
Una tarde cuando llegó a casa su papá, Leopold, músico y pianista, encontró a Mozart rayando un papel, le preguntó qué estaba haciendo y él respondió: escribiendo una partitura para piano. Para comprobarlo lo sentó en la silla del piano, el niño comenzó a tocar de manera majestuosa la pieza que acaba de escribir.
Su familia tomó una decisión radical. Abandonaron Salzburgo, su ciudad natal, y emprendieron un viaje hacía Viena, con el interés de mostrar el talento de su hijo en la música. Con el tiempo iniciaron un recorrido en diferentes cortes europeas, donde el niño genio tocó junto a su hermana, Nannerl al violín, piezas impecables para los espectadores. Fueron tratados como invitados especiales en cada lugar y con el tiempo mejoraron su calidad de vida.
Mozart ha sido descrito como un niño sin edad madura y un adulto sin niñez. A los 17 años fue contratado como músico de la corte de Salzburgo, donde continuó componiendo. Ratificando su genialidad para la música, se dice que en sus manuscritos nunca se encontraron correcciones ni enmendaduras.
Se retiró de la corte a sus 25 años y terminó retornando a Viena, allí comenzó su época de oro, a pesar de la difícil situación económica. Entre sus sinfonías, conciertos, sonatas, cuartetos y óperas, están las Bodas de fígaro, La flauta mágica, Don Giovanni y Così fan tutte.
El optimismo y la serenidad de la música de Mozart, que algunos experimentos demuestran tiene grandes beneficios sobre el ser humano, (conocido como efecto Mozart), están en profundo contraste con una vida marcada por las deudas y en constante inestabilidad.
Murió a los 35 años, el 5 de diciembre de 1791, a causa de una infección en la garganta, fue enterrado en una fosa común. Para esta época dejó un Réquiem para difuntos inconcluso, que con el tiempo un alumno suyo terminó.
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