Massaccio

Lun, 20/12/2010 - 23:59
Tommaso di Ser Giovanni di Mone Cassai, Massaccio, vivió una vida tan corta que no le alcanzó para usar todos los nombres que con generosidad o indecisión, sus padres le otorgaron. En cambio sí le
Tommaso di Ser Giovanni di Mone Cassai, Massaccio, vivió una vida tan corta que no le alcanzó para usar todos los nombres que con generosidad o indecisión, sus padres le otorgaron. En cambio sí le alcanzó para hacer una de las obras pictóricas fundamentales del arte de Occidente. De su obra se ha dicho que domina la perspectiva de Brunelleschi, supera la fuerza plástica de la escultura de Donatello y se pasea por los paisajes logrados con la técnica del claroscuro como Giotto por su casa. Y sin embargo, las obras de Massaccio se parecen tan solo a las obras de Massaccio, porque aunque recogió con gran provecho las técnicas de las tradiciones anteriores, logró sintetizarlas en un solo modo expresivo que es el protagonista de lo que hoy llamamos el Renacimiento italiano. Su objetivo fue el de lograr mayor verosimilitud que la que había logrado el arte gótico, aún cargada de detalles con importancia simbólica pero poco verosímiles en el contexto de la escena. Por eso estudió las técnicas pictóricas a la par de la anatomía y la perspectiva, cosa de poder representar volúmenes y proporciones que imitaran más cercanamente la realidad. No hay que pensar, sin embargo, que la pintura de Massaccio era realista en el sentido moderno, como una fotografía: su obra sigue siendo fiel a numerosas convenciones de la época, asociadas casi siempre al Catolicismo, como el hecho de pintar a San Jerónimo acompañado de un león y sosteniendo una iglesia, como en la obra San Gerolamo e Giovanni Battista, de 1423. El león no es un león real, sino un símbolo de la sabiduría, al igual que la iglesia no es una maqueta que San Jerónimo cargara por gusto, sino la Iglesia Católica entera, de la que el Santo es un padre. De todos modos, a pesar de estas convenciones, su pintura sí hace un gran avance hacia la representación realística de las cosas, y es por eso que su famoso biógrafo Giorgio Vasari escribió: “De las cosas hechas antes de Massaccio se puede decir que están pintadas; las hechas por él están vivas”. Massaccio murió a los veintisiete años en Florencia, y fue sepultado en la Iglesia del Carmine. Unos años después, en su lápida, sus admiradores esculpieron un epigrama, que en dudosa traducción al español dice así: Pinté, y mi pintura a la verdad fue par, La adiestré, la avivé, le di el movimiento Y el afecto; que enseñe Miguel Ángel A todos los demás; de mí, que aprenda.
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