Hace un par de meses ver un Tesla en las calles de Bogotá o Medellín era una rareza, un capricho de importación directa reservado para quien podía costear los aranceles y la logística. Esta semana, esa narrativa se rompió. Tesla ha llegado oficialmente a Colombia, y contra todo pronóstico, no lo hizo posicionándose como una marca inalcanzable de lujo, sino con una etiqueta de precio que ha dejado helada a la competencia.
A parte de lo evidente en los precios propuestos por Tesla, Lo que estamos presenciando no es simplemente la llegada de una marca más; es la importación de un modelo de negocio que el mercado automotriz colombiano, dominado por concesionarios tradicionales e intermediarios, no vio venir.
Fin de la intermediación
La razón por la que los precios de Tesla en Colombia han sorprendido, siendo inferiores a competidores directos en el segmento eléctrico e incluso a algunos de combustión premium, radica en su rechazo al modelo de concesionario. Tesla vende directamente al consumidor. Un modelo B2C que elimina las comisiones de venta, la infraestructura de terceros y el regateo tradicional, la marca de Elon Musk ha logrado transferir ese ahorro al precio final del vehículo. Para el consumidor colombiano, acostumbrado a las arandelas financieras, esto es un cambio de paradigma porque el precio que ves en la web es el precio que pagas.
No es un carro, es software con ruedas
Sin embargo, el precio base es solo el anzuelo. Al analizar la oferta, entendemos que Tesla no vende hardware estático. Mientras que un vehículo tradicional comienza a depreciarse y volverse obsoleto en el momento en que sale de la vitrina, un Tesla promete lo contrario gracias a sus actualizaciones de software (OTA).
El vehículo que compras hoy mejorará mañana. La gestión de la batería, la interfaz de usuario y la eficiencia del motor se optimizan mientras el auto está aparcado en el garaje conectado a Wi-Fi. Esto plantea un reto gigante para las marcas tradicionales en el país, cuyos modelos 2024 serán tecnológicamente idénticos hasta que el dueño decida cambiarlos.
Aquí entra el verdadero negocio de margen para la compañía: la Conducción Autónoma Total (FSD). Aunque el auto es competitivo en precio, desbloquear su máximo potencial de asistencia al conductor requiere un desembolso adicional considerable o una suscripción, si se habilita el modelo. Tesla democratiza el chasis, pero cobra una prima por la inteligencia artificial. Es la "iPhoneización" del carro, el hardware es accesible, pero el ecosistema es donde te retienen. Así como ocurre con los teléfonos que dejan de ser compatibles con nuevas versiones de software, los Tesla también llegarán a un punto en el que su hardware no podrá soportar futuras actualizaciones.
La ansiedad de rango y la longevidad
Uno de los grandes miedos en la geografía montañosa de Colombia es la batería. Los modelos introducidos, equipados mayoritariamente con baterías LFP (litio-ferrofosfato), ofrecen una ventaja crucial para nuestro mercado: permiten cargas al 100% frecuentemente sin degradación acelerada, prometiendo una vida útil que podría superar la del propio chasis. Esto ataca directamente el mito de que las baterías de los eléctricos mueren a los cinco años, un argumento de venta que la competencia de combustión ya no podrá usar tan a la ligera.
Jaque al mercado local
La llegada de Tesla con precios por debajo de la competencia pone en jaque a marcas que lideraban cómodamente el segmento eléctrico en el país, como BYD, Volvo o BMW. En este sentido, la industria automotriz en Colombia tiene ahora dos opciones. Ajustar precios, Lo cual castigará sus márgenes, dado que dependen de redes de concesionarios costosas, o Competir en servicio y apostar por la posventa y la atención humana que ha sido el talón de Aquiles histórico de Tesla a nivel global.
Esta semana marca un antes y un después. No porque hayan llegado carros eléctricos, sino porque ha llegado la guerra de precios en el sector tecnológico-automotriz. Para el consumidor colombiano, la competencia siempre será la mejor noticia; para la industria tradicional, es momento de evolucionar o empezar a perder cuota de mercado. Tesla no vino a Colombia solo a vender autos, propone cambiar la forma en que los compramos y los usamos
