Creo que todos los bienes de la industria cultural son simbólicos. Esto quiere decir, que al igual que el resto de industrias, estos bienes tienen un valor de uso y un valor de cambio, satisfacen una necesidad y alguien está dispuesto a pagar por ello. Lo interesante, es que cuando se usa o se posee, no se desgasta. Por ejemplo, una lavadora, por más moderna y costosa, con el tiempo puede averiarse o habrá que cambiarle una pieza. Con una película, una escultura o un libro sucede todo lo contrario, pueden pasar cien años y seguirá siendo el mismo producto. No importa cuántas personas lo lean o lo escuchen, nunca va a perder profundidad, ni su esencia; la idea se seguirá conservando.
Los servicios y productos de esta industria apuntan a nuestro conocimiento, es decir que entre más se usa o se consume, más valor adquiere. Esto lo podemos ver con Spotify en sus recomendaciones musicales, o en el top diez de las series más vistas de Netflix. Cuando termine la crisis y todo vuelva a la normalidad, me imagino a la gente haciendo filas eternas y pagando fortunas para tomarse selfies al frente de La Gioconda, ver una banda en vivo o el estreno de una película.
En la industria cultural se necesitan personas que tengan las competencias para comprender la música, el arte, el cine o la literatura. Para vender un libro se necesita saber leer, por esta razón es importante formar públicos y más en estos tiempos de cuarentena. Es ejemplar la medida que toma el gobierno de Alemania frente al levantamiento gradual del confinamiento, donde las librerías junto a otros negocios están entre los primeros que volverán a funcionar.
Hay iniciativas que motivan a contar historias desde el encierro. Cada experiencia individual es diferente y muy valiosa. La imagen que se tiene de la realidad que se vive en estos momentos, es materia prima para los creativos. Una pantalla de computador o de celular, se ha convertido en el escenario de cantantes y actores. La palabra “reinventarse” ha sido la más usada durante la cuarentena. Aunque todos le apuestan a lo virtual no todos ganan, mientras unos se adaptan y siguen, otros como Airbnb no pueden funcionar.