María José Pizarro

Activista y política colombiana. Desde el 20 de julio de 2022 ejerce el cargo de Senadora de la República, en representación del Pacto Histórico. Entre 2018 y 2022 fue miembro de la Cámara de Representantes.​

María José Pizarro

Baronesas, castas, clanes, corruptos y parapolíticos; lo que debemos derrotar el 29 de octubre

Hablaba hace unos meses en una columna en este mismo medio sobre el declive de la vieja clase política en Colombia y cómo la sucesión de pronunciamientos de sus figuras ilustran, en parte, el cambio que ha venido viviendo el país (El declive del uribismo y la vieja clase política). Por esos días, la polémica era el reconocimiento del ingreso de dineros ilegales de Odebrecht a la campaña del candidato presidencial del Centro Democrático, caso que, como cientos y miles de otros, terminan tergiversados y/u olvidados convenientemente.

Es necesario recordar cuáles han sido los partidos que han corrompido el país, que hoy aparecen falazmente como defensores del orden y la democracia y que tienen expedientes, imputados y condenas, tanto a nivel nacional como internacional. Debemos desenmascararlos, Colombia ha demostrado en las urnas y en las calles que no quiere más corruptos, ni mucho menos a violadores de derechos humanos en el poder local.

En la columna mencionada hablé de 15 personas del círculo inmediato del ex presidente Uribe Vélez y los 257 dirigentes políticos, incluyendo 58 congresistas y 9 gobernadores; la mayoría de ellos de Cambio Radical. Este mismo partido avaló un gran número de los gobernadores investigados por corrupción en los pasados comicios, tiene en sus filas imputados por Odebrecht y es el espacio político del Clan Char, del Clan Aguilar y de tantos otros protagonistas de la corrupción.

Recientemente se conoció, gracias a horas y horas de interceptación legal, que el clan Gnecco negoció avales a alcaldías con Cambio Radical, mismo partido que hoy se esconde en cientos de coaliciones y que ni siquiera lleva candidato propio a las gobernaciones. Algo similar pasa con el Partido Conservador, con Agro Ingreso Seguro y la Yidis Política, el Centro Democrático y su amparo a la violencia y las marionetas, La U con sus carteles y baronesas, y también con los Liberales cercanos a Gaviria que se oponen al cambio. Todos ellos son conscientes del voto castigo y por eso se esconden, por ejemplo, en hasta casi 500 coaliciones para las alcaldías. Tristemente, en nuestro sistema político hay Partidos que se convirtieron en fábricas de avales con apellidos asociados al crimen y lo ilegal.

Esto es lo que debemos derrotar el 29 de octubre. Colombia no aguanta más corruptos, ni de frente ni velados.

El volumen de candidaturas -más de 128.000- y de coaliciones -casi el 10%- dificulta rastrear las candidaturas cuestionables. Sin embargo, hay algunos ejercicios que permiten un acercamiento, como lo hecho por la Fundación PARES [2], que señaló la existencia de al menos 96 candidaturas cuestionadas, 69 de ellas de partidos tradicionales.

A este ejercicio se suma el informe de la Secretaría para la Transparencia donde se señalan más de 500 postulaciones que habrían contratado con el Estado en periodo inhabilitante [3]. De estas, 27 candidaturas a alcaldía habrían celebrado 61 contratos, 5 de ellas concentran el 84,8% de los montos, vinculadas a partidos tradicionales como Cambio Radical y Conservador, entre otros.

A pesar de todo el daño que han hecho estos partidos, castas de clanes, corruptos y parapolíticos, muchas de sus candidaturas encabezan las encuestas en sus respectivas regiones. Es triste que jueguen con Colombia como si esta fuera una nación sin capacidad de recordar.

Por eso necesitamos píldoras para la memoria, para no olvidar quiénes y qué toldas son las que han desangrado la nación.

El llamado es a que este 29 de octubre concurramos a votar con esperanza por candidaturas que le apuesten al cambio y a la vida, a votar por quienes permitan abandonar el clientelismo y quitarles la billetera a los corruptos; es momento de romper el ciclo de escándalos causados por quienes usan la política para robar, solo así podremos defender a Colombia de la barbarie.

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