Alfonso Zambrano Payan

Mar, 07/12/2010 - 00:03
Las manos del maestro Zambrano eran fuertes, hábiles y estaban marcadas con pequeñas cicatrices y rasguños, producto de la talla de los chachajos, cedros y robles, maderas que pasaron de ser piezas
Las manos del maestro Zambrano eran fuertes, hábiles y estaban marcadas con pequeñas cicatrices y rasguños, producto de la talla de los chachajos, cedros y robles, maderas que pasaron de ser piezas amorfas para  convertirse en obras de arte. Alfonso Zambrano Payan nació en Pasto, Nariño, el 26 de diciembre de 1915. Siete días antes del Carnaval de Negros y Blancos. Fue esta  festividad el espacio que lo consagró como artista destacado, a los 36 años comenzó a elaborar carrozas para el desfile magno tradicional, en ocasiones, sus obras fueron declaradas fuera de concurso y en total ganó catorce premios gracias a su creatividad e ingenio. Es el autor de los Cristos crucificados más grandes de América Latina, con siete metros de altura, que adornan la Clínica de La Paz en Bogotá y en la Basílica de Nuestra Señora del Tránsito en Sandoná en Nariño. De los encargos más importantes está un altar que mide cinco metros de alto por nueve de ancho para una iglesia ortodoxa del Canadá, un par de candelabros gigantes que reposan en Madrid, una Virgen danzarina en miniatura que fue llevada a Roma, y una urna que guarda los restos de San Pedro Claver. Su talento se reflejó en su primer trabajo como escultor de madera en un taller a los quince años. Con el tiempo inició sus estudios en Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Nariño en 1941, donde se destacó en cada clase por su talento. Aunque gran parte de sus habilidades fueron resultado de un aprendizaje autodidacta. Se casó con Joba Marina Suárez a los 29 años, con quien tuvo a Álvaro, Hernando, Matilde, Gloria y Alicia. Su casa familiar se convirtió con el tiempo en un museo de arte, donde se conserva aún piezas religiosas, coloniales, cuadros de Daniel Vázquez, La sagrada familia de Miguel de Santiago, cabezas del escultor Pedro Laboria y algunos Cristos españoles. En enero de 1991 se le hizo el último homenaje. Asistió al desfile de ese año ya enfermo, sus alumnos elaboraron una carroza que rememoraba la escena del maestro en su taller tallando un Quijote. Zambrano murió el 7 de diciembre de 1991, días antes de su cumpleaños número 76 y de la fiesta que hizo que el pueblo nariñense lo recuerde hoy como: El papá de los artesanos del Carnaval.
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