El agujero de la memoria

Una manera elegante y poética de nombrar lo que conocemos como basurero podría ser la de “agujero de la memoria”. George Orwell acuñó el término en su “1984” para nombrar al tubo neumático en el que se echaba todo papel cuyo contenido debía ser descartado de la memoria para ser consumido por las llamas en hornos dispuestos en sótanos. Si el Times, por poner un ejemplo, había publicado un discurso del “Gran hermano” en el que predecía un evento que terminó ocurriendo de manera diferente, se procedía a corregirlo, reimprimirlo y archivarlo para la memoria histórica y el ejemplar original era destruido. 

En la ficción se puede alterar lo real acudiendo a la imaginación sin sobrepasar los límites que mantienen la coherencia del relato; en el mundo real, por el contrario, no hay límites lo que lleva a utilizar los más intrincados métodos para hacer que lo real deje de ser real y guardemos en la memoria lo que algunos consideran su “realidad”. En la actualidad, las cosas se han vuelto muy complicadas para los que se ocupan de esos asuntos. Meter todo lo “indebido” en el agujero de la memoria es casi imposible por la cantidad de información y por los distintos medios digitales de los que disponemos.

Según lo he escuchado en distintos canales informativos y de opinión, YouTube decidió que la palabra “fraude” no puede ser utilizada cuando se menciona las elecciones presidenciales de este año en los Estados Unidos. Con argucias, los medios independientes que cuelgan sus programas por esa aplicación, se las arreglan de una manera u otra llegando a llamarlo el “F”. La realidad, de nuevo, supera a la ficción ¡y de que manera! ¡Quién hubiera imaginado que en el país de las libertades podría estar dándose una aberración de estas que atenta contra las libertades fundamentales, superando lo escrito por Orwell en su delirante libro! 

Agustín Acosta, periodista cubano americano quien tiene un programa radial en Florida, recuerda, en una entrevista reciente que en Cuba hace cincuenta años y siendo su familia anticomunista, en las conversaciones les tocaba usar claves para poder referirse al tirano sin ser reprimidos y apresados. Nunca imaginó que con una periodista desde Nueva York y él desde Miami tuvieran que usar claves para no ser censurados por referirse al “F” electoral en el país de las libertades.

Lo que está ocurriendo en los Estados Unidos supera, sin duda, a la ficción. Por sus implicaciones futuras han acudido a tirar toda mención de fraude y corrupción en las elecciones 2020 al “agujero de la memoria” llegando a difundir “la noticia” sin que se haya consumado el hecho. Es curioso como esto se ha venido conduciendo en contravía. A diferencia de las fraudulentas elecciones en nuestra golpeada América Latina en las que se las robaban los mismos tiranos -un Chávez, un Correa, Ortega, Evo o Kirchner sin olvidar al nefasto Santos- allá es el contendor el corrupto, el títere, cuyos hilos los manejan poderes globales, quien recurre al fraude mientras que a los tribunales acude, rogando justicia, el presidente “más poderoso” del planeta tierra. 

¿Es Donald Trump o son los setenta y cinco millones que votaron por él los que son víctimas del “F”? ¿Qué piensan los que votaron por Joe Biden? ¿se sienten acaso engañados? ¿Será que ellos echarán al “agujero de la memoria” sus votos? Acá lo hicieron como si nada quienes los depositaron por Samper y/o Santos. Es preocupante presenciar cómo los Estados Unidos se ha contaminado por esa plaga que tanto daño nos ha hecho, la de la corrupción electoral, de ella nacen muchas otras.

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