Liliana Bitar Castilla

Cordobesa. Senadora del Partido Conservador. Vicepresidenta de Comisión Tercera Senado. Economista, especialista en Gerencia. Más de 24 años trabajando en el sector público. Sus principales preocupaciones son el impulso del emprendimiento, así como el empoderamiento económico de la mujer.

Liliana Bitar Castilla

Cierre de colegios en el país: ¿una crisis social o financiera?

Años de historia terminarán en el 2024 con aulas e instalaciones vacías de 26 colegios privados tradicionales de Bogotá. Este será el panorama al finalizar el año, tras los anuncios continuos del cierre de estas instituciones educativas entre el 1 de enero al 30 de junio de la actual vigencia, según cifras de la Secretaría de Educación de la Capital.

La situación que atraviesa la educación privada en Colombia empieza a hacer ‘eco’ si se revisan los antecedentes: en los últimos dos años, solo en Bogotá, 160 planteles educativos han dejado de prestar sus servicios y a nivel nacional 769, de acuerdo con el Directorio Único de Establecimientos Educativos; asunto que debe analizarse. Y la gran pregunta es ¿por qué han decidido cerrar sus puertas?

La razón más evidente es la disminución de matrículas, lo que trae una afectación financiera para los colegios que, al no tener una recuperación de costos, no les permite sostener las instalaciones ni los sueldos del personal, pero es aquí cuando surge otra duda, ¿por qué ha bajado el número de estudiantes matriculados? 

Uno de los factores que explicaría lo que está sucediendo es el cambio demográfico acelerado que durante los últimos cinco años evidencia una disminución significativa en la tasa de natalidad en Bogotá, con 22.426 nacidos vivos menos que en 2018, lo que corresponde a una reducción del -25%, según cifras del DANE en el boletín técnico de diciembre de 2023 y que, por supuesto, influiría en la demanda educativa.  

Otras de las razones podrían ser los altos costos en las matrículas o temas administrativos de cada institución. Sin embargo, una de las respuestas no tan populares pero importantes es la falta de actualización e innovación en algunos colegios tradicionales, lo que podría estar llevando a que los padres de los estudiantes y los mismos estudiantes no encuentran un factor atractivo en el plan de estudios.

Son varias las posibles causas por las que se estaría presentando esta situación, la realidad es que dentro de las consecuencias tempranas se incluye la afectación a los demás estudiantes que deberán ser reubicados en otros colegios para garantizar así su educación, a quienes se les debe asegurar que los diplomas recibidos por las instituciones que no estarán en funcionamiento sean válidos para continuar con su educación superior. 

Además, de manera inmediata se verán perjudicados los docentes y el personal de los colegios, quienes tendrán que buscar nuevos empleos, panorama que traerá también consecuencias en sus familias para los que son el soporte financiero. 

En cuanto a las consecuencias futuras, se verán afectadas otras economías que se sostienen alrededor de la educación como: el transporte escolar, la venta de útiles escolares, la fabricación de uniformes y la industria de alimentos, esto sin contar con el efecto de mediano plazo que ya empieza a notarse en la educación superior con la reducción del número de nuevos estudiantes. 

En palabras mayúsculas, se está presentando una crisis social por causa del aspecto financiero que debe llamar la atención no solo del sector educativo sino de los demás sectores involucrados, para buscar soluciones que mitiguen el impacto a mediano y largo plazo de esta situación que es probable se siga presentando en los próximos meses.  

Y aunque es claro que la educación privada necesita prepararse de mejor forma para enfrentar las alteraciones económicas del país, es necesario formular estrategias eficaces desde la política pública para asegurar su funcionamiento y que no sigan desapareciendo colegios de alto nivel educativo en Colombia.

Infraestructura, digitalización y cambio de paradigmas

Una de las apuestas que podría ofrecer grandes beneficios para las instituciones educativas, tanto públicas como privadas, es la inversión en digitalización e infraestructura, así como el cambio de paradigmas en la educación tradicional, empezando por la capacitación y constante actualización de los profesores, para mantenerlos a la vanguardia de las dinámicas variables del modelo pedagógico. 

Necesitamos reconocer y actuar ante las tendencias y referencias de los estudiantes, hoy en día los jóvenes comienzan a interesarse desde edades muy tempranas en áreas del conocimiento, de las artes y de los oficios que en la actualidad solo se ofrecen dentro de la educación superior. Por ello, la existencia de una infraestructura amplia y renovada, aliada de la digitalización y armonizada con la educación superior en el mediano plazo, con enfoques de formación pertinentes para las demandas cambiantes del mercado laboral, son las bases de una formación personal y académica capaz de garantizar una preparación para la vida desde las aulas de los colegios del país. Necesitamos conectar con las familias, con los jóvenes y con sus proyectos de vida, cada vez más influenciados por las tendencias.

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