Elizabeth Gladys Dean tenía dos meses y medio cuando el barco más grande del mundo se partió a la mitad y dejó sin vida a la mayoría de sus tripulantes. Ella no podía reconocer la magnitud de lo que pasaba, y con los años solo las letras, la historia le darían las herramientas para hacerlo.
Elizabeth, conocida después como Milvina Dean, fue la única superviviente del hundimiento del Titanic entre el 14 y 15 de abril de 1912,
la pasajera más joven del Titanic.
La pequeña viajaba a bordo del RMS Titanic acompañada de su hermano y sus padres, y en la tragedia se quedó sin su papá, Bertram Frank Dean, quien había tomado la decisión de vender todas sus posesiones en Inglaterra para abrir una tienda de tabaco en Kansas, Pero ese sueño no se logró, y luego del día más duro de sus vidas, Milvina junto a su hermano mayor,
Bertram Vere Dean y su madre, Georgette Eva Light, regresaron a Inglaterra.
Millvina Dean nació en Branscombe, Inglaterra, el 2 de febrero de 1912 y fue bautizada en la iglesia de Santa María de Copythorne, en Hampshire.
Recuerdo vagos
Toda la familia Dean estaba a bordo del barco más grande del mundo el 10 de abril de 1912 en la mediodía, cuando este encendía motores para su viaje inaugural. La familia ocupó una cabina de tercera clase en el centro del barco que estaba reservada a las familias. Tenían lo necesario;
había camas, lugar de lavado y poesía. Y el viaje iba como lo habían soñado sus padres que mostraron mucha alegría por ir a bordo.
Pero algo pasaría el 14 de abril en horas de la madrugada, su hermano mayor lo sentiría primero. Las vibraciones del barco interrumpieron su sueño y el del resto de la familia. El Titanic había chocado contra un iceberg.
Su padre salió a confirmar lo que pasó y regresó por su familia, para llevarlos a la cubierta lo más rápido posible. Eso hicieron, la mamá y los pequeños tomaron el bote salvavidas número 10 y fueron los primeros en escapar del terrible hundimiento.
Cuentan los historiadores y testigos de ese día que todos los niños lograron salvarse, entre ellos Millvina y su hermano, quienes fueron subidos a bordo en un saco de tela. Su padre murió durante el hundimiento y sus restos jamás fueron recuperados o al menos identificados.
Nueva vida
Pasaron muchos años, la pequeña creció y se educó gracias a las organizaciones de caridad para los sobrevivientes de la catástrofe. Se convirtió en una profesional de diversas áreas, lo que le permitió al tiempo conocer lo que había vivido. Fue empleada en una empresa mecánica, asistenta en una tienda de tabaco, secretaria y cartógrafa durante la Segunda Guerra Mundial.
En 1980 se convirtió en el centro de atención de los medios y los investigadores, pues muchos de los sobrevivientes ya habían muerto. Nunca buscó el foco de la prensa, incluso aseguran que nunca aceptó invitaciones para temas sobre el hundimiento del Titanic pues le causaba mucho sentimiento recordar escenas que ni siquiera de los que no tenía memoria pero que la atormentaron por muchos años a ella y su familia.
En 2006 empiezan sus problemas de salud y le impide mantener su ritmo de vida, y la mañana del 31 de mayo de 2009 a los 97 años muere a causa de una neumonia. Ese mismo día cumpliría 98 años. Sus restos fueron incinerados el 16 de junio y sus cenizas fueron arrojadas al mar el 24 de octubre desde los muelles de Southampton, en las aguas donde el
Titanic inició el viaje que le marcó toda su vida.
