Considerado el peor asesino en serie hasta hoy conocido en la historia de la Unión Soviética. Sus atroces hechos no conocieron límites, y entre su prontuario de crímenes se conoce el canibalismo, violación sexual, asesinato, mutilación, entre otros que daremos a conocer en las siguientes líneas.
El 16 de octubre de 1936 nació Andréi Románovich Chikatilo en la República Socialista Soviética Ucraniana (RSSU) -a partir de 1991, Ucrania-. Su padre Román Chikatilo fue prisionero de guerra por los Nazis. Su madre Anna le contó a él y a su hermana que su hermano mayor Stepán, había sido raptado para luego ser comido.
Este hecho indudablemente marcó la vida del pequeño Andréi, quien vivió Rostov una infancia con una Enuresis nocturna -pérdida involuntaria de orina- hasta la edad de 12 años, fue siempre muy introvertido y recibió el rechazo y la humillación de sus compañeros. Nunca respondió, solamente aguantó y escuchó.
Hizo parte del ejército soviético y luego se preparó profesionalmente donde obtuvo tres títulos: Ingeniería, Marxismo-Leninismo, lengua y literatura rusa. En 1971 y al haberse graduado de maestro, sentía una fuerte atracción por las menores de doce años.
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Trabajó en una escuela en la que sus alumnos no lo respetaron mucho, no lo tomaron en serio. Estuvo allí hasta 1974, año en el que fue despedido al ser acusado de abusar sexualmente de algunos de sus estudiantes, niños y niñas.
A la edad de 42 años Chikatilo cometió su primer asesinato a una niña de nueve años, de quien abusó sexualmente y dejó su cadáver en un río cerca de su vivienda.
Allí comenzó todo, seis años después sus víctimas sumaban 15 personas. Las escogió entre la multitud, en vías ferroviarias y en paraderos de bus; utilizó siempre su mismo modus operandi, los cuerpos fueron encontrados en alguna zona boscosa, con indicios de sadismo y violencia, muchas veces mutilados.
La policía local comenzó a buscar un asesino en serie, para el momento en que llevaban por lo menos 30 víctimas. Más de 600 detectives estaban encargados de la investigación.
Para 1990 Chikatilo fue detenido y en principio se rehusó a la detención y a los cargos de los que le acusaban. Pero siete días después, y frente a un psiquiatra, confesó 52 asesinatos, indicando distintos lugares donde yacían algunos cadáveres que aún no habían sido descubiertos.
Durante el juicio buscó ser considerado como un enfermo mental, pero los psiquiatras lo consideraron como un sádico sin algún tipo de trastorno, y que sus actos fueron premeditados.
En ese momento fue sentenciado a pena de muerte, siendo ejecutado con un tiro en la nuca en la prisión de Rostov del Don el 14 de febrero de 1994.
Siempre mantuvo una mirada enfermiza y fría, se burló de sí mismo y su problema de disfunción eréctil, manifestó que siempre se sintió insuficiente como hombre y como persona. Sus problemas fueron todos mentales.
