Hace poco leí un bello libro escrito por Renata Durán sobre Mujeres Inolvidables (Ediciones B 2011, realizado a propósito de la Feria del Libro de Bogotá) en donde ella recorre vidas de mujeres valientes, entre otras, la de la fotógrafa italiana Tina Modotti quien se reconoce como mexicana. Esta semiolvidada artista es uno de los hitos de la fotografía moderna, que nos recuerda el extenso y completo libro que sobre ella escribió Elena Ponitovska: Tinísima. Ya en el recorrido por su trabajo, observamos que el colombiano Leo Matiz no hizo sino emularla.
Nació en 1896 en Udine, una provincia en el norte de Italia y murió en su México lindo en 1942 de un ataque al corazón en un taxi que la conducía a su casa.-Hay quienes creen que fue asesinada-. A los 17 años emigró junto con su familia a Estados Unidos. Trabajó en Hollywood y en 1921, conoció al padre de la fotografía moderna, Edward Weston con quien vivió en México y quien le enseñó a manejar la cámara y sus técnicas.
Su actividad fotográfica se encuentra impregnada de la misma forma intensa como vivió sus amores, sus creencias políticas y sociales, su actividad proselitista. Por otro lado, su trabajo creador nos muestra sus investigaciones sobre la forma, el encuadre, las luces, las sombras, la composición.
Tina Modotti dejó series que nos manifiesta la capacidad sensible de captar mundos poéticos en un desnudo o una flor en primer plano, en la rigurosa geometría de un contexto urbano, capta la luz de un rayo mexicano que ilumina a una naturaleza muerta, retrata en casi abstracto el mundo de las masas o, nos muestra a los protagonistas del movimiento muralista mexicano de los años 30. A todo ellos, que fueron sus amigos, los retrató pintando sus paredes tantas veces, que es la fotógrafa de la corriente del Muralismo mexicano.
Su criterio estético lo aplica a lugares, a objetos cotidianos, a personajes anónimos a los que dignifica y exalta mientras resume la estética moderna en la fotografía de su época junto con Johan Hagamayer y Manuel Álvarez Bravo. Son un acierto los planos donde la cámara se acerca al sujeto fotografiado como si quisiera conocer en el interior, la esencia. Porque hay que amar, hay que querer aquello que se capta para que las imágenes transmitan emociones.Su vida cambió de rumbo en 1929 cuando junto a ella, asesinaron en las calles de cuidad de México a su entonces compañero, el comunista cubano Julio Antonio Mella y, según nos cuenta Pablo Neruda, en 1930, renunció a la fotografía mientras arrojó su cámara Graflez al río en Moscú. Se perdió de exilio en exilio mientras realizaba una inútil militancia política stanilista. Tina Modotti murió dos veces.