que en las alianzas con grupos partidistas o politiqueros. Hoy quiere ser presidente de la ola de indigandos con los caciques y barones electorales, de los inconformes con la perversa relación de votos y contratación, de los mamados con los políticos voltiarepistas y con los que ayer participaban de falsos positivos y hoy de falsas chuzadas, de los hartos de promeserismos y de la vil utilización de los pobres como alimento de las inocuas maquinas electorales. Por eso más que jugada maestra su fórmula vicepresidencial deja a Peñalosa en condiciones de respetabilidad frente al elector atípico. Es muy probable que esta escogencia no voltee un solo voto santista pero lo que sí es seguro es que pone a pensar a más de uno de los que estaban por el voto en blanco. El fenómeno Peñalosa contra vientos verdes y mareas santistas anuncia ir en aumento y buena parte de los abstencionistas resultará seducida por un hombre que tiene claro que la politiquería comienza a llegar al fin de su historia, que los engaños, las traiciones y las trampas cada vez tienen menos aceptación ciudadana y que las reglas claras y el juego limpio apenas están calentando para dar una sorpresa en mayo. Peñalosa debe seguir por esa línea de la grandeza y hacer causa común con personalidades que aportarían a un gobierno como el que quiere, así haya un pasado de incomprensiones. Llamar a Antanas Mockus a que se sume a su proyecto e invitar a los seguidores de Sergio Fajardo a volver a soñar con un futuro verde puede sumar voluntades en la Alianza Ciudadana que propone y para su prioridad confirmada con la fórmula vicepresidencial: La educación.
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