Bogotá es una gran ciudad, reconocida incluso más, por los extranjeros que por los propios colombianos. Quien tiene la posibilidad de venir de afuera, aprecia su arquitectura única de ladrillo, sus viejas y pintorescas fachadas ubicadas en el centro histórico, o su zona norte, moderna y con visos de primer mundo.
Su gastronomía de talla internacional, sus teatros, museos y oferta nocturna a menudo son opacados por la inseguridad, el tráfico, el mal estado de su malla vial o una pobreza y desigualdad que debería avergonzarnos a todos.
Mucho se escucha decir que Bogotá es la ciudad de nadie, el cachaco puro es prácticamente inexistente, casi todos quienes vivimos en la capital tenemos un origen en las regiones de nuestro país. En nuestra capital, conviven las colonias que provienen de cada rincón de la patria, por eso, su riqueza cultural es enorme, además, porque se suman también los miles de extranjeros que vienen por trabajo, turismo o incluso por amor.
Quienes tenemos la fortuna de conocer Bogotá, toda la ciudad, incluso más allá de la calle 72, reconocemos en cada localidad un pequeño país, por ejemplo, la población de Suba y Kennedy es prácticamente la misma que la de Medellín, así, la mayoría de las localidades tiene más población que las ciudades intermedias del país.
Bogotá, en términos generales ha sido mediocremente gobernada, salvo un par de honrosas excepciones, quien llega al segundo cargo de elección popular más importante del país, llega creyendo que es único e irrepetible, deshecha aquello que empezó su antecesor y pretende empezar un nuevo rumbo.
Esa es la verdadera razón de algunos de los peores atrasos que tiene la ciudad, como consecuencia, hoy somos la única capital super poblada sin metro, con pésima malla vial y pobre política social, por esta razón, espero que Bogotá jamás vuelva a elegir la demagogia y el populismo que representa la izquierda radical, su puesta en escena siempre es seguir dividiéndonos como sociedad, generando odio y malestar con el único fin de perpetuarse en el poder.
Es hora de elegir sensatez para Bogotá, alguien que, al margen de lo ideológico, continue aquellas cosas buenas que empezaron sus antecesores, quienes quieran que ellos fueron, se comprometa realmente a combatir la criminalidad y promueva el desarrollo económico y social como única forma de romper los interminables círculos de pobreza.
Conozco la mayoría de los candidatos, reconozco en casi todos que son buenas y preparadas personas, con sus más y sus menos, estoy seguro que la mayoría tiene buenas intenciones para Bogotá, no quiero todavía decir quien es mi candidato a la alcaldía, aunque seguramente los más curiosos podrán ya leerlo entre líneas, la invitación, a modo de reflexión, es invitarlos a todos a que no elijamos nuevamente la izquierda que tanto daño le ha hecho a Bogotá y que ahora replica su modelo fracasado en todo el país.
¡Bogotá no es la ciudad de nadie, es la ciudad de todos! Parte del destino de Colombia pasa por el destino de nuestra capital, sus problemáticas, políticas y sucesos repercuten ineludiblemente en la suerte del resto de nuestro país.
Bogotá debe volver a la sensatez y dejar el odio, la demagogia y el populismo en primera vuelta, ojalá, los bogotanos puedan elegir en segunda vuelta de dos buenas opciones, con libertad y tranquilidad, que no importa quien gane, nuestra capital quede en buenas y competentes manos.
