La gran mayoría de los presidentes llegan a la Casa de Nariño con sus prioridades claras, normalmente construidas durante años de carrera política y, por supuesto, perfeccionadas y expuestas a la ciudadanía durante la campaña electoral.
Los gobiernos generan en los colombianos grandes expectativas de cambio, de hecho, todo gobierno llega con una propuesta de un nuevo y mejorado rumbo para el país. Los ciudadanos, muchos de ellos con ingenuidad, creen que el mandatario que inicia tiene la fórmula mágica para solucionar los problemas, su percepción se basa también en las promesas y discursos grandilocuentes de los políticos, muchas veces incumplibles.
El Gobierno de Petro no es la excepción, cabalgó en grandes promesas de cambio, nos dijo a los colombianos que no gobernaría con corruptos ni violentos, también nos prometió cerrar las brechas de desigualdad, nos ilusionó con un país totalmente en paz, entre otras propuestas y promesas que dejarían a Colombia muy cerca de parecerse al Jardín del Edén.
En mi opinión, terminó haciendo todo lo contrario, gobierna con las mismas mañas de la politiquería de siempre, y rodeado de lo peor del clientelismo, adicionalmente, el país es cada vez más pobre, sus reformas, como la laboral, parecen mas hechas para pagar el favor a las centrales de trabajadores, que para mejorar las condiciones del empleo formal. Cada vez estamos más lejos de la paz, de hecho a pesar de la oferta de impunidad, son más y peores las masacres, aumenta el número de soldados y policías asesinados, etc.
La estrategia del Gobierno no parece estar clara, pero la impresión que da es que el Presidente quiere llevarnos al caos.
Analicemos el Congreso y la agenda legislativa. Los gobiernos saben que el Congreso tiene sus tiempos, normalmente el primer año es el de las reformas, es donde el capital político del gobierno es más fresco y potente, sin embargo, también es el año del Plan Nacional de Desarrollo, la hoja de ruta o carta de navegación de los cuatro años de administración.
Es por esta razón que los gobiernos escogen muy bien sus reformas, porque cada una trae un desgaste político y administrativo importante, su debate y votación se da de forma paralela con el Plan Nacional de Desarrollo, adicionalmente, está sobre la mesa también la agenda legislativa propia de los Congresistas y los partidos políticos.
No ha habido en la historia reciente, una agenda legislativa en materia de grandes reformas como la del Gobierno Petro, cada una más controversial que la anterior, en su mayoría, les falta rigor técnico, no tienen estudios serios de impacto fiscal, además, parecen ignorar deliberadamente los efectos negativos que tendrían, así pasa con la reforma a la salud, al empleo, a las pensiones o la justicia, por mencionar algunas.
El Gobierno no escucha a los gremios, tampoco a la academia, mucho menos al Congreso, hace acuerdos que luego incumple, intenta imponer sus textos por la puerta de atrás y con marrulla politiquera, luego se victimiza ante los micrófonos y las cámaras, adicionalmente, amenaza con movilización social o caos en caso de que no se haga su voluntad.
Parece increíble, pero da la impresión entonces que la estrategia del Gobierno, en primer lugar congestionando al punto de la parálisis al Congreso, no permitiendo la participación y discusión democrática y académica, además de tratar de imponer absurdos, no es otra que la de llevar al fracaso sus propias reformas.
¿Por qué querría el Gobierno hacer fracasar sus reformas? Tal vez porque su estrategia es lograr gobernabilidad a partir del caos o porque al llevarnos al punto de quiebre, puedan cerrar el Congreso, dictar una nueva Constitución y/o legislar por Decreto.
Sigamos haciendo control, hay muchas cosas que mejorar, pero no perdamos, por ideología o vanidad política, lo que hemos avanzado hasta ahora. El Gobierno querrá culpar del fracaso de sus reformas al Congreso, los medios de comunicación, los empresarios o ciudadanía en general, con el fin de poder gobernar con lapicero y sin contrapesos democráticos. En manos de todos está no permitirlo.
Estamos en semana de reflexión y, por ello, debemos como colombianos tener presente cual es la estrategia de Petro, no porque estemos distraídos en otros menesteres lo podemos dejar pasar.