Cuando se graduó como bachiller del Gimnasio Moderno en 1940, lo primero que hizo fue pedir el consejo de Nicolás Gómez Dávila, uno de los escritores y filósofos más respetados del país, quien le aconsejó que para sus proyectos lo ideal era estudiar en los Estados Unidos. Así, Mario Laserna Pinzón, después de una par de años como estudiante de Derecho en la Universidad del Rosario se fue a la Universidad de Princeton. Allí obtuvo su grado en Matemáticas, Física y Humanidades en la primavera 1948.
Ya graduado inició la aventura de crear la universidad de Los Andes en noviembre de ese mismo año, proyecto que gestó desde joven y que consolidó en su paso por Princeton.
Comprometido con el cultivo de la ciencia
Desde pequeño Mario Laserna manifestó su predilección por cuestiones académicas e intelectuales, incluso, uno de sus pasados estuvo entre los fundadores de la Universidad de Antioquia. Para emprender la aventura de fundar un centro de actividad educativa y cultural que pensara la educación como un interés permanente de la sociedad, Laserna invitó a Albert Einstein a ser parte de su consejo consultivo.
En Princeton estudiaba con Jorge Méndez Munévar, quien tomaba clases con Salomón Lefschetz, jefe de Matemáticas de dicha universidad, a la que Einstein se había vinculado como profesor e investigador en el Instituto de Estudios Avanzado desde 1933. En 1940, a la edad de 61 años, recibiría la nacionalidad estadounidense.
Mario Laserna, sin pensarlo dos veces, le planteó a Múnevar que hablara con Lefschetz para que él, a su vez, pudiese conversar con Einstein para que apoyara la propuesta de crear una universidad de avanzada en Bogotá.
A Einstein le sonó la idea del joven estudiante de matemáticas y filosofía. Desde ese día la relación se fue haciendo más cercana. Cuando Laserna decidió terminar sus estudios de doctorado de filosofía en la universidad de Heidelberg, Alemania, establecieron un contacto más directo, más familiar que el formalismo académico. De hecho, Laserna lo consideró como su mentor y lo trataba como un amigo.
En el libro de Jorge Emilio Sierra, '50 protagonistas de la historia económica colombiana', señala que fueron varias las fotografías en las que aparecen departiendo Laserna, Einstein y algunos amigos en su doctorado en Heidelberg. En un de estas, el Nobel de Física alemán llegó con unas modestas sandalias, situación que de la que se burló Lucas Caballero, Klim, en su habitual columna de opinión de El Tiempo, “estos personajes retratados parecen sobrevivientes de un naufragio…”.
"En el fondo, los científicos somos gente con suerte"
Y claro, el intercambio epistolar también tocó el terreno de la teoría científica, en éstas discutían sobre las bases filosóficas de la física, de Galileo, Leibniz, Newton y Leibniz. Así mismo, Mario Laserna mantuvo una relación cercana con otros profesores de renombre que pasaron por la universidad de Los Andes, como Leopoldo Arnaud, Mark Van Doren y George Humphreys, profesores de la Universidad de Columbia; Jacques Maritain, de la Universidad de Chicago; Conrad Gini, de la Universidad de Roma, y el famoso novelista Thornton Guilder.
Cabe añadir que fue la relación con Einstein la que hizo posible que esta nómina de científicos estuviese en el consejo consultivo de la universidad. Por otro lado, fueron varios los conocidos de Laserna que pudieron haber sido parte de este comité de sabios: Jacques Maritain, Eisenhower, Jimmy Carter, entre otros.
Antes de la inauguración, la preocupación de Laserna fue la sede de la universidad, por lo que se decidió por una cuyo patio tenía una historia particular: en el siglo XIX y comienzos del XX fue un asilo de locos, y más tarde una cárcel para mujeres.
Uno de los primeros rectores fue Alberto Lleras Camargo, quien hacía pocos meses había sido Secretario de la OEA. Cuenta un artículo de García Márquez de 1954 “Cuando se fundó la Universidad de los Andes y se publicó, como una noticia más importante que la misma fundación de la universidad, la de que Mario Laserna era amigo personal de Einstein, hubo suficientes fotografías para demostrarlo”.
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