Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

Cambio de sexo exprés

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, tiene en sus manos una patata caliente de las que hacen historia. Su gobierno terminará aprobando una ley por medio de la cual un niño de 12 años podrá presentarse en el registro civil y cambiar la denominación de su sexo, sin consultarlo siquiera con sus padres o con un psicólogo que lo haya preparado para semejante mutación. Así, pongamos por caso, un preadolescente español que se llama Antonio mediante el solo trámite de acudir a un despacho oficial, podrá pasar a llamarse Claudia, y seguramente vestir y comportarse como una niña, por una decisión tan caprichosa y voluble como la de quien entra a unos grandes almacenes a comprar ropa de moda.

Ilustro de manera sucinta los antecedentes de este disparate. Pedro Sánchez llegó al poder en España mediante una moción de censura al entonces presidente Mariano Rajoy, gracias a una sentencia judicial que descalificaba de manera muy discutible al Partido Popular (derecha) por actos de presunta corrupción y financiación ilegal. Una instancia superior de la justicia descalificó el auto judicial que llevó a Sánchez al poder, pero ya el daño estaba hecho: el Partido Socialista, PSOE, (izquierda) había conseguido el Gobierno gracias al apoyo de un partido de extrema izquierda llamado Podemos, más los votos en el Congreso de dos partidos independentistas (uno vasco y el otro catalán).  Sánchez ganó luego las elecciones, pero siguió necesitando los votos de los extremistas de izquierda y de los independentistas catalanes y vascos. 

En las dos legislaturas que Pedro Sánchez lleva en el gobierno, ha sido rehén de la extrema izquierda y de los independentistas. Podemos, los extremistas de izquierda en cuestión, son el típico partido populista de nuestros días, comunistas vergonzantes que no se atreven a llamarse así por lo desprestigiado de la marca, pero de un leninismo residual que echa para atrás. Y como todos sus colegas en cualquier parte del mundo, son especialistas en ocurrencias teóricamente progresistas. Una de ellas la que tiene que ver con la disforia de género.

En España, uno de los países más liberales en estos asuntos, esta anomalía estaba perfectamente regulada. Pero al partido Podemos y más concretamente a la ministra de Igualdad, Irene Montero, la legislación española le resultaba conservadora y retrógrada, de modo que lo suyo era emprender una fuga hacia adelante. Es así como se llega a lo que en España hoy se conoce como el proyecto de Ley Trans, una de cuyas aberraciones es, como se ha dicho al principio, que un preadolescente pueda acudir al registro civil, sin consentimiento de sus padres ni preparación psicológica alguna, y cambiar de género  en su documento oficial como quien cambia de camisa.

He contado los antecedentes de este embrollo para que se comprenda por qué es un problema para Pedro Sánchez: porque el hombre necesita los votos de Podemos para aprobar los presupuestos generales. ¿Les queda claro? Y Sánchez, un señor aferrado al poder como a un clavo ardiendo, es capaz de pactar con el diablo con tal de permanecer en el palacio de la Moncloa, sede del gobierno. Lo que pasa es que este peaje es muy alto, tanto que buena parte de los socialistas no están de acuerdo con la aprobación de esta ley y la cosa le puede pasar factura al PSOE en las elecciones regionales que se deben celebrar el año entrante; y en las generales, llamadas también a convocarse en 2023.

Y aquí viene la cereza del pastel para que se hagan idea de la magnitud del asunto. Amelia Valcárcel, una conocida filósofa española, catedrática y además militante socialista, ha puesto a pensar al país con un planteamiento tan impecable como inquietante a propósito de esta disparatada ley que Sánchez, según todos los indicios, terminará por apoyar con tal de mantenerse en el poder.

Recurre la Sra. Valcárcel a lo que se conoce como método apagógico, un razonamiento consistente en demostrar una afirmación exponiendo que aprobarla tiene implicaciones absurdas al llevar una contradicción. Este método de “reducción al absurdo” es tan rotundo como eficaz, por lo que es utilizado en ciencias exactas, particularmente las matemáticas, así como en las ciencias sociales, la política y la jurídica en particular. Aplicando ese método a la Ley Trans en trámite en el Congreso español, podría generar unas enormes consecuencias indeseables e inconstitucionales.

Por ejemplo: se sabe que en España la hija mayor de los reyes, la princesa Leonor, será la llamada a reinar, siendo su hermana Sofía, la siguiente en la línea de sucesión. Pero ¿qué pasaría si, en aplicación de la Ley Trans, Sofía se inscribiese como varón en el registro civil? Automáticamente se convertiría en heredera de la corona española. Es una mera hipótesis a efectos de demostrar la perversidad de esta ley, pero perfectamente plausible.  

De ese tamaño podrían ser los efectos de una ley que el gobierno de Pedro Sánchez está a punto de aprobar. Y que incluso las feministas del propio partido de Sánchez, consideran “una burla” a su movimiento, “a los profesionales de la salud y del ámbito jurídico, a las familias ya afectadas por el ‘contagio sexual trans’ y, en definitiva, a la inteligencia de este país”. A ver dónde cae este globo.

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