Un desabrido réquiem por Diomedes Díaz

Es que una cosa es respetar, o mejor aún tolerar, el gusto y manera de ser de los demás y otra bien diferente admirarla. Que no se diga que respeto es callar y dejar pasar cuanta sandez nos atropella en aras y pretexto de la mentada corrección política, que no es otra cosa que un silenciamiento autoimpuesto sobre lo que se piensa, y que a la postre se convierte en aceptación tácita: “el que calla otorga”, grita, no sin razón, el adagio popular. La vida de Diomedes Díaz, y dicho a sabiendas de que piso sensibles callos, poco tiene de admirable. De manera alguna pretendo que mi gusto, como tampoco el de los demás, sea universal; por tanto lejos la intención de imponer el mío con mi discurso, que solo trato aquí de exponer. ¿Acaso tiene de admirable alguien que se burló de la justicia y que la larga condena de 12 años de cárcel haya sido saldada con tan solo algunos cortos años de reclusión gracias al dinero que comercia leguleyadas? El presunto asesinato por asfixia mecánica de Doris Adriana Niño, su supuesta amante del momento, quedó impune –homicidio preterintencional dictaminó el juez 46 penal de Bogotá–. Juristas bien remunerados apaciguaran la justicia. ¿Acaso son admirables los permanentes incumplimientos en sus no conciertos a los que ni asistía y que le granjearon el alias de "no Vienes Díaz?" ¿Acaso es admirable verle brillar y ostentar un costoso y traquetísimo diamante en sus incisivos? ¿Debería obnubilarnos ese resplandor de mal gusto? ¿Acaso es admirable verle empantanado en sus visibles excesos de droga y alcohol? ¿Acaso es admirable leer sus declaraciones llenas de lugares comunes y frases tan risibles y superficiales como las letras de sus composiciones musicales? ¿Acaso son admirables sus insípidos y numerosísimos "versos" vallenatos de dudosa e incontinente "poética" que no interesan a neuronas mediamente adiestradas? O, sino, qué decir de estos versos tan cargados de sapiencia y lírica (de los que compuso por cientos): “Te amo porque tú te lo mereces Y te lo has ganado conmigo Te quiero porque me nace quererte Sin que me lo hayas pedido.”   “Ayer clasifiqué todas las flores Que están cerca a tu ventana Todas son bellas llenas de colores Pero ninguna te iguala”. Ojalá me perdonen sus seguidores y quienes admiran este tipo de "cultura", pero me es imposible callar el rechazo que me inspira este lánguido personaje, que de ninguna manera puede constituirse en símbolo de nuestra patria y cultura; tenemos más que eso, o por lo menos aspiramos a tenerlo. Así las cosas y como otros maestros del mismo género han enseñado: “Que te perdone yo, que te perdone como si yo fuera el santo cachón mira mi cara ve yo soy un hombre y no hay que andar repartiendo perdón”. Pensar que los artistas sean adalides de la ética sería demasiado pedirles, pero no lo es el exigirles tener un comportamiento público que no contradiga los valores que con tanto esfuerzo trata la sociedad de inculcar en su afán de mejorarse. No me refiero con esto a valores de índole religioso basados solo en creencias en entelequias de cuyo temor punitivo se desprenden los principios rectores de conducta; me refiero a los laicos, los de afianzamiento en lo real: la honradez, el valor de la vida sin excepciones dictadas por la cantidad de bienes que se posean, el de la igualdad ante la ley y la observancia de esta como base del ordenamiento social. Entonces, de una figura pública, y los artistas lo son, se espera –aparte de expresar una estética, controvertible o no– una mayor exigencia en sus posturas, entre otras por una muy sencilla razón: estos, por su preponderancia en los medios masivos de comunicación, se constituyen en ejemplo, en modelos aspiracionales de una buena franja de la población, y qué no se olvide: el simio ancestral que llevamos dentro tiende a copiar... Grave responsabilidad social porta quien más conocido es, quien más poder de influenciar a los demás tiene. Y DD en esto falló en demasía, no lo entendió. Que ese "cacique" era libre de hacer con su vida lo que a bien tenía, es sin duda de respuesta afirmativa, una perogrullada, pero eso no implica que tengamos que admirar sus desmanes y falta de control. Y que ahora de dolor por su desaparición nos rasguemos las vestiduras y olvidemos su nada ejemplar vida. A ese duelo no me uno. Más bien, rescatar la ocasión para un análisis sobre aquello que no debemos ser ni hacer, por hedonistas o sibaritas que sean nuestros anhelos. Y que no vengamos con la excusa de que las faltas y pecados de los personajes políticos son lo mismo o peor. Sí, estos son también deplorables como lo fueron los de DD. Entonces mi homenaje a su existencia es el anotar que sus múltiples liviandades, explayadas ad nauseum durante su vida no sean objeto de admiración ni ejemplo de repetición para las generaciones nuevas. Paz en su tumba y paz para nosotros desde su silenciosa cripta. ______ PD: Tampoco aprecio ni exculpo las torpes extravagancias de otros tristemente célebres, bastaría con citar al niñaco Justin Beiber o la insoportable Paris Hilton, por solo mencionar a estos dos de la extensa galería de la nadería humana. No, no es por criollo que no presento una lastimera loa, como algunos podrían adelantarse a concluir.