Mario Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Huertas

Bibi: entre la bendición de la paz y la maldición de la guerra

Israel no acababa de celebrar el aniversario 50 de la Guerra del Yom Kippur, cuando era víctima de un brutal ataque terrorista a manos del Hamás cuyo saldo durante el primer día fue: poco más de 3.000 cohetes disparados contra Israel (en 2006 Hezbollah disparó aproximadamente 4.000 en un mes), 1.400 muertos (900 según Al Jazeera), 200 secuestrados y más de 1.100 heridos. Todo esto en el marco de la “Operación Al-Aqsa Flood”. 

El ataque que se hizo por tierra, mar y aire provino desde los 365 km2 que forman la Franja de Gaza y configuran una amenaza vital para Israel dadas las dimensiones del ataque, lo que explica que Israel haya bloqueado totalmente la franja, movilice parte de sus tropas a la frontera y llame a 300.000 reservistas. Un estado total de guerra. 

Pero, ¿cómo sucedió esto teniendo en cinco guerras (1948,1956,1967,1973 y 1982) una serie de precedentes en la que Israel se ha batido con sus IDF (Fuerzas de Defensa de Israel) como si una suerte de destino manifiesto los protegiera en su tierra prometida y bajo una inspiración como la de David frente a Goliat? 

Unos dirán que fue un colosal fallo en los aparatos de inteligencia (el Mossad principalmente), otros en cambio dirán que es una situación creada por el mismo Netanyahu para congelar la crisis interna desatada por la reforma judicial. Sin embargo, esta última tesis no resulta del todo creíble dadas las prioridades estratégicas de Israel en un contexto geopolítico tan sensible. 

De ahí que, viendo nuevamente la intervención de “Bibi” en la 78° Asamblea de las Naciones Unidas  donde recordó su último discurso de 2018 cuando dijo  “the common threat of Iran has brought Israel and many Arabs states closer tan ever before in a friendship that I have not seen in my lifetime (…) I said: the day would son arrive when Israel would be able to expand peace beyond Egypt and Jordan to other Arab neighbors ” y fiel a su estilo en el uso de mapas y cuadros, Netanyahu fue enfático en resaltar que un acuerdo con Arabia Saudita haría una región más estable. Así, una reconciliación entre el judaísmo (Jerusalén) y el islamismo (La Meca) o un acuerdo entre los descendientes de Isaac e Ismael, traería una bendición para un nuevo Oriente Medio. Según el premier israelí, esta arquitectura diplomática haría de la región otro pivote de la historia. 

Y en efecto, la paz entre Arabia Saudita e Israel garantizaría el corredor estratégico entre India-Oriente Medio-Europa anunciado por Biden y Modi en la reciente Cumbre del G-20. Este mismo corredor que fue tan bien ponderado así por el Indian Express  “Journey of dreams: India-Middle East-Europe Economic Corridor is launched. In addition to India and the US, leaders of the European Union, France, Germany, Japan, Italy, Mauritius, and World Bank flagged the corridor widely seen as a strong counter to China's Belt and Road initiative.” Lo que abiertamente sería un dique de contención a la estrategia china por hacerse al control del anillo continental (o Rimland) sobre Eurasia. 

En ese sentido, nuestra apuesta es que el ataque terrorista del pasado 7 de octubre tiene que ver más con los acuerdos y negociaciones que ha venido impulsando Israel para crear un Oriente Medio estable y seguro. Hablamos obviamente de los Acuerdos de Abraham (Emiratos, Bahréin, Sudán y Marruecos) de 2020 y las negociaciones que sostiene con Arabia Saudita.  En medio de estas aguas turbulentas es que se encuentra “la bendición de la paz y la maldición de la guerra” de la que habló Bibi el pasado mes de septiembre en el seno de las Naciones Unidas. 

Dicho de otra manera, que Israel logre una retaliación efectiva contra Hamás y disuasiva contra Hezbollah (por ejemplo) sin que por ello las negociaciones con los saudíes se empantanen será el mayor desafío estratégico al liderazgo de Netanyahu en medio de la respuesta contra el terrorismo que utilizan quienes están detrás del saboteo a la paz en la región.  

Reitero, truncar el camino a la paz es el objetivo y el terrorismo su arma más letal. Llámese Irán u otros, la promoción del terror y sus tentáculos por medio de las guerras por delegación (Proxy War) es la táctica que se usa contra Israel a fin de evitar que se materialice un acuerdo con los saudíes. Esto explica, en gran parte, las visitas de Joe Biden y de Rishi Sunak a Israel en apoyo al gobierno de “Bibi” y al pueblo israelí. 

Adenda: La verdadera paz, dijo “Bibi”, es que Mahmud Abás, detenga el antisemitismo, el negacionismo y por supuesto la glorificación y financiación del terrorismo; en ese sentido, ¿de qué paz puede hablar Gustavo Petro si se ha convertido en “Yo, Hamás”

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