Ignacio Arizmendi Posada

Periodista de la Universidad de Navarra.

Exdecano de la Facultad de Comunicación de la UPB.

Excolumnista de El Colombiano y El Mundo (Medellín), El País (Cali), El Tiempo y Revista Cromos (Bogotá).

Autor de 15 libros de historia y ensayo.

Ignacio Arizmendi Posada

Carta a la izquierda escrita con la derecha

Los vientos de 2022 en Colombia apuntan a escoger entre un candidato presidencial de izquierda, totalitario o pseudo-demócrata, y un aspirante anti-izquierda, demócrata. Como me sitúo en este segundo punto del arco ideológico, dirijo la carta adjunta, sin sismatiquerías y rodeos, a las hembras y los varones de izquierda que pretenden imponer un sistema anacrónico y perverso, repudiado por la Historia. La carta apenas se refiere a dieciséis escenarios de los muchos posibles, propios de los países regidos por el Partido Comunista (o el nombre que posea como partido único: Colombia Humana, Comunes, etc.). El texto de la misiva dice así:

 

Señoras y señores de la izquierda:

Casi en vísperas de las elecciones presidenciales de junio, les relaciono unas cuantas falacias y engaños con que ustedes o sus candidatos buscan convencer a los colombianos. 

Prometen maravillas para todos, pero solo las logran los afiliados al Partido y sus jefes.

Prometen igualdad, pero únicamente consiguen que haya pobreza por igual, excepto para los jerarcas del Partido.

Prometen respetar la propiedad privada, pero expropian cuanta propiedad privada exista.

Prometen un “manejo patriótico” de los recursos naturales, pero lo entregan a compañías chinas, rusas y de otros países afines al nuevo gobierno.

• Prometen la separación de las ramas del poder público, pero estructuran las cosas de tal modo que terminan dependiendo de las órdenes del Partido.

Prometen un sistema legislativo independiente, pero debe acatar, no atacar, los postulados del Partido.

Prometen una justicia sin sesgos ideológicos, pero la estructuran de conformidad con las directrices marxistas-leninistas.

Prometen respetar la patria potestad, pero esa función la asume el Partido para asegurar la formación ideológica y política de la niñez y la juventud.

• Prometen conservar la libertad de enseñanza, pero solo operan los centros de educación aprobados por el Partido al ser su ideología de obligatorio aprendizaje en todos los niveles.

Prometen libertad de elección de la carrera profesional, pero ello depende de los planes y las necesidades que identifiquen los burócratas del Partido.

Prometen preservar la libertad de expresión, pero persiguen a los periodistas y analistas críticos y cierran o se apropian de los medios adversos.

Prometen la libertad política, pero solo permiten la favorable al régimen totalitario impuesto y castigan la actividad opuesta.

Prometen la libertad religiosa, pero solo autorizan las acciones proclives al régimen implantado.

Prometen la libertad de movimiento, pero solo aceptan lo que sea previamente consentido por el Partido.

Prometen respetar la libertad de protesta, pero cuando se presenta la reprimen sin contemplaciones, como ocurre en Cuba, China, Nicaragua, Venezuela, etc.

Prometen el libre acceso a la propiedad de la tierra, pero tal tarea la ejecuta el Partido: 1) para darla en préstamo a quienes acaten sus exigencias de uso y explotación, y, 2) para obsequiarla a los mandamases del gobierno.

 

Ustedes, varones y hembras de todos los partidos que de la izquierda son, me dirán: “Eso que usted plantea es típico de los fachas y reaccionarios”. Contesto: sí, soy facha y reaccionario, porque todos los que no creemos en ustedes y sus engaños dizque somos fachas y reaccionarios. Lo que no soy es ingenuo. Por ello es imposible concluir la carta sin dedicarles, con todo cariño, estos versos de un soneto del inmortal Rafael Pombo, escritos en junio de 1850, dirigidos al gobierno liberal-radical del general José Hilario López:

Por la violencia, a gobernar subieron / cuando al mejor gobierno difamaron, / y al dócil más zoquete que encontraron / a hacer y deshacer comprometieron. / Con lo primero que firmar le hicieron, / por siempre un sello de baldón se echaron, / y desde entonces hambrientos comenzaron / a destruir el país en que nacieron.

Hasta ahí la carta a la izquierda escrita con la derecha.

INFLEXIÓN. Las mujeres y los hombres demócratas de Colombia, de todas las condiciones humanas y sociales, no permitiremos que la izquierda destruya al país en que nacimos.

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Ignacio Arizmendi Posada
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